Capítulo XVIII.

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Capítulo XVIII: "Último golpe".

F - 28 años • J - 20 años.

Un automóvil paro en la entrada a la mansión de la residencia Bulsara.

El castaño bajo primero del automóvil y permitió que el pelinegro bajará, para después escoltarlo hasta la mansión.

— Hijo, ¿Cómo estás? ¿Cómo está Paul? –saludo Bomi con un abrazo a su hijo.

— Cansado del viaje, pero preparado para mañana, mientras que Paul sigue entrenando a Ónix, se ha vuelto muy unido a ese caballo, creo que sí sigue así lograremos que Paul tenga un caballo entrenado y digno de él –respondió orgulloso.

— ¿Dejaras que lo lleve a la prueba en el hipódromo? –pregunto su padre.

— No, ya que Paul no permite que nadie más monte o trate con Ónix y yo no permitiré que mi hijo sea un corredor de carreras –dijo seguro.

Bomi miro a su hijo y soltó una pequeña risa.

— Ahora entiendes lo que te decía cuando eras más joven –le recordó lo que hacía años habían discutido.

Freddie simplemente bufo por lo dicho por su padre y mejor dejo de discutir.

— Vamos a planear, hay una guerra que ganar –dijo el mediano.

Bomi rio nuevamente por el claro enfado de su hijo.

— Bueno, muchachos, pasen a mi despacho, tememos planes que hacer –dijo el Don.

Ambos hombre siguieron al mayor hasta el despacho y empezaron a hablar.

— Si atacamos por el norte podremos doblegarlos –dijo Freddie.

— Necesitaremos al menos cien capos más para poder lograr algo como eso, Fred –dijo el castaño– en la actualidad no muchos jóvenes son de fiar, pues solo buscan la reputación de ser un Fénix y no pienso reclutar más y volver a pasar una infiltración nuevamente –protesto.

— ¿Hubo infiltrados? –pregunto el Subjefe.

— Sí y créeme que el final que tuvieron sirvió de lección a muchos de los hombres de rangos bajos –dijo con frialdad.

— Tengo miedo de preguntar qué fue lo que pasó –dijo el mediano.

— El general –señaló al menor– se encargó personalmente de decorar los árboles cercanos a la residencia Byrne –dijo Bulsara– es una máquina de matar.

— Para eso fui entrenado... Secuestrar, torturar, matar y desaparecer los restos, no es gran cosa... –dijo con indiferencia.

Freddie miro a John impresionado por lo calmado que esté se notaba aún con lo que había dicho, claramente el menor ya era un auténtico demonio, digno de las pesadillas de cualquier persona que tuviera la mala suerte de cruzarse y obstruir su camino.

Definitivamente John tenía un trono que lo esperaba en el infierno.

— Está decidido –dijo su padre.

Freddie salió de sus pensamientos al escucharlo hablar, no había prestado atención por pensar en la forma de actuar de John.

— Me retiro, con su permiso –hizo una reverencia y camino hacia la salida.

Cuando John salió del despacho y Freddie miro por unos segundos a su padre, como esperando una explicación de lo que habían planeado.

— Te recomiendo que te prepares para mañana –le dijo su padre– yo tengo algunos asuntos que arreglar para la victoria de esta guerra –dijo Bulsara antes de levantarse y caminar hacia su licorera de madera.

Un Fénix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora