•31• Todo se debe a ti.

4.1K 305 173
                                    

El reloj marcaba las 2:27 am, mi pie temblaba sobre el piso, haciendo a mi pierna temblar completamente gracias a la ansiedad que me carcomía desde dentro, el agua que atravesaba mi garganta me sabia amarga, no podía dormir, mi mente y mi cuerpo estaban casi viajando de regreso a casa, pero mi corazón estaba aferrándose a este lugar y a un hombre en específico. Mordí mi labio inferior, quería decirle a Trenton muchas cosas, pero no era correcto, ni moral decirle "Hey Trenton, tengo sentimientos hacia a ti" y luego irme a kilómetros, no, definitivamente no es correcto ni moral. ¡Ay por favor! ¿de qué hablas Elizabeth?, moral o no, no sabes si a Trenton le afecte eso, probablemente al poner pie en New Jersey él ya esté en busca de alguien que si quiera quedarse con él y que sea estable, porque en tu estado tú no lo eres, me dijo mi "yo" interna, luego me hicieron sobresaltarme.



—Si sigues así te va a sangrar el labio —escuché decir a Trenton con su voz ronca. Voltee a verlo, tenia su espalda desnuda recargada en el marco de la puerta. Suspiré y presione mis dedos índice y pulgar sobre mi frente. Trenton se acerca—. ¿Estás bien?



—Te mentiría si digo que sí, pero ya se me pasará —intento sonreírle.



—No quiero sacar el tema, pero si es por lo de Paul no deberías preocuparte ya, tu amigo se está encargando y con las pruebas estoy seguro que no volverá a salir —puso su mano sobre mi espalda tratando de reconfortarme.



«¡Es por ti!»

 

 

 

Me quedé en silencio por un rato, di otro trago de agua y dejé el vaso sobre la barrita, me giré un poco hacia la izquierda y sobre el mismo taburete donde estaba sentada hasta tener a Trenton de frente.



—Gracias Trenton, no hablo por este momento exclusivamente, más bien por acompañarme en estas vacaciones, por dejarme dormir aquí, me ahorraste algo de dinero, salgo debiéndote mucho.



Él sonríe de lado, mirándome fijamente a los ojos, ojos en los cuales me perdía viajando en ellos, necesitaba irme ya, esto que siento no es normal.

De pronto el tacto de sus manos sobre las mías me hizo regresar a la realidad.



—Ve a recostarte, te llevaré un vaso con leche caliente para que puedas dormir —sugirió.



Me derretía, este hombre me confundía tanto, no pude evitar que al ponerme de pie diera un beso fugaz a sus labios, seguido me fui a la habitación, me recosté acurrucándome entre el edredón y la cama, dos minutos después entra él con dos vasos cerrando la puerta detrás, me da mi vaso calientito, se acomoda a mi lado, chocamos los vasos y bebimos tranquilamente la leche caliente, dejó los vasos sobre el buró, y se acostó acercándose a mí, yo terminé de acomodar mi almohada y me acosté de lado, quedando frente a él, no hice más que sonreírle.



—El gran e imponente señor Stark me calentó leche para dormir, que tierno —bromee sonriente. Él me regresó la sonrisa.



—Cuando no podíamos dormir, mi madre nos calentaba leche, hablaba con nosotros unos minutos en lo que  terminábamos de beber, me descargaba con ella siempre que me sentía mal, decía que era bueno y uno dormía más fácil.



—Debes extrañarla ahora que está lejos —no aparté mi vista de él, quería ver sus lunares y su barba en todo momento.



—Lejos o cerca, últimamente solo son hoteles o departamentos, pero cuando venia a Nevada me quedaba con ella y si me veía mal o estresado ella me reiniciaba, antes de lo de Haley ella decía que una pareja y una madre siempre van a saber cómo ayudarte a salir del pozo, y cuando pasó lo del accidente, regresé a casa, mi madre y mi hermana siempre me han reiniciado cuando más hundido me he sentido, ahora están lejos.



La Gran Apuesta | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora