Un Fénix.

Capítulo II.

Capítulo II: "Nueva vida".

15 años.

John empezaba a acostumbrarse a su nueva vida con los Fénix, aún cargaba con el recuerdo de la muerte de su hermano.

Sentía cierta culpa por su hermano y al ahora ser un criminal.

Los Fénix no le pedían que fuera un asesino, solo era un soldado entre sus filas, era el encargado de cobrar la protección en algunos negocios y sino cooperaban siempre podía sacar sus anillos y practicar un poco de Box. Él mismo llegó a impresionarse por lo violento que podía llegar a ser si se le provocaba.

Aunque había dos cosas que hacían diferente a John de los demás mafiosos; su respeto por las mujeres y niños y su vestimenta peculiar.

John tenía una regla para sí mismo, nunca tocaría o dañaría a una mujer, ni a niños.

Y su pulcra vestimenta, John solía llevar un traje negro con una camisa blanca, chaleco negro y una corbata roja, con un inconfundible fedora negro y oculta bajo su pesado saco, la funda sobaquera para su pistola.

En el año que había trabajado con los Fénix como cobrador se le empezó a conocer como "el Demonio".

Solo tenía 15 años y John ya era un soldado apreciado por los líderes de los Fénix, debido a su lealtad e inteligencia.

Bomi Bulsara, Robin Doppler, Daniel Gibb y Michael Nielsen veían como el castaño subía de rango y se sentían orgullosos de él, era un buen aprendiz y sabía que el menor sería capaz de dar su vida por alguno de ellos.

John estaba cargado su pistola cuando llegó Freddie.

— John ¿Listo? –lo llamó Freddie.

— Sí, ¿Qué hay para hoy?–pregunto colocando su pistola en la funda.

— El viejo Peter no quiere pagar su cuota acordada, necesito que le recuerdes por qué necesita nuestra protección –ordeno el mayor.

John inmediatamente entendió a qué se refería el pelinegro.

Ambos hombres salieron de la casa y caminaron hasta donde estaba el automóvil que los esperaba, el chófer abrió la puerta de Freddie mientras John subía en el lado apuesto del pelinegro.

El chófer subió a su lugar y empezó a conducir, al salir de la residencia dos autos más se aliaron con su auto, uno enfrente de guía y otro atrás de guardia.

— ¿Cómo va todo con Verónica? –pregunto Freddie.

El menor suspiró con pesadez.

— Se encuentra muy preocupada por el tema de a lo que me dedicó, tiene miedo, Freddie, teme que un día salga de misión y... No vuelva –dijo lo último como un susurro.

Freddie miro a su compañero y lo tomo por el hombro.

— Ey, es normal... Ella es tu novia, tú eres un mafioso en ascenso, pero estamos de acuerdo a qué no es probable que algo te pase, somos imparables –dijo Freddie haciendo sentir seguro a su amigo– es normal que se preocupe, eso demuestra que te ama –finalizo.

Al terminar de decir eso una pequeña risa se escuchó.

— ¿Qué es lo gracioso, Campbell? –pregunto Freddie de una manera muy seria.

— ¿Cómo saben que esa chica siente afecto por Deacon y no síndrome de Estocolmo? –Pregunto mientras John se tensaba por el cuestionamiento– ¿hace cuánto la secuestramos? ¿2 meses? ¿5 meses? –hizo énfasis en los tiempos mencionados.