La velocidad a la que me levanté del cuerpo de Orpheo fue proporcional a la velocidad con la que baje las escaleras para evitar otro malentendido con Euridice. La vez anterior realmente me estaba besando con su hermano, ahora solo caí accidentalmente sobre él, no merecía que ella creyera que estábamos cogiendo o algo por el estilo cuando no era así.
- ¡Orpheo! -llama nuevamente Euridice, subiendo las escaleras hasta que se detiene al verme al inicio de ellas- ¿Io? ¿Qué haces aquí? ¿Quedamos en vernos?
Ni siquiera le presté atención a mi confundida novia, mi vista había caído inevitablemente sobre el chico andrógino que estaba al centro de la habitación con una pequeña maleta a sus pies.
Muchos dicen que la belleza es relativa, sin embargo, hasta un ciego vería que indiscutiblemente aquel joven era bello aquí y en el otro extremo del mundo. Sus cabellos rubios como las rayos del sol, su porte elegante, su esbelta figura y el rostro minuciosamente tallado y adornado con unos carnosos labios y azules ojos que robarían el corazón de cualquiera, los mismos que seguramente fueron la debilidad de Orpheo.
- IO -la dureza en el llamado de Euridice hace que deje de analizar con los ojos en rendijas al incómodo invitado, incluso bajé la mano que involuntariamente se había dedicado a sostener mi barbilla- ¿Entonces? -la miro confundido- ¿Qué haces aquí?
Coloco una expresión de entendimiento y me apresuro a sonreír con cierto nerviosismo, despeinando mi cabello.
- Vine a darle clases a Orpheo.
Las rubias cejas de mi novia se fruncen.
- ¿Sábado?
- Mis clases ya terminaron, mi calendario interno se detuvo ese día y ni siquiera sé en qué año estoy -solté, riendo.
- ¿Orpheo tiene un profesor particular? -inquiere una voz desconocida para mí, denotando un acento francés más marcado que el de los hermanos Gauthier. Era aquel chico.
Euridice se gira con la intención de restarle importancia al asunto pero otra voz se le adelantó.
- Increíble pero cierto -pronuncia Orpheo, quien ahora ya vestía una playera negra-. Aunque no tan increíble como la presencia de Misthy Stone en este modesto hogar.
El chico parecía haber recibido una dosis desmedida de adrenalina, su rostro se iluminó en una sonrisa amplia y no tardó en ir al encuentro de Orpheo y lanzarse en sus brazos justo cuando este terminaba de bajar las escaleras, a lo que el peli celeste lo alzó un poco en su abrazo. Mi mano había vuelto a su tarea de sostener mi mentón mientras analizaba.
Un golpe vino desde mi hombro.
- No seas tan entrometido -suelta Euridice, pegándose a mí mientras veía la pareja con una sonrisa-. ¿No crees que son lindos?
- ¿Qué decías sobre no ser entrometido? -Euridice hace una mueca y yo vuelvo mi mirada hacia aquella escena- ¿Quién es el?
- Es Misthy, uno de mis mejores amigos en Francia -explica-. Su padre está aquí por negocios y se estaba aburriendo en el hotel, así que lo traje a casa.
Mi ceja se arqueó.
- Si no te conociera diría que lo hiciste solo para ayudarlo, no para juntarlos nuevamente.
Sus ojos vuelven a mí de inmediato y pone un dedo sobre sus labios, invitándome a callar. Bufo.
- Has actuado irresponsablemente -me sincero, ignorando su advertencia de silencio-, ¿Qué hubiera pasado si tu hermano ya no quisiera volverlo a ver?
Era obvio que poco me importaba la moral de mi novia, la conocía muy bien y aunque el papa en persona viniera a reñirla ella mantendría sus acciones inmutables. Sin embargo, necesitaba saber a través de ella y su inherente gusto por hablar de más, la historia de estos dos. No todos los días te encuentras con una carta tan deprimente.
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The One That You Love
FanfictionIo, un adolescente que vive su noviazgo normalmente con su novia Euridice, todo hasta que un día un ser "desagradable" invade su espacio personal, su nombre es Orpheo y desde este día es el dilema amoroso de Io, por cierto ya mencione que orpheo es...