capitulo 19

94 12 4
                                    

"Tranquilízate, Io", me repito. Su mano aún no soltaba la mía y no parecía tener ninguna intención de hacerlo, ni yo la oportunidad de escapar. 

— Adelántate —indica Eurídice a su acompañante, quien puso una expresión de alivio al no tener que ser parte de esta incómoda situación. 

— Te esperaré en el auto.

El agarre en mi muñeca se suaviza un poco y no desaprovecho la oportunidad de liberar mi mano rápidamente, ganándome en el proceso una mirada de reproche de la rubia. 

"Perdón por no querer tener contacto con la misma mano que acabas de usar para acariciar a otro tipo", pensé con resentimiento.

Nos quedamos varios segundos en silencio, acto que duplicó la tensión entre ambos. Odiaba que esto sucediera pero, en primer lugar, yo ni siquiera pedí hablar con ella.

Cuando el tiempo se volvió insoportable tomé un suspiro y estaba a punto de fingir haber dejado el grifo de mi casa abierto hasta que le escuché hablar. 

— Él no es nadie importante. 

— Vaya revelación —solté, casi sin querer. 

Eurídice cruza los brazos a la altura de su pecho y sus cejas se fruncen un poco. 

— Pensé que este tiempo lejos te había hecho madurar, Io —reprocha—, ahora veo que solo lo usaste para volverte igual que tus amigos. 

Abrí mi boca dispuesto a renegar hasta que me di cuenta que había vuelto a experimentar aquella molesta opresión en el pecho que me inducía a la culpa y el arrepentimiento. Era como si estas últimas semanas hubieran sido borradas y fuera a retomar mi antigua rutina, una que, vista en retrospectiva, incluía muchas escenas como la que tenía enfrente. 

Presioné el puente de mi nariz para tranquilizarme y luego sonreí con amabilidad.

— ¿De qué querías hablar, Eurídice? 

Me mira a los ojos y luego finalmente deja caer sus brazos a su lado.

— Te lo aclaraba porque no quiero malos entendidos entre nosotros, Io.

Mi ceño se frunció un poco intentando comprender lo que trataba de decirme. Es cierto, no tenía un IQ superior pero esto no eran matemáticas, no se me daba tan mal.

— ¿Por qué debes darme explicaciones? —inquiero— No tengo diez años, Eurídice, sé lo que un "cortamos" implica. 

Su mirada se suaviza y suelta un suspiro pesado, murmurando algo por lo bajo antes de bajar un escalón más para estar justo frente a mí, lugar en donde apoya ambas manos sobre mis hombros empezando a acariciarme suavemente con sus pulgares. 

— Esa vez estábamos muy alterados, Io, fue algo un poco impulsivo.

— Te llamé después —recuerdo, sin creer lo que estaba oyendo—. Te llamé y me colgaste el teléfono luego de decir que no querías volver a verme.

Sus ojos se ruedan. 

— ¿Cuántas veces te he dicho exactamente lo mismo y luego lo solucionamos? 

— ¿Y planeabas resolverlo con él? —espeto, señalando hacia la puerta por la que aquel imbécil había salido.

— ¡Esa es la prueba de que aún no estábamos listos! —pronuncia con una sonrisa, como si fuera una revelación magistral— He usado nuestro tiempo separados para pensar que es lo que nos hace falta y cómo mejorar juntos.

A mi cabeza vinieron muchas formas de responder a eso, decidí optar por la menos vulgar pero me di cuenta que no había ninguna, así que me tragué todas las demás y volteé hacia otro lado.

The One That You LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora