Rebeka se levantó lentamente, no estaba muy segura de donde estaba.
Respiro profundamente, para encontrarse que estaba desnuda en la gigante cama de Mario.
Genial, se había acostado con él de nuevo.
No recordaba nada de la noche anterior, Alex le había dado una droga muy fuerte, hablando del diablo, el último recuerdo que tenía Rebeka era de haberse besado con él. Eso sí le dio nauseas y se levantó corriendo al baño a vomitar.
Mario Urrutia tenía un baño enorme, de castillo, con espejos en todos lados, así que después de vaciar su estómago, se pudo visualizar en uno. Estaba extrañada, tenía algunos moretones en lugares donde estaba segurísima que antes no, y se veía tan delgada, seguía sin poder creer que estuviera embarazada.
Se quedó mirándose un momento más, y lentamente sacó la pancita, con la esperanza de verse más gordita e imaginar cómo se vería cuando tuviera al bebé.
El bebé.
Inmediatamente vino a su mente su hijo y se sintió el ser más miserable del planeta, cómo había sido capaz de hacer algo así? Todo lo que le estaba haciendo a su hijo era una gilipollez, que lo estaba envenenando con esas mierdas. Tenía que confesar que lo que había hecho una cosa muy fea al consumir sus drogas otra vez, y todo por sentir que Ander la había abandonado. Sacudió la cabeza con pesar, siempre se odio por depender tanto de él, que tenía que aprender a salir adelante sin su presencia en su vida. Ella lo había dejado y tenía que aprender a soltar a las personas, pero siendo honesta consigo misma, probablemente a la única persona que no lograría soltar del todo sería a Ander.
Pero ahora tenía No una, si no dos razones para salir adelante y ser mejor, siempre pensó que había dejado las drogas por Ander, y quizás en su momento lo fue así, pero ahora ella quería ser mejor por sus hijos, quería ser una madre ejemplar y quería que sus hijos se sintieran orgullosos de ella.
Así que sí, decidió que dejaría para siempre las drogas, y que no tenía que estar con ningún hombre para sacar adelante a sus hijos.
Bajo las escaleras lentamente, Mario se había ido temprano, era un hombre trabajador que desde muy temprano estaba activo, atendiendo sus negocios y viendo sus inversiones en la bolsa. Rebe tenía que reconocer que en otro momento se hubiera enamorado de él. De cuántas personas no se hubiera enamorado si no amara perdidamente a alguien ya.
-A dónde vas?- Alex estaba en una pijamada muy ridícula abajo, comiendo cereal de colores, era todo lo contrario a su hermano.
- A mi casa- dijo de manera obvia.
-Quien te ha dicho que puedes irte a tu casa?- La ojiazul río al escuchar esto
-Nadie tiene que darme permiso para que yo haga lo que me dé mi puta gana.
-Te equívocas, aquí en esta casa no se hace nada sin que Mario lo autorice
-Perdón? Estas idiota o qué? Yo hago lo que quiera.
-Ya no chula, en el momento en que aceptaste casarte con Mario te volviste de su propiedad. Haces lo que él quiera cuando quiera.
-De que mierda me hablas ? Yo no acepté nada.
-Que si, que mira- sacó su teléfono y le enseñó el video, donde el mayor de los Urrutia le pedía matrimonio y ella aceptaba -Amó a mi hermano, y solo tú provocas esta felicidad, así que te quedas en esta puta casa quieras o no.
- Ja Ja, pues mira cómo me voy, camino a l puerta levantándole el dedo de en medio, pero los guaruras se colocaron ahí obstruyendo el paso.
-Déjenme pasar joder- lucho contra ellos, pero eran más y más fuertes, justo cuando estaba por soltar ostias o gritar, sintió un piquete en el cuello que la hizo relajarse lentamente.
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Siempre en mi mente
Fiction généraleNovela inspirada en los personajes de Élite. Parte de sus historias de la serie, pero adaptadas a un universo alterno