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Cuando los jóvenes regresaron al edificio, Minho les dio la retroalimentación del trabajo que realizaron. Su jefe les felicitó, diciendo que sabían hacer el trabajo como a él le gustaba, e incluso confesó que habían sido los primeros en entregarlo.

El resto del turno transcurrió tranquilo. Tanto JiMin como YoonGi no tenían mucho que hacer, algo que consideraron inverosímil, ya que se acercaba la navidad y el fin de año — festividades en las que el trabajo, por lo general, llovía.

Sin embargo, no se quejaron. Estuvieron organizando sus oficinas y revisando lo poco que les quedaba por hacer. Hasta que Minho se acercó a cada uno de sus empleados por separado para informarle acerca de las pequeñas vacaciones que tendrían y entregarle a cada uno un sobre con un bono.

Fue gracias al buen humor de Minho que las oficinas cerraron antes. JiMin no pudo evitar bromear mientras conducía acerca de que su superior se había dado una buena corrida y YoonGi tan sólo chilló asqueado.

Cuando llegaron al apartamento de JiMin, lo primero que éste hizo fue meterse a la ducha. Mientras tanto, YoonGi estuvo en sus redes sociales y dándole a Nieves las caricias que el felino merecía.

Después de que JiMin se duchara, se vistió y empacó ropa para pasar los próximos días en el lugar de YoonGi. Tal cual habían quedado.

Y ninguno de los dos podía negar lo bien que se sentía la rutina que habían trazado. Ambos querían estar así por mucho tiempo, compartiendo y pasándola bien. Porque se sentían cómodos estando en compañía del otro, y no sentían que les faltara algo más.

Tras caer la noche, en el departamento de YoonGi, JiMin lo sedujo exitosamente y llevó a la cama. Allí, JiMin hizo algo que creyó no hacer nunca: tratar a su amante con cariño.

JiMin era, por lo general, alguien dominante en cuanto al sexo. Pero esta vez fue diferente. Quiso probar algo nuevo, y vio que YoonGi lo aceptó gustoso. Se atrevería a decir que lo disfrutó incluso más que cuando se lo solía hacer fuerte y marcado.

Al día siguiente, YoonGi se despertó por el olor al delicioso desayuno que JiMin preparaba. El blanquecino no pudo evitar levantarse, vistiendo una camisa holgada y absolutamente nada debajo, para ir a ver lo que JiMin estaba preparando.

Llegando a la cocina, llamó la atención de aquel chico sin camisa con un dulce «buenos días» y se acercó a él para saludarse con un beso. Un beso que JiMin aceptó tras acunar el rostro del contrario entre sus manos y sentir aquellas manos suaves en su cintura.

Esa mañana, YoonGi le sirvió el desayuno a Nieves y no pudo evitar sentir que esa era la vida que quería.

Cuando cayó la tarde, los chicos se fueron de compras. Fueron a comprar adornos para poner en el departamento de JiMin, ya que habían acordado en pasar la navidad allá, y JiMin con el rostro sonrojado admitió que no decoraba.

JiMin deslizó su tarjeta en la tienda para pagar poco más de cien mil wons. Tenían un árbol de navidad pequeño, adornos para el mismo, tres medias, diversidad de figuritas, dulces y una cerámica del trasero de Santa estancado en una chimenea que a JiMin le hizo gracia tan pronto la vio.

Luego, pasaron al supermercado, donde YoonGi deslizó su tarjeta para pagar por la comida que cenarían. Después de esto, pasaron al departamento de JiMin para dejarlo todo y decorar hasta terminar.

Los chicos quedaron satisfechos con el resultado. No era mucho, pero tampoco poco. Según JiMin, su lugar se veía alegre. Así como él también lo estaba.

Se veía emocionado por aquel veinticinco de diciembre, que nunca celebró como cualquier persona con espíritu navideño lo haría. A pesar de que siempre lo quiso, pero siempre pasaba sus navidades solo y no iba a ser lo mismo.

짐슈 Amantes » jimsu. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora