-Adeline-
Amelia se había ido a la universidad ya hacía unas cuantas horas, yo había decidido dormir un poco más de tiempo pues no tenía mucho que hacer ese día. Estaba cansada, la noche anterior había sido bastante difícil tras la pesadilla que Amélie había tenido, aún estaba somnolienta y desconcertada, cosa que pasa tras desvelarse, claramente. Esa mañana me quedé mirando al techo por un rato, Dios, verdaderamente me sentía agotada. Por fin tuve la fuerza suficiente para levantarme y arreglarme, me vestí, maquillé, peiné y salí de la habitación, necesitaba comer algo si quería sentirme más despierta así que fui directo a la cocina, Ella estaba ahí, sirviendose cereal de una caja.
-¡Buenos días linda! Amelia salió más temprano. - dijo ella, con esa voz coqueta tan suya.
-Buenos días Ella. Lo sé, así es cada día. ¿Me sirves un poco?
-Claro que sí Addy. Entonces no pasan mucho tiempo juntas, bueno, era de esperarse, ambas con vidas tan exigentes, me pregunto si si quiera se disfrutan. Lo que sea, ¿qué harás hoy?
-Me pregunto exactamente lo mismo, no tengo nada planeado y no me siento a pintar, de cualquier forma, ya entregué los cuadros que me pidieron.
-Vaya, artista reconocida, eh. ¿Y si me llevas al museo donde las encontré el primer día? No me detuve a ver gran cosa, solo buscaba a Amelia, pero ella estaba muy ocupada contigo.
De repente, escucharla se volvía un fastidio, parecía que cada oración que decía estaba planeada milimétricamente a ser incómoda, hasta sínica me atrevería a puntuar. Esta chica no había venido solamente a visitar y era obvio que yo no le agradaba. Me detuve a pensar un poco sobre su propuesta, realmente no tenía ningún problema en pasar con ella un tiempo, pero supuse que si aceptaba sería un día muy largo.
-Me parece bien, de paso puedo ver si hay alguna crítica nueva sobre mis pinturas, vamos, entre más tarde más gente habrá.
Con esto último dejamos la casa atrás. Durante el camino platicamos un poco, nada importante realmente. Su caminar era bastante seguro, siempre llevaba la misma sonrisa aparentemente dulce en el rostro, sus ojos iban descansados y se veía muy tranquila, tanto que comencé a sentirme más relajada a medida que el tiempo pasaba. El museo estaba medianamente lejos de la casa, las pausas en el hablar se volvían continuas, pero era imposible que nos mantuviéramos calladas durante tanto tiempo, se habría vuelto demasiado incómodo. Ella podía notar mi inseguridad, incluso mi miedo a que el silencio nos consumiera, decidió entonces hacer una pregunta que le daría de donde enganchar una conversación más larga.
-Y ¿cómo se conocieron ustedes dos? ¿cómo se volvieron tan cercanas en tan poco tiempo?
-Es algo gracioso de contar. Verás, Amelia iba a perder un tren, le extendí la mano para que subiera y caímos una sobre la otra. Nos miramos unos segundos y hubo una especie de conexión. Durante el viaje charlamos y le di mi teléfono porque me pareció alguien agradable. Hubo un malentendido y creyó que le coqueteaba así que cuando nos volvimos a ver ella ya iba con una noción en especial. Nos besamos... Fue...
-Ya, es suficiente, no quiero saber más detalles sobre lo que sintieron al besarse. No me interesa.
-Tú preguntaste sobre la historia. ¿No te gusta el romance? ¿Nunca te has enamorado?
Después de que le dije eso, Ella paró su andar, respiró, mantuvo la calma y volteó hacia mi.
-Claro que me he enamorado, es solo que las palabras cursis no son mi estilo. ¿Y si le hablamos a Amelia para ver si comemos algo luego de que salga de clases?
-Me parece una gran idea.
Entonces retomamos nuestro camino hacia el museo. Durante el resto del pasaje no charlamos de nada más, y cuando llegamos a la exposición nos limitamos a hablar sobre el arte, la composición de los cuadros, los colores, el aparente significado, entre otras cosas. Me impresionó que supiera tanto del tema, tenía sentido, su familia era poderosa en México y las personas así suelen tener un extraño interés por el arte. Después de eso, salimos por un helado para ganar tiempo mientras llegaba la hora de ir por Amelia para comer. El ambiente se sentía tenso al menos para mí, pero lo que más escalofríos me causaba era que Ella se veía simplemente perfecta, si se sentía incómoda no había manera de saberlo, y eso me hacía estremecer. Debía aguantar hasta que pudiera ver a Amelia nuevamente, definitivamente sabría que hacer con Ella, solo rogaba que el tiempo corriera más rápido, no sabía si podría aguantar más fingiendo serenidad.
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Francia
RomanceFrancia, una de las naciones más bellas a visitar, su historia, cultura, ritmo de vida, todo es muy placentero allá... Una chica Mexicana toma la decisión más grande de su vida debido a un peligro que se aproxima a ella, volar de su nación o quedar...