Capítulo XIV.

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Capítulo XIV: "Hombres duros".

F - 26 años • J - 18 años.

Freddie se pasó las manos por el cabello, tratando de calmarse un poco.

Estaba tan metido en sus pensamientos que ni siquiera escucho cuando su hijo entro en la habitación.

— Papá, ¿Estás bien? –pregunto el niño mirando a su papá.

— Eh... Yo... Sí –respondió Freddie tratando de ocultar su preocupación.

— ¿Cuándo volverá John? –Pregunto– Noah y yo lo extrañamos –dijo el niño.

— Baham, John se está recuperando, no sé cuándo será dado de alta –le dijo al niño.

— Papá, ¿John pudo haber muerto? –pregunto el niño.

Freddie suspiro y trato de evitar la mirada su hijo.

— Baham... –dijo Freddie omitiendo la pregunta.

— Papá... –el niño lo miro de manera suplicante.

— Ve con Daniel y Tommy, deben estar con los potros –dijo mayor.

El niño solo soltó un bufido y mejor obedeció, sabiendo que su padre se encontraba muy estresado y podría explotar muy fácil.

Freddie escucho como su hijo salió de la habitación.

El pelinegro se levantó y camino en dirección a la salida, cuando estaba por bajar las escaleras vio a Sarah salir con el pequeño Noah en sus brazos.

— Sarah, buenas tardes –saludo a la mujer.

— Ah, joven Mercury, ¿Necesita algo? –pregunto la mujer con mirada maternal.

— ¿Me permite tener a Noah? –pregunto mirando al niño.

— Por supuesto –respondió la mujer con una sonrisa.

La mujer le entrego con cuidado al bebé.

Freddie cargo a su ahijado y lo miro por unos segundos y sonrió cuando noto como el bebé trato de tomar uno de sus mechones de cabello.

— Me retiro, joven Mercury –dijo la mujer educadamente.

— Gracias Sarah –se despidió el pelinegro.

Freddie bajo las escaleras y camino hacia afuera, para ir al jardín.

— ¿Extrañas a tu padre Noah? –le pregunto al niño.

El niño miro a Freddie y soltó una pequeña sonrisa.

— Me alegra que seas tan pequeño y no tengas que ver a tus padres en todo esto –dijo– tu madre enferma y tu padre hospitalizado por mi culpa –se culpó.

Freddie se sentía culpable por lo que a John le había pasado y no solo por lo del castaño sino también por todos los hombres que habían muerto a su mando.

Su conciencia se encontraba intranquila.

Se sentía impotente e incapaz de poder manejar a toda una mafia y sabía que sino pudo hacerlo en un día que su padre faltó, no podría cuando esté se retirará de manera definitiva.

Sabía que jamás sería un hombre como lo era su padre y ni siquiera llegaría a su sombra.

Su padre era un hombre recto, aun estando en el mundo criminal, el hombre prefería usar las palabras antes que la violencia y solía pensar con la mente fría antes de actuar, en cambio él... Él sería capaz de desatar una guerra por una ofensa.

Un Fénix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora