CONEJO.-II

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Tenía muchas cosas planeadas, darme un baño, embriagarme, dormir un par de horas, volver a beber, fumar un poco, probablemente ir por alguna mujerzuela que no me causará tanto asco y si tenia tiempo ir a reabrir mi despacho.

Todos mis planes quedaron totalmente descartados cuando abrí la puerta y vi a Arti bebiendo café con Sebastian.

—¡Moe! Ya te daba por muerto— Arti corrió a abrazarme —Y apestas a muerto, deberías bañarte.

—Cállate mierdesilla, olías peor antes de que invadieras mi casa— Le conteste en tono de broma pero siendo sincero me sentía ofendido.

—Mi buen amigo— Sebastian se levanto de mi sillón para saludarme —Aunque me hiciste ganar una buena suma en mi apuesta contra cocinero debo decir que desaparecer durante una semana no es algo que hable muy bien de ti como trabajador— Me abrazo y me beso las mejillas —Pero al no pedirte cartas de recomendación supongo que eso era algo que debía esperar— Se paseo por la sala pasando un dedo sobre las paredes.

—Mi muchacho, Dago, me dijo que te quedaste con el sobre y que no aceptaste el pago— No podía verle la cara pero estaba seguro de que él infeliz reía.

—Si, yo... ¿Eso fue todo lo que te dijo?— Tenía que ser precavido, no sabía si el asunto del pastor debía ser tocado.

—Solo eso necesito saber, ¿O acaso hay algo más?— Giró la cabeza para verme a los ojos y efectivamente el infeliz reía.

—No, eso era todo, solo creí que la explicación había sido muy pobre— Mentí como pude.

—Querida, ¿Podrías dejarnos por un momento a solas? Mi amigo Moe y yo tenemos algunas cosas que discutir— Arti asintió y se fue a mi cuarto —¿Podrías salir del edificio? No quiero que nadie escuche lo que discutiremos— Arti solo arqueo las cejas y se fue.

Sebastian esperó unos minutos antes de mover un solo músculo.

—Ahora que solo estamos tú y yo seré honesto, odio las mentiras— Enfatizó eso último.

Un par de gigantescas manos salieron del piso justo donde yo estaba parado, me sujetaron de los brazos y me pusieron de rodillas en el suelo.

—Y si piensas cometer la idiotes de mentirme al menos trata de hacerlo bien— Sebastian estaba furioso.

Otro par de manos aparecieron, estas eran únicamente huesos y salieron de mi pecho, ambas se dirigieron a mi cuello y comenzaron a estrangularme y a mantener mi cabeza fija en dirección a Sebastian.

—Yo lo sé todo mi pequeño detective, se que ese viejo de Goodman los extorsiono para que hagan un pequeño trabajo para el y también se lo de tu pequeña aventura en el club Irá, lo que no se es porque tardaste tanto en volver, aunque por tu olor diría que estuviste bebiendo toda la noche— Parecía estar muy divertido por la situación.

Su cara comenzó a hacer una grotesca mueca con una espeluznante sonrisa de oreja a oreja mientras las cuencas de sus ojos desaparecían, de su espalda comenzaron a salir una gran cantidad de tentáculos que se acercaban a mí lentamente.

—El pastor me contactó poco después de haberlos soltado y por lo que me dijo es muy importante que eliminen a ese "conejo", ya hablé con Dago, te esta esperando en esa sucia cafetería que tanto te gusta, me dijo que fuiste al club Lujuria por algo de información, ruega a todos los dioses por encontrar a ese sujeto esta misma noche, sino ni te imaginas el problema en el que todos estaremos— ahora sonaba preocupado e incluso asustado.

Su rostro volvió a la normalidad, sus tentáculos desaparecieron y las manos que me sujetaban se evaporaron, Sebastian solo se sentó en el sillón y se echo a dormir, yo corrí aterrado con rumbo a Donn's coffe.

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