Capitulo 4: Lejos de casa

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Escuché una voz que me hablaba en una lengua que amo, el francés, por esta razón comencé a abrir mis ojos poco a poco, era Adeline quien me hablaba, pero parecía apurada, se acomodaba el cabello mientras me hablaba, mostraba un poco de desesperación en su mirada.

Me levanté a prisa con el propósito de entender qué era lo que estaba sucediendo, al final, recordé que se suponía a las 6 de la mañana ella debía entregar ciertas obras para que le dieran apertura a su exposición así que perdí el sueño en cuestión de segundos, pero ella parecía más preocupada por alguna otra situación, me miró y comenzó a llorar...

Yo no entendía qué estaba sucediendo, tan solo unas horas antes nos reíamos al ver una comedia bastante divertida y ahora lloraba. Adeline se acercó y me dijo:

-"Perdóname por lo de ayer, por absolutamente todo lo que sucedió , ¿Podemos olvidarlo?"

En ese instante todo se vino abajo, mi ser, mi euforia y emoción.

-"No entiendo lo que me quieres decir."

-"Amelia, nos conocemos de a penas unos cuantos días, no voy a arruinar mi vida por un amor pasajero... Creo que es mejor que te vayas."

-"Como desees."

Tomé mi celular y salí de su casa con total decisión y la frente en alto. Lo que ella no sabía era que del otro lado de mi rostro había unas cuantas lágrimas, unas cuantas arrugas de enojo, un poco de desolación, un poco de todo.

Caminé por el camino que recordaba, las imágenes no eran claras los recuerdos mucho menos y mis ojos atrapados entre lágrimas y mi corazón lastimado... simplemente vagaba por el paisaje Francés. Casi nadie se paseaba por aquellas calles, tal vez también tuviese que ver con que eran aproximadamente las 5 de la mañana y con que en realidad tampoco sabía donde me encontraba. Vi un restaurante de comida mexicana abriendo sus puertas al público. Entré.

-"Bonjour Mademoiselle ..."

-"Oh, pueden hablar en español, soy mexicana."

-"¡Perfecto! Los mexicanos que vienen aquí tienen una de tres razones para venir; porque extrañan los sabores, porque quieren presumir la comida de su región o porque vienen a embriagarse.¿Cuál es la suya?"

-"5 rounds de la tercera por favor."

De esta manera terminé contándole toda mi historia a aquella mesera de mi mismo país, ella se compadeció y propuso llevarme a casa. Estando poco lúcida acepté, ella me llevó hasta mi casa minimalista y se esfumó.

Veía dos cerrojos y a penas podía controlar mis pasos, me tambaleaba a cada zancada que daba, mi corazón dolía, mi vida dolía, todo dolía. Tal vez no fuera el hecho de que ella me hubiera dejado, si no el rencor que sentí hacia las palabras que le escuche pronunciar; arruinar su vida.

A la mañana siguiente, la cabeza aún me dolía con gran fuerza, yo no suelo tomar de esa manera, tengo contadas las veces que he caído en aquello y solo puedo recordar tres; la mañana en que mi padre falleció, la noche en la que tuve que salir de mi país y ayer. Seguramente esa era la razón por la cual me había caído tan pesado todo aquello, pero en fin, hoy era mi último día de descanso y turisteo antes de entrar a clases así que debía aprovecharlo aunque técnicamente ya no me quedaban muchas horas.
Después de darme una ducha y deshacerme del olor que se avivaba en los poros de mi piel, elegí un bonito conjunto y salí de mi casa a pie, como casi era hora de la comida sentí necesidad de ir al restaurante mexicano que una noche antes me había acogido, simplemente para dar las gracias, así que, aún recordando el camino llegué al establecimiento.

Saludé con cordialidad, e inmediatamente una mesera se me acercó:
-"¡Si tú eres la chica que llevé a noche a su morada!", dijo ella con una gran emoción.
-" Justo de eso quería hablarle... Lamentó mucho la conmoción que causé a noche, no era mi intención que mi manera de beber se haya salido de control y me hayan tenido que llevar a mi casa. Aún así, muchísimas gracias."
-"Guapa, no te preocupes, para eso estamos la familia nacional, verde blanco y rojo ¿si?, y se ve que te hace falta una por acá"
-"Ni que lo diga, ni si quiera amigos tengo, pero aún así, mañana empezarán mis clases y seguramente conoceré unas cuantas personas"
-"Pues déjame decirte, que los franceses aquí tienen muy mal carácter, pero hay unos cuantos que te aseguro podrán hacerte pasar un buen rato. Te invito el desayuno, me llamo Clara"
-"Mucho gusto, mi nombre es Amelia"
Y de esta manera, conocí a quienes podrían llegar a ser mi familia tan lejos de casa.

FranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora