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En la oficina, se escuchaba el sonido avasallador del trabajo arduo que se estaba llevando a cabo. Algunos tecleaban con ímpetu en sus computadores, varios atendían las llamadas telefónicas transferidas y otros se encargaban de realizar el trabajo a mano.

Si le preguntaban a YoonGi cuál era el puesto que tenía esa mañana, la respuesta iba a ser simple: ninguno. Este tan solo se encontraba en un rincón mientras sostenía una taza de café y bebía con parsimonia. Además, se encontraba en compañía de dos compañeros.

Los hombres se encontraban tocando temas diversos. Se hacían chistes, criticaban a su jefe, exponían a sus compañeros y platicaban acerca de sus vidas. No, el dueño del banco definitivamente no les pagaba para que hicieran eso, pero lo veían como una forma de liberar el estrés cuando les tocaba el primer turno de la mañana.

—Saben, no puedo dejar de pensar en ella. —confiesa el menor de los tres, ladeando la cabeza hacia el lado izquierdo para sonreír sin mostrar los dientes.

—¿Ella? —inquiere el mayor, dando un paso atrás para mirar por encima del hombro de YoonGi a la pelirubia y devolverle la mirada a su compañero.— Te recuerdo que es casada.

—Sí, pero la quiero. —responde indiferente, metiéndose un trozo de galleta a la boca.

—Eres un idiota, Jaehyun. —comenta YoonGi, para luego negar con su cabeza y pegar un suspiro.— Hazle caso a Doyoung y quédate con que ya tiene a alguien a su lado que la hace feliz. —agrega, apoyando a su amigo.— Además, si la quieres para un rato, ¿por qué no te consigues a alguien mejor para ello?

—Apoyo a YoonGi, Jae. —comenta acercándose al nombrado y revolverle el cabello.— Preocúpate ahora de terminar las cuentas que te pidió el jefe, sino quieres que te rete frente a todos y diga lo inservible que eres. —dice, soltando una risita al recordar la semana pasada que JaeHyun no había terminado en dos horas lo que le pidió su jefe hacer en una, logrando hacer que el blanquecino se le unirá con la risa.

—¿Quieres morir? —espeta este, lanzándole un trozo de galleta, el cual le pegó en la mejilla.— Mira, te acabo de pegar con una galleta. ¿Hay algo más humillante?

Doyoung suelta una risita antes de ver a la pobre galleta con que le había dado ahora en el suelo.— ¡Yah~!

—De hecho sí lo hay, y es cuando Minho te reto frente a todos. —responde YoonGi.— Aún no superó tus mejillas rojas, las cuales creo que tenían una mezcla de rabia y vergüenza ¿tal vez? Dime si me equivoco, por favor.

—¡Oh, Dios, sí! —apoya el pelinegro.— Su cara fue lo mejor de todo. Creo que Jungwoo le había tomado una foto, le pediré que me la envíe para tenerla de recuerdo, si la consigo, ¿la quieres Yoonie?

—Claro, ¿por qué no? —responde sin dudarlo, viendo como Jaehyun los miraba con cara de querer matarlos a los dos en ese momento.— Cambia esa cara, Jae y comienza a moverte ya, sino quieres tener una segunda parte de ese momento.

—Los odio tanto. —murmura, lanzándole un trozo de galleta a YoonGi, el cual le pegó en el pecho, antes de incorporarse.— Y recuerdo que ustedes están en la misma posición que yo.

—Sí, pero nosotros no tenemos el problema de trabajo que tienes tú. —suelta Doyoung, ganándose que el de piel pálida le diera los cinco por tan buen comentario.

Jaehyun suelta un suspiro antes de dejar a los dos chicos solos y terminar su trabajo, ya que de cierto modo no quería volver a lo sucedido la semana pasada. Con un reto estaba bien, sobretodo si fue frente a sus amigos y compañeros de trabajo.

YoonGi termina su café y decide hacer lo mismo, despidiéndose de su amigo Doyoung y diciéndole que lo vería en la hora de almuerzo para ponerse manos a la obra con lo suyo, antes de que su jefe se comenzara a pasear por las plantas del gran edificio.

Una vez llegado a su escritorio, YoonGi prende su computador y comienza a ver las cifras que le habían llegado esta semana sobre los ingresos que habían tenido.

Una vez revisados y confirmado que todo estuviera correcto, junto a sus respectivas graficas y comentarios que dejó a un lado de estos, el blanquecino decide mandarlo a imprimir para tener una copia y poder llevárselo a su jefe más tarde, además de asegurarse de enviarle una copia a este mediante su correo.

YoonGi se pone de pie una vez confirmó que su trabajo haya sido enviado correctamente y se dirige a donde estaba la fotocopiadora, pero antes de llegar a esta siente un ruido de hojas siendo botadas y una maldición salir del lugar donde se encontraba está.

El blanquecino dobla la esquina y llega a su destino, viendo como el suelo estaba lleno de hojas blancas desparramas por toda esa pequeña oficina. Soltando un suspiro decide agacharse y comenzar a recogerlas juntos a un chico que ni siquiera se dedicó a mirar.

—¿Cómo pasó esto? —decide preguntar una vez tuvo la mitad de las hojas en sus manos y las comenzara a ordenar y juntar.— Haz hecho un gran desastre amigo. —agrega, parándose y darle una mirada al chico que seguía recogiendo la otra mitad, el cual le regaló una mirada una vez estuviera ya todo en orden haciendo que YoonGi abriera su boca en sorpresa al ver a la persona que había hecho todo ese desastre.— Tú. —fue lo único que salió de sus labios aún sorprendido por lo que estaba viendo en aquel momento.

El contrario no puede ocultar la sonrisa que se le dibujó en aquel momento. Peinando su flequillo para atrás y los pelitos traviesos hacia el lado, decide saludar. —Hola, YoonGi.

El nombrado aún en su asombro decide preguntar: —¿Qué estás haciendo aquí? Es decir- —YoonGi se dedica a pensar antes de agregar: —Sí, esto es una locura.

—Gracias por la ayuda. —dice JiMin, tomando los papeles que el menor aún sostenía para acomodarlos en su pila sobre una mesa cercana.— Y, ¿se puede saber qué es una locura?

—El que estés aquí tal vez. —comenta, sin quitar su mirada del hombre que tenía enfrente.— Ahora responde a lo mío, JiMin.

—¿No es obvio? —pregunta coqueto.— Estoy trabajando.

YoonGi alza una ceja antes de responderle: —No seas tonto, Park. Aquí lo único que hiciste es causar un desastre. —confiesa, mirando las hojas para no ponerse nervioso.— O bueno, eso es lo que sueles traer cuando nos vemos.

—¿Cómo es eso? —dice, soltando una risita para después meter los papales en la máquina.— Soy un hombre bastante organizado al que, a veces, le pasan cosas que no planifica, pero eso no quiere decir que voy por la vida siendo un destructor.

—Claro, claro. —dice el blanquecino, soltando una risita.— Me dirás ahora cómo es que llegaste aquí, JiMin. Es decir, nuestro jefe no nos dijo nada de que había contratado un nuevo empleado, entonces realmente me sorprendió el volver a verte a decir verdad.

—¿Por qué? ¿No me extrañaste? —inquiere bajo, dando un paso al frente.— ¿No te alegra verme?

YoonGi le regala una mirada antes de negar y reír al ver la cara de su mayor.— Bueno, solo un poco. —responde, fijando su mirada en la pantalla de la impresora y buscar el trabajo que había enviado antes. Al encontrarle, YoonGi lo apreta, no sin antes corroborar que las hojas estuvieran en orden y espera a que este envíe sus hojas con sus gráficas y escritos.

—Voy a tomar vino después de mi turno. —avisa.— ¿Quieres unirte? Como en los viejos tiempos.

—Tan temprano y ya pensando en beber. —susurra con una sonrisa antes de responder: —Y déjame ver y te aviso. A todo esto, ¿dónde estarás?

—Donde nos conocimos. —responde, tomándose la libertad de llevar sus dedos a la nuca del menor para darle una caricia que sabe le gustó, para retirar su mano y despedirse.— A las seis. Sé puntual.

YoonGi rueda sus ojos antes de pegar un suspiro y ver que sus papales ya estaban listos.— Cómo si no lo fuera. —susurra para sí mismo e ir a la oficina de su jefe para entregarle los papeles y explicarle lo que había hecho.

✨🌸✨

Holaaa mis amoresss 💕💕 Espero se encuentren bien y que hayan disfrutado del capítulo de hoy:')
Pasó también a agradecer los mensajitos de apoyo que le dejaron a la historia en su primer capítulo, prometo que no les defraudaré💖
💕Sin más que decir, nos leemos luegoooo💕

짐슈 Amantes » jimsu. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora