Le había curado otras dos veces y en ambas ocasiones el torturador habís perdido el color en el rostro y había tenído que sujetarse para no caerse. Era evidente que se estaba exigiendo demasiado pero Grahal no llegaba a entender el motivo. No había esperado encontrar curioso a su captor pero lo era.
-Te vas a morir tu intentando interrogarme- Bromeó cuando recupero lo suficiente el aliento como para hablar.
-Es posible. Pero otro me sustituira, así que no hay problema.
Grahal miró al hombre con incredulidad pero antes de que pudiera responder la tela que les separaba del exterior se abrio y la luz repentina le hirió los ojos. ¿Cuándo diablos había amanecido?
-Te la dejamos aqui. Procura no romperla todavía, bicho -advirtió la voz ronca de un soldado mientras empujaba a Salena al interior de la tienda.
Sorprendentemente, el torturador se adelanto un paso para sujetarla antes de que cayera de bruces al suelo. Los soldados no esperaron una respuesta, se marcharón con paso rapido y por un instante al hombre del desierto le parecio que tenían miedo.
-Gracias- Dijo Salena mientras se ponía en pie. El torturador la miró durante unos segundos en silencio, casi como si buscara esa palabra en su cabeza.
-No las des. Te arrepentiras pronto de haberlo hecho -aseguró tomando la cadena que unía los grilletes que ateapaban las manos de la chica y los enganchaba para mantenerle los brazos levantados en la misma posición que la de Grahal.
Tardó un solo instante en procesar que lo que pretendía era interrogarla usando los mismos métodos que había usado con él.
-Ey, espera. -le llamó antes de darse cuenta. -¿Qué pretendes hacer?
Una de las cejas del tipo se arqueo, dando la respuesta por evidente y Grahal se sintió empezar a sudar. Él había resistido el dolor, pero él estaba acostumbrado. Salena no. Cuando se diera por vencida diría que habían estado viajando con Morthab y con Alana... Irían a por ellos.
-Tienes mala cara. -comentó el torturador sacando un hierro al rojo vivo de las brasas.
-Ella es inocente. -No se le ocurrió decir nada mejor y se maldijo por ello.
-Es hechicera. Ha prendido fuego a un buen número de tiendas tratando de escapar. -Hizo notar con voz calmada.
-Pero tu también eres hechicero, me has sanado -Insistió desesperado por ganar tiempo, por encontrar una solución.
-Y yo pago por ello.No fue consciente de en que momento empezaba a llover. La canción de las gotas al estrellarse contra el suelo y de los truenos quedaba eclipsado por los horrorosos gritos de sus cautivos. Había esperado que el hombre del desierto resistiera bien, pero no que la mujer que le acompañaba también lo hiciera. Ambos habían demostrado ser más cabezotas de lo que Maethien había esperado y los cuerpos de los tres estaban pagando el precio por ello. Las primeras Curaciones habían sido malas, tomar todo el dolor de una persona, asimilarlo y dejarlo desaparecer nunca era agradable pero con aquellos a los que él mismo había torturado era peor. Maethien estaba convencido de que el resentimiento de sus victimas influia en su poder de un modo u otro. Estaba cayendo ya la noche del segundo día cuando se vio obligado a retirarse a descansar. Ya no podía sanarles otra vez y necesitaba descansar, pero nada más salir de la tienda las gotas de lluvia le habían dejado empapado. Sentía magia en ellas, señal de que no se trataba de una tormenta natural pero mientras no empezarán a descargarse rayos sobre el campamento no tenía intención de informar de ello. No era necesario. Camino arrastrando los pies por el barro hasta llegar a la tienda que, desde hacía años, era su único hogar y se dejó caer en las mantas. No le quedaba un solo gramo de enería en el cuerpo. Apenas logró desnudarse y cubrirse antes de que su cuerpo se negara a seguir moviendose. Necesitaba dormir pero los ecos de los gritos seguían en sus oídos, atormentandole. Se le pasó por la cabeza la idea peregrína de ayudar a los cautivos. Hacer algo sencillo como dejar a su alcance un cuchillo con el que pudieran liberarse... Pero la respuesta fue inmediata. Un dolor como hacia años que no sentía lo recorrió, sacudió todos sus musculos y le obligó a retorcerse para luego desaparecer y dejarle jadeante y maltrecho. No, no podía permitirse el lujo de pensar en una traición, no si no quería que el medallón que pedía sobre su pecho desnudo reaccionara de nuevo. No podía hacer nada para ayudarles, ni a ellos ni a sí mismo.
Morthab se dejó caer sentado en el suelo fangoso, tratando de recuperar el aliento. La magia climatica ya era dificil de por sí: necesitaba de dos magos, uno de aire y otro de agua, trabajando en equipo, compenetrados. Si eso ya era agotador, tratar de guiar a Alana en el proceso hacia que se sintiera lo suficientemente exahusto como para querer vomitar el desayuno. Alana a su lado no parecía estar mejor, se sujetaba a un tronco y prpcuraba respirar con normalidad sin conseguirlo.
-Ya sé como esta organizado el campamento -informo cuando logró recuperar el aliento.
-Menos mal, a mis hombres no les gusta mojarse sin motivo. -dijo Jeihm tras él con un asentimiento.
Cuando el día anterior Alana había insistido en que algo estaba ocurriendo en el campamento Morthab no había podido negarlo. Había sentido una energía magica ígnea descontrolada. La emergía de Salena. Si había ocurrido algo lo suficientemente grave como para que la chica revelara su poder significaba que estaba en problemas. Motivo suficiente para retroceder pot el camino más rápido y buscar refuerzos. El hermano de Grahal había accedido deprisa a ayudar tras asegurarle que cualquier riqueza en el campamento pasaría a su poder.
-Ya dije que no iba a ser sin motivo. -Morthab se levantó con cuidado. Estaba demasiado agotado para ver a su modo, pero no quería que su ceguera quedara en evidencia.-En cuanto nos hayamos recuperado atacaremos ¿te parece bien?
Jeihm se cruzó de brazos en un gesto pensativo pero antes de que llegara a decir nada Alana hablo.
-Al amanecer. Tendremos el sol a la espalda. Sus arqueros lo tendrán más difícil que los tuyos -declaró acercandose a Morthab para ayudarle a levantarse.
-Bien, pero espero que Grahal siga vivo para entonces.- advirtió el bandido antes de retirarse.
La chica rubia esperó a perderlo de vista, asegurandose que no era capaz de escucharles para soltar un suspiro con toda la tensión que había estado acumulando.
-¿Qué ha sido eso en la lluvia? Lo he notado... He notado a alguien bajo la lluvia. Pero no parecia... -Negó con la cabeza antes de decir que no parecia normal.
-Era un hechicero. No sé que hace ese tipo con los Cazadores pero será un problema. -los ojos sin brillo de Morthab no estaban enfocados en ella pero Alana empezaba a acostumbrarse a ellos.
-¿De qué elemento era? No era como tu, ni como lo que sentí cuando su campamento ardio. -Podía escuchar el pánico en su propia voz. No estaba preparada para enfrentarse a otro hechicero en serio. Apenas controlaba su magia. Su terror no disminuyó al notar que Morthab dudaba de si debía o no responder
-Del quinto. Era magia del alma. Apenas debe de haber dos o tres personas en todo el mundo con la capacidad de usar esa energia. No tiene sentido que alguien así este con los Cazadores. -practicamente pudo escuchar como la chica tragaba saliva.
-Eso le hace peligroso ¿verdad?
Morthab asintió con la mirada ciega fija en dirección al campamento de los cazadores. Iban a tener que encargarse de ese hechicero ellos mismos, que lo intentaran los demás no traería nada bueno. La pregunta era cómo dejarle fuera de juego antes del gran ataque sin revelar que iba a haber un ataque.
-Tendremos que hacerlo durante el ataque. Meternos en la batalla, pero estaremos demasiado centrados en él como para pelear con los cazadores. Seremos vulnerables. -murmuró casi para sí mismo.
-pero hay otra solución -intervino Alana- comprarle. Es decir, los cazadores tienen que estar reteniendole de algun modo. Sea a la fuerza u ofreciendole algo que quiera. Solo tenemos que liberarle si se trata de lo primero o de superar lo que le dan en el segundo.
-Dicho así casi suena sencillo. -Morthab esbozó una sonrisa tirante, nerviosa -El único mago que conocí con ese elemento fue el que me dejo ciego. ¿Y si es un psicopata cómo ese?
Alana se mantuvo en silencio unos segundos y por un momemto volvió a ser la traficante de esclavos de otro tiempo.
-Un psicopata no es diferente que el resto de humanos en ese sentido. También quiere algo. Aunque sea hacer sufrir a otros. Si ese es su precio podemos pagarlo. Podemos comprarle pagando el precio apropiado. -Dictaminó cerrando los ojos.
Ella estaba dispuesta a pagar con lo que fuera y sabía que Morthab también. Grahal y Salena estaban ahí y no les abandonarían aunque tuvieran que vender sus almas.
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White and Black
RomanceCuando una mujer era convertida en esclava no solo era condenada a ser usada por todos aquellos hombres con suficiente dinero para alquilarla, sino que toda su descendencia quedaba atada con cadenas. Un niño que nacía esclavo, moría como esclavo. A...