PERRO.-II

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No podía ver, no podía escuchar, tan solo podía oler, el lugar apestaba a humo.

Intente correr pero no sentía que avanzara, era como si mi cuerpo flotara.

Algo estaba sobre mi espalda, algo pesado, no sabía que era pero sabía que debía de protegerlo. Volví a intentar correr.

Aunque no avanzaba sentí como me tropezaba, algo salió volando de mi cabeza, una máscara, la vi por un segundo y pude notar la forma de rata.

Había recuperado mi visión, estaba en algún callejón de Sunshine park, me senté en el suelo y baje lo que fuese que tenía en la espalda.

Era algo pesado, envuelto en sábanas, apestaba a quemado.

Lo desenvolví poco a poco y con mucho cuidado, no podía parar de llorar.

Era una niña, de tal vez ocho años, apenas y era posible reconocerla, estaba totalmente quemada.

Yo sabía quien era... sobre mis brazos tenía el cadaver de Arti.

Volví a hundirme en la obscuridad.

—Moe...— alguien me hablaba.

—Vamos niño reacciona— las voces eran muy lejanas, pero se acercaban.

—Vamos, danos una señal si nos escuchas— Ese era Guapo.

Moví un dedo.

—Bien, démosle algo de tiempo en lo que asimila su nueva cabeza— Ese fue Cocinero,
¿Nueva cabeza?.

El tiempo pasó y seguía sin poder mover mi cuerpo.

Mi columna comenzó a hormiguear, poco a poco la sensación recorrió todo mi cuerpo, en cuestión de segundos pasó lo mismo con mi cabeza y pude abrir los ojos. Frente a mi estaban Guapo y Cocinero.

—¿Qué tal el viaje hijo?— Cocinero me tendió una mano para ayudarme a levantarme.

—¿Acaso morí?— me dolía el cuerpo entero.

—Perdona, pero si te lo decía antes quizá no lo hubieras aceptado— se excusó Guapo —Verás, tu milagro es uno... bueno no es para nada envidiable... en realidad es bastante desagradable.

—No te entiendo... sólo dijiste que me ayudarías con mi milagro y me desmayé— aún me sentía algo mareado y débil.

—No te desmayaste— Cocinero tomó la palabra y comenzó a reír —Pulimento; es el nombre de mi milagro, puedo sacarle filó a cualquier cosa, incluso al aire, tú, amigo mío caíste decapitado por obra mía— me lanzó un pequeño espejo de mano —Velo por ti mismo, tienes una cicatriz en el cuello.

Cocinero tenía razón tenía una gran cicatriz en el cuello, y no solo eso.

Y no solo eso.

—¡¿Qué  puta mierda le pasó a mi cara?!— la cicatriz realmente era lo de menos, no podía reconocer mi propio rostro.

—Tranquilízate hijo— Guapo se acercó a mi y me abrazó para detener mis movimientos erráticos —Tu milagro es mejora, y la forma en la que mejoras es poniéndote la cabeza de otras personas.

—No te entiendo— trate de calmarme pero aún me sentía histérico.

—Al ponerte la cabeza de otras personas puedes tener acceso a todo lo que esa persona fue en el pasado— me explico Cocinero —Puedes hurgar en sus recuerdos y tu cuerpo tomará su memoria corporal, si tomas la cabeza de un tipo musculoso tu cuerpo comenzará a generar sus fibras musculares asta tener el físico que él tenía, lo mismo con un gimnasta y un peleador profesional, tu cuerpo se mejorara asta llegar al nivel de esa otra persona.

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