Tiempo Atrás

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La vida de Melissa Henley había sido complicada desde el momento en que su padre dejó de trabajar en la enorme hacienda de Venezuela; sus padres se habían dispuesto a trabajar casi las veinticuatro horas con tal de que su hija obtuviera los mejores estudios. Sin embargo, al cumplir los diecisiete años una mujer alta pelinegra apareció en su casa para alterarlo todo.

¿Quién llegaba a una casa a comprar a una persona?
Exactamente, sólo los dementes.
Sus padres se negaron en cuanto la mujer le puso precio al cuerpo de Melissa, pero eso sólo ocasionó un enfado que la hizo sonreír y tomar un arma de su bolsa.

—ella se irá conmigo y si ustedes llegan a buscarla, morirá ante sus ojos

Desde ese momento Melissa supo que su vida estaba en peligro, nadie la rescataría y la ayudaría con sus padres.
Los meses siguientes Melissa debía atender un bar que no tenía nada de sano, debía soportar el manoseo de muchos de los hombres que asistían allí y por algunas ocasiones esperaba el momento en que los dueños y responsables de que ella estuviera allí llegarían al extremo de prostituirla; pero siempre decían que el cuerpo de Melissa era demasiado caro como para dejar que cualquier tonto la llevara a la cama.
Nadie.
Ni siquiera Melissa pudo anticipar el golpe que acabaría por alejarla de sus padres.

La noche de un Lunes transcurrió normal hasta las nueve de la noche, cuando apareció un hombre alto de cabellos negros y ojos azules.
Se le había visto allí por varios días, nunca pedía una noche con ninguna de las chicas que trabajaban allí, pero esa ocasión fue sólo para decir que quería comprar a Melissa.

—no creo que te alcance para eso

—ponle precio

Armando y Sabrina (los dueños del lugar) se observaron y después de sonreír y de ver a Melissa anotaron en un papel un número para después entregárselo.
El hombre recorrió su cuerpo con atención y de su chaqueta sacó una chequera; colocó la cantidad y se los entregó.

—se va ahora mismo conmigo

Sorprendidos llevaron a Melissa al cuarto en el que estaban sus pertenencias y la hicieron recogerlas lo más rápido posible.

Eso no fue tan malo como ella creía.
Salir de ese lugar con un tipo como Evan Cárter había sido sólo el inicio del resto de su vida; a los tres meses estaba en el altar pronunciando palabras que no sentía por un hombre que resultó ser un completo idiota con ella. Pero el colmo fue cuando llegaron al destino en el que pasarían una "romántica luna de miel", en momentos diferentes hubiera sonreído feliz de estar en un país como Londres, pero nadie podría estar feliz en un lugar en el que te tenían atada a una cama casi desnuda...

—cuando te conocí creí que podría pedir una noche contigo, pero entonces me dijeron que eras la consentida del lugar y nadie había tenido el privilegio de tener sexo contigo

Deseaba gritar.
Le daba asco recordar el cómo la habían tratado en ese lugar y que Evan se lo recordara sólo le provocaba náuseas y molestia. Pero tuvo que contenerse ya que aquél tipo (que para todos era casi un ángel) era capaz de hacerla sufrir de la peor manera que Melissa pudo imaginar.
Con azotes.
Al parecer, a Evan Cárter le encantaba demostrar que tenía el control en su cuerpo azotandola si llegaba a llevarle la contraria.

—tuve que esforzarme por no secuestrarte, así que terminé comprandote

—eso no te hace buena persona

—oh cariño – sonrió – nunca dije que soy buena persona

Se quitó la camisa y luego el pantalón.
Como cualquier chica, Melissa había deseado que su primera vez fuera linda, pero Evan era justo todo lo contrario. Se acercó y se recostó al lado de ella, empezó a besarle el cuello y poco a poco empezó a bajar por su cuerpo.
Melissa se sorprendió al darse cuenta de que en lugar de sentir asco por la situación, estaba gimiendo y al detenerse el rostro de Evan la observó con una sonrisa.

—vamos, te ha gustado

Las manos de Evan pronto estaban en su zona íntima y debido a la sorpresa no pudo reprimir otro gemido.

—llevo meses deseando esto

Y sin precio aviso, Evan le metió dos dedos, lo que ocasionó que arquera la espalda pegando sus pechos al torso de Evan.

—maldición

Susurró para sí misma mientras Evan movía sus dedos dentro de ella y después de quitarle el sostén con la otra mano, se concentró con la boca en besarle un pecho y luego morderle un pezón, pero todo aquello con brusquedad.

—quiero que te corras

—eres... Evan

Sin postergarlo más, Melissa sintió cómo sus piernas temblaron y pronto se descargó en los dedos de Evan.
Apenas empezaba a recuperar el aliento cuando Evan le soltó las manos, se deshizo del bóxer y se colocó sobre ella para después separar sus piernas y penetrarla con fuerza obligándola a gritar.

—te lo dije, no soy bueno

Sin duda no era bueno al tratar con respeto a una mujer, pero era bueno en el sexo porque antes de que pudiera concentrarse en el dolor que había sentido, él ya había comenzado a embestirla con brusquedad.
Llevó sus manos a la espalda de él y lo rasguñó.

—por dios, eres perfecta para mí

—y tú eres un maldito animal

Evan se detuvo al oírla, por un momento creyó que la reprendería por llamarlo animal, pero en su lugar, salió de ella y al volver a entrar golpeó en el punto que la hizo gemir más fuerte.

—sólo cumplo mis deseos

Aquél viaje no fue nada lindo ya que Evan deseaba tener sexo en cualquier lugar en el que pudieran y sin importarle que alguien los descubriera; según Evan, eso lo hacía más excitante.
Sin embargo, ese comportamiento suyo no se comparó nada con el del resto de los días que le siguieron a su matrimonio.
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Enamorada De La Bestia© [Libro #1/ Trilogía Enamorados]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora