Mis ojos unidos a los suyos a millas de distancia contenidas en un par de pasos se quedaron prendidos en él por segundos que me supieron eternos. Orpheo quiso pronunciar algo en un momento determinado pero cualquier intento se vió frustrado por el repentino desconcierto que marcó sus facciones, seguro al notar que mis comisuras se levantaron y mi copa se unió a la altura de la de los demás en el aire.
— Salud —pronuncié.
Me llevé el borde de vidrio a los labios y el líquido apenas había besado mi boca para cuando aquel francés con una expresión lejos de ser amena me la retiró con un agarre sobre el mío.
— Déjame explicarte primero.
Una de mis cejas se alzó.
— ¿Explicarme que te vas a Europa? Hay algo llamado humildad, orpheo Gau...
Ni siquiera pude terminar de decir lo que quería para cuando Ian tomó de mi brazo con firmeza y empezó a llevarme hacia afuera, pero no le di gran importancia, ocupé el trayecto para acabar de un solo trago el champagne y alcancé a lanzarle la copa al mesero quien la atrapó con agilidad el aire antes de salir.
No podía detenerme, la bestia que tiraba de mí no tenía planeado hacerlo y así fue como lo último que ví del salón fue a una rabiosa chica luchando contra tres hombres que intentaban bajarla del escenario. Seguramente se había metido en algunos problemas hoy.
Las puertas del elevador se cierran con nosotros adentro pero el ambiente ahora distaba mucho de la última vez que estuvimos en él.
— No tienes que actuar como si te arrepintieras por no decírmelo —le digo tranquilamente al chico ante mí que parecía buscar las palabras correctas para hablarme—, no soy tu esposa, tranquilo.
Su mirada se mostró un poco dolida.
— Esposo —corrigió— y no me hace falta el título para sentir que eres lo suficientemente especial para mí como para merecer saber si me voy del país —declara, tomando el valor para avanzar hacia mí con un poco de vacilación—. Chèrie...
Su mano se adelanta con la intención de tomar mi cintura pero las puertas que se abrieron en ese preciso momento fueron mi boleto de escape el cual tomé sin rechistar, saliendo de inmediato.
— Io —llama su voz desde atrás mientras yo avanzo—, Io, ¿puedes siquiera parar un momento para que podamos hablar?
Me giré con una sonrisa, nuevamente sin comprender.
— ¿Por qué sigues con esto? —suelto, intentando entender por qué sus cejas seguían tan juntas hasta este momento— Amigo, con que me envíes algo desde allá me basta, Sir bigotes sigue queriendo un trajecito.
— No soy tu amigo —corrigió con firmeza y solo giré los ojos—. Estoy intentado hablar contigo, ¿esto te da igual?
Espera por una respuesta pero al ver que no tenía la intención de dársela se adelanta un paso más con su ceño aún más fruncido que antes y un aire de consternación en sus facciones.
— ¿De verdad te da igual?
Le miré por un momento y al final acabé por soltar un suspiro, dando unos pasos para poder apoyar mis manos sobre su hombros.
— orpheo, no estoy molesto, me siento feliz por ti —aclaro, viéndole a los ojos para demostrar mi sinceridad—. No tienes que explicarme todo, es tu decisión y yo estoy bien con eso. No hagamos que esto se vea como algo tan grande.
Le di un par de palmaditas sin borrar mi sonrisa, invitándole a él a responderme con el mismo gesto y que solo hizo hasta luego de un momento en donde su mirada se llenó de algo indescifrable.
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The One That You Love
FanfictionIo, un adolescente que vive su noviazgo normalmente con su novia Euridice, todo hasta que un día un ser "desagradable" invade su espacio personal, su nombre es Orpheo y desde este día es el dilema amoroso de Io, por cierto ya mencione que orpheo es...