Capítulo XX.

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Capítulo XX: "Retiro".
Capítulo corto.

Palermo, la capital de Sicilia en Italia, con una hermosa playa paradisíaca, en las mejores épocas se llenaban de tantas personas de todo el mundo, todos en busca de olvidarse del estilo de vida que llevaban diariamente.

Él, con tranquilidad camino al balcón de aquella hermosa casa situada en una de las zonas más apartadas de la urbe capitalina.

Permitió que sus tirantes colgarán a los costados de su cuerpo, dejo su boina y pistola en la pequeña mesa a su lado.

Se sentó en aquella mecedora como solía hacerlo desde hace unas semanas, en su mano un vaso de whisky con hielos, contemplado con satisfacción el enorme mar frente a la colina dónde estaba la residencia, permitiendo poder relajarse.

Dejo el vaso en la mesa y tomo sus cigarros, escogió uno, lo poso entre sus labios y lo encendió, realizando una calada.

La mafia lo ha jubilado, con lujo vive el retiro.

Habían pasado algunos años desde el enfrentamiento en Leicester, cuando le dispararon el cayó al suelo y hubiera muerto sino fuera por el señor Byrne, quién lo protegió durante el resto del conflicto y gracias a eso, los policías no se habían asegurado de que estuviera muerto.

Después de eso estuvo hospitalizado durante un mes entero. Su padre tuvo que pagar una gran fortuna para que nadie se enterara de que él estaba vivo.

En cuanto se encontró en perfecto estado de salud su padre decidió enviarlo a distintos lugares para ocultarlo, primero Irlanda, posteriormente Japón, Grecia, India, Francia, Estados Unidos, México, Colombia, Canadá, Argentina, Brasil, entro otros tantos, no duraba más de 9 meses en un país, eso hasta que los Corleone lo llevaron a Palermo.

Había aprendido tantas cosas en todos esos lugares, había disfrutado de su cultura y como una distracción empezó a escribir poesía, principalmente cuando estaba solo, esas mismas las había empezado a publicar (de manera anónima) desde hace dos años y al público les habían fascinado.

Desde hace tiempo había desarrollado indicios de depresión cuando su padre le informo que John había muerto.

Extrañaba a Baham, a Noah y a su padre, pero sobre todo en el mundo, a John, realmente añoraba al menor.

Él se había convertido en su guardián, su compañero, su amigo... Su todo.

Le entristecía el saber que si John estuviera vivo apenas tendría 27 años, sería muy joven.

Termino su cigarro y se sirvió un poco más de whisky, estaba dispuesto a embriagadorse ese día, aprovecharía que los hombres de Corleone lo habían dejado solo en la mansión.

El sonido de las olas contra las rocas de la colina lo relajaban.

Volvió a beber otro trago de alcohol, mientras se seguía perdiendo en sus pensamientos.

Así fue, hasta que escucho el sonido de unos pasos acercándose, pero había un golpeteo que acompañaba esos pasos.

De manera rápida se levantó de su silla y tomo su revólver y apunto hacia donde provenía el sonido, detrás de él, en la oscuridad de la habitación de entrada al balcón.

— ¿Quién es? –preguntó.

Los pasos se escucharon más cerca y Freddie no dejo de apuntar, eso hasta que escuchó una voz.

— Necesitarás más que una bala para acabar conmigo –respondió aquella persona en un tono un tanto burlón.

Freddie miro como la persona que estaba en la sombra se acercó aún más, hasta que fue iluminado.

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