Capitulo 6

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— Baian, del uno al diez: ¿Cuánto te gustan esos aretes que llevas?

Al escuchar mi voz, que muy raramente se dirigía a su persona, mi vecino de banca se lleva la mano a la oreja para tocar el brillante pendiente de plata que hacía pocos días se había colocado y luego me mira con extrañeza.

— ¿Para qué quieres saber?

Me encojo de hombros con tranquilidad y con cierto disimulo le enseño un dólar arrugado que traía en el pantalón.

— Te doy este billete si me das esos pendientes.

Baian miró mi oferta en silencio por unos segundos, luego soltó una carcajada tan ruidosa que llamó la atención de todo el salón y seguro hubiera también llamado la del maestro de no haber este salido hace un minuto, quien sin titubeos le habría estampado la cara contra la mesa.

— ¡¿Sabes cuánto costaron?!—inquiere entre risas.

— No sé —respondo con desinterés, guardando mi dólar al ver perdida mi compra— ¿Te salieron en el cereal?

— ¡Más de cien dólares, querido amigo! —se mofa, tirando de su lóbulo en mi dirección— ¿Qué pretendes con tu dólar? ¿Quieres que te venda un chicle?

Le miró con una sonrisa despectiva.

— Le vi un par igual a una Barbie pelona que cuelga de los cables eléctricos frente a mi apartamento, te iba a dar un dólar como mérito por haberlos bajado.

Sus labios se crispan un poco ante mi comentario, pero se recupera fácilmente.

— ¿Entonces por qué mejor no le das esa Barbie pelona a tu novia? Quizás así no corte contigo.

Ahora sí que tuve que mirarle con molestia. Esa era justo mi situación ahora mismo. Todo el dinero que había ahorrado y ganado trabajando ayer en Pinky Sausage se lo había llevado el dueño del edificio y lo poco que me sobró me condenó a gastar solamente un dólar diario desde hoy hasta mi próximo pago. Lo peor del caso es que Sorrento decidió darme el día libre para que celebrara con Euridice sin saber que ni siquiera estaba en las condiciones de llevarla a una acera a comer pizza, y al no ir a trabajar, tampoco podía pedirle mi pago del día.

— Me parece una falta de respeto que te burles de mi situación económica —señalo, volteando el rostro para reafirmar mi indignación.

Baian me observa por un momento y al descubrir que no estaba bromeando suelta un incómodo suspiro y golpea mi hombro con su puño.

— Lo siento, no era mi intención.

Volteo con rapidez y le vuelvo a mostrar mi dólar con una amplia sonrisa en el rostro.

— Disculpas aceptadas, ahora acepta tú el dólar.

Mi amigo solamente se llevó la mano al rostro.

Euridice y yo llevamos tres años de relación, nos queremos, de eso no cabe duda alguna, pero ambos pertenecemos a mundos diferentes.

Durante nuestros aniversarios cumplidos hasta la fecha, Euridice rara vez muestra predilección por celebrarlos, se conforma con cualquier cosa que le doy y ella se limita a regalarme un abrazo y un poco de cariño empalagoso por el resto del día; ella no es fanática de las celebraciones de aniversario, incluso las olvida. En ocasiones me gusta pensar que solo es un poco olvidadiza, pero siempre acabo pensando que quizá no tiene interés en la fecha ya que no puedo darle algo que en verdad valga la pena ¿A quién engaño? Lo tiene todo, nada que pueda darle llenará sus expectativas. Eso es muy frustrante.

Con mi mochila al hombro salgo de mi clase junto al traidor de Baian, quien se negó a darme sus baratijas a pesar de que mi oferta máxima fue dos dólares y un vaso de ramen instantáneo.

The One That You LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora