•03• Lo que pasa en Las Vegas...

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Okay, ¿acaso será este el momento en que digo algo? «Sí, ¡boba!», me regaña mi voz interior.

—Nada, solo mi mente viajó un momento —respondo en un intento de sonar fresca, dando una respuesta que creía era normal.

A este punto para mí ya nada es normal, comenzando con: mi situación crítica, la razón por la que esté aquí, me parece una verdadera excusa muy mala para seguir viendo al hombre guapo junto a mí.

«¡Oh Dios! En serio lo dijiste, Elizabeth».

—Nadie se queda viendo al limbo sin pensar "nada" —comenta recalcando esta última palabra. Su voz, me parece muy ronca, tan varonil.

—Bueno, pensaba en mi padre, no le he llamado —desvío el tema.

«Si claro Trenton, pensaba en cómo sería tu trasero».

—Llámalos, pueden preocuparse.

—¿No te molesta? —le pregunto y él niega con su cabeza. Lo pensé por un momento, luego asiento con mi cabeza, saco mi celular y busco el contacto de mi padre, lo oprimo, este timbra un par de veces y seguido escucho su voz.

—Lizy, hija ¿cómo estás?

—Bien papá, ¿tú cómo estás? —espero respuesta.

—Muy bien hija, si tú estás bien nosotros lo estamos —responde, su voz me daba mucha tranquilidad.

—Me alegro papá, oye si necesitas algo sabes dónde está mi agenda —le recuerdo.

—No hija, estoy bien —Lo escucho nostálgico.

— ¿Pasa algo? —pregunto preocupada a mi padre.

—Nada Lizy, de verdad no es nada —dice y me quedo callada unos segundos.

—Te amo, por favor si necesitan algo llámame ¿sí? —insisto.

—Si hija.

—Promételo —sigo insistente.

—Te lo prometo cariño, diviértete mucho por favor —me pide—. Te amo, mi bella Lizy.

—Gracias papá, te amo, bye —colgamos.

Trenton está en silencio, conduciendo por la ciudad en la que tanto anhelé estar desde hace muchos años y es actualmente donde no quiero estar, pero ya es demasiado tarde y me encuentro aquí, en la camioneta de un tipo que no conozco.

—¿Más tranquila? —cuestiona él, sin dejar de ver el camino.

—Sí, un poco —Noto que entra a un estacionamiento y justo frente a mi veo "Boston's Pizza", me agrada que esté muy cerca del hotel.

Bajamos de la camioneta, damos la vuelta en ese mismo local y entramos. Huele delicioso, a grasa y condimentos -si soy una tragona-. El lugar me parece muy agradable, está casi lleno de gente, las paredes son de un color hueso y sobre ellas cuadros y algunas pantallas de televisiones bien posicionadas para que todos lográramos verlas, justo ahora se reproduce Be yourself de Audioslave; un clásico. Las sillas tienen tonalidad negra con algún subtono gris por el estampado de espirales, en las orillas los asientos eran tipo sillones acolchonados con el mismo tapiz de las sillas, mesas de madera en tono oscuro y muy bien barnizadas.

—Me gusta la música, punto para Trenton —jugueteo sin apartarme de su lado, él voltea coqueteándome con una simple mirada—. Y bien ¿dónde nos sentaremos? —al preguntar esto él levanta la mano y dice:

—¡Billy! —el tal Billy se acerca y lo saluda como si se conocieran de años— ¿Qué hay hermano?, ¿cuál es la mesa?

—Síganme —contesta Billy, Trenton entrelaza su mano con la mía tomándome por sorpresa, como reflejo camino escondiéndome detrás de él. Llegando al fondo en una de las esquinas, está nuestro lugar, con esos sillones tan cómodos y sin pensar nos sentamos—. Es aquí, les dejo el menú, en un momento alguien los atiende, siéntanse como en casa —dice el amable Billy, le agradecemos y se retira.

La Gran Apuesta | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora