Capítulo 10

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Hay momentos en la vida donde un pequeño cambio, algo diferente en la rutina, puede lograr un nivel de placer alto. Algo tan simple como sacudir el sofá y llevarlo frente a la ventana, donde el sol se cuela, y tenderme en él para tomar una siesta, me ha llevado a un punto de éxtasis inimaginable. Incluso el gordo Sir Bigotes disfrutaba de la calidez que en los últimos días habíamos echado de menos.

Cuando me levanté el día siguiente a mi resfriado, la persona a mi lado se había marchado. En la cocina se dejó un desayuno que delataba que había salido recientemente así que, agradecido por no tener que ver su rostro, comí y me reincorporé a mi trabajo lo más pronto posible. Así pasó mi semana.

Interrumpiendo abruptamente mi estado de relajación, mi móvil suena con la canción Poker Face de Lady Gaga, y mis ojos se abren bajo mi ceño fruncido.

- Isaac hijo de perra -mascullo, sabiendo que él había cambiado mi tono habitual. Contesto con mal humor-. ¿Qué demonios?

Ante el silencio miro la pantalla y mis ojos se abren con exageración al ver el nombre de Euridice ahí.

- Lo siento, cariño, soy un idiota. ¿Qué desea la persona más hermosa del universo? -suelto con rapidez, tirando a Sir Bigotes a un lado para poder pararme.

- ¿Qué diablos haces durmiendo a esta hora, Io?

- N-no estaba durmiendo, estaba lavando ropa -me excuso, corriendo a levantar mis prendas de un lado a otro.

- Entonces, ya que has estado haciendo cosas productivas -suelta, enfatizando lo último-, tengo un boleto para mi festival universitario ¿Quieres venir?

- ¿Qué clase de universidad hace...?

- Privada.

Mi cerebro lo comprendió de inmediato. Miré el cálido sofá que había dejado abandonado y arrugue la nariz.

- Tengo mucha ropa que lavar -me excuso-, también debo bañar a Sir bigotes y...

Mi negra bola de pelos saltó por la ventana a la velocidad de un rayo, justo cuando Eueidice volvió a hablar.

- Es un festival con comida.

- ¿Dónde dijiste que quedaba tu universidad?

***

Tienes que dejar de ser tan débil, Io. Me abofetee mentalmente mientras buscaba a Euridice entre ese grupo de seres aparentemente superiores y felices.

Mi rostro era uno de arrepentimiento puro, tan gris como lo matices de mi ropa holgada y desgastada por el tiempo, todo lo opuesto a aquella enorme gama de colores que se dejaba ver en cada ventana, cada columna, cada árbol de aquella enorme universidad cuyo arco de entrada daba la bienvenida en cinco idiomas diferentes bajo el ostentoso título: Universidad Sunset.

- Maldito lugar lleno de personas -mascullo, pisando con molestia el pasto natural recién cortado.

Levanto la mirada para ubicar el lugar donde Euridice dijo que me esperaría y la veo a una corta distancia junto a Pandora, quien puso una cara similar a la mía al verme. Recompuse mi expresión antes de llegar junto a mi novia y la saludé con una sonrisa al ver su atuendo, tan colorido como los adornos.

- ¿Por qué pisas el pasto? -suelta, recibiendo el beso que le doy.

- No había ninguna advertencia de no pisarlo.

- ¿Necesitas que te digan "no pisar" para no hacerlo? -suelta Pandora, como si se refiriera a un perro sin domesticar.

La miro mal.

- ¿Necesitas que te diga que "no me importa" para callarte?

Euridice me da un golpe en el brazo y le muestro mis dientes en una sonrisa inocente. La miro con ternura mientras me conduce a quién sabe dónde, para mí era algo completamente antinatural ver a mi refinada y pulcra novia con aquellas coletas llenas de listones y ese pomposo vestido de colores.

The One That You LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora