Lazarillo

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La vio caer antes siquiera de haber procesado que pretendía saltar de la puñetera ventana. Sin apenas darse cuenta de lo que hacía y de las consecuencias que aquello podía tener para él invocó el poder que le quedaba y lo dirigió hacia Salena. Se quedó a oscuras mientras el viento rodeaba la chica y cambiaba el ángulo de su caída bruscamente, cualquiera que estuviera mirado en esa dirección se daría cuenta de que aquello era magia, pero no tenía tiempo de pensar un modo más sutil. Morthab hubiera querido mantenerla flotando en el aire, o elevarla hasta su destino, pero estaba agotado y todo cuanto pudo hacer fue separarse corriendo del grupo de hombres entre los que estaba dirigiéndose a la pared donde estaban las ventanas a las que Salena se había asomado y rezar a cualquier Dios que quisiera escucharle para que aquello saliera bien. Hubo un instante de quietud y silencio en el que la misma batalla pareció detenerse a sus espaldas. ¿A caso no lo había logrado? La esclava debería haber caído en sus brazos pero estos seguían vacíos. ¿Había fallado y su debilidad le había costado...? Sus pensamientos se interrumpieron cuando algo chocó en diagonal con él, mandándolo al suelo con una exclamación ahogada, el leve grito que respondió le confirmó que era Salena. Tal vez había calculado mal el tiempo a fin de cuentas.

Respiró hondó y volvió a llamar a su poder para distinguir lo que ocurría a su alrededor. No se dio cuenta de lo optimista que había sido hasta que pudo percibir "cosas" a su alrededor. Toda figura carecía de facciones o formas definidas. Las personas, los arboles... eran solo moles blancas y grisáceas que se ondeaban sin ninguna clase de coherencia.
— ¡¿Morthab, estás bien?! —Salena le salió de encima y le acarició el rostro.

—Sí, vamos. No podemos quedarnos aquí. —Hizo un esfuerzo para darse la vuelta e incorporarse pero sus piernas no eran sostén suficiente para todo su cuerpo. Se tambaleó, amenazando con caerse de bruces al suelo y la chica se apresuró a tomarle del brazo para equilibrarle.
—Bien, primero nos alejamos entonces. —En la forma que se suponía que era la chica hubo una ondulación en la parte superior pero el albino no pudo estar seguro de si se trataba de un asentimiento o de si solo se había movido su pelo, podía ser que se hubiera girado para mirar en alguna dirección. Le era imposible saberlo.

Echaron a andar lo más deprisa que el precario estado de Morthab les permitía mientras a sus espaldas la batalla continuaba. Los Cazadores parecían haber ganado vigor al ver a una de sus presas usar su poder, un hechicero estaba escapando de ellos en sus narices pero los esclavos seguían luchando para llegar a la casa y arrasar con todo cuanto encontraban. Algunos no se habían dado cuenta de lo sucedido y a otros no les importaba pero la mayoría gritaba ahora en dirección a Morthab para que acudiera en su ayuda con sus poderes. El albino les oía pero no les escuchaba y solo se tranquilizó cuando se convirtieron en un rumor lejano.

Fue entonces cuando se percató de que Salena temblaba aferrada a él. Con todo lo que había sucedido esa noche no es que le faltarán motivos pero la idea de que lo que la aterrorizará hasta ese punto fuera él, le creo un nudo en la boca del estómago.
— Si quieres largarte hazlo. —Su tono fue menos suave que de costumbre, casi parecía que la retará a ello—. No necesito un lazarillo.

De nuevo, la parte superior del borrón que era la chica se ondulo, delatando alguna clase de movimiento en reacción a sus palabras.

— No quiero marcharme sola. —Fue la única respuesta de Salena que seguía sujetando su brazo para ayudarle a mantener el equilibrio. —¿Has sido tú, verdad? Cuando he caído has...

A esas alturas era una estupidez negarlo, aunque preguntarlo también, a fin de cuentas. Supuso que se trataba de la última esperanza de la chica. Una negación rotunda y sincera de que él no había tenido nada que ver con su mágica salvación. Molesto, se deshizo de ella y se apoyó en un tronco.

White and BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora