•08• Era tu otro "yo".

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Al momento en que me reúno con mi amiga en el sofá ella comienza a bombardearme.

—Liz, no sabes el susto que me sacaste —reclama y yo la dejo seguir hablando—. Sabes que Ariana es difícil en ocasiones, pero si te peleaste con ella por su momento de placer yo...

Es aquí donde interrumpo.

—No fue por eso Hanna, las dos discutíamos el tema, traté de entenderla a ella y a ti, luego ella tocó el tema de Paulina y sabes que yo no tolero eso. Todo porque le mencioné que no usara tu cama para tener sexo, que intentara comprenderte.

»Ella dijo que me creo una santa cuando yo haría eso con Trenton, le respondí que ese solo es mi asunto, pero de ser así no usaría la cama de mi hermana para eso, entonces fue cuando ella me echó en cara lo de Paulina, repito y cito: «Tu hermana está muerta, ridícula». Me lastimó Hanna, es una herida muy reciente y profunda para mí, yo no le diría eso jamás, a nadie.

Hanna se queda atónita, no sabe que decirme, en sus ojos hay tristeza. Se acerca más a mí y me abraza.

—Amiga, no pretendo hacerme la víctima, es una realidad con la que estoy aprendiendo a lidiar, pero me duele, ese tema es sagrado —le confieso mientras sigo en sus brazos.

—Ahora entiendo todo; ella no me habla, mucho menos sabe decirme lo que pasó. —Se separa de mí—. Entonces estarás aquí sola —menciona mirando la pequeña suite.

—Sí, no quiero estar incómoda, y tampoco quiero que tú lo estés, Hanna Banana, así que te puedes ir a quedar en la habitación donde yo dormía y evitas conflicto con Ari.

— ¿Puedes pagar está habitación tú sola sin tener que cortar gastos? —Hanna se muestra preocupada.

Yo le sonrío.

—Sí, recordé que tengo en mi cuenta el ingreso de un trabajo que entregué antes de viajar, y además el dinero que era de Paulina; siempre decíamos que, si pasaba algo, una se queda con las cosas de la otra, sin chistar, y que sin importar nada, haríamos este viaje para honrar a la otra, creo tenía más miedo de perder a mamá que de perderme a mí, siempre decía que teníamos que vivir cada momento al máximo, como si ella supiera que el momento en que se fue iba a pasar pronto —suspiro—. Deseo ser la mitad de la persona que yo era cuando ella aún estaba aquí.

—Era tu otro «yo», no imagino cuanto debes extrañarla —nos quedamos en silencio, Hanna se queda observándome—. Cuando le dije a Trenton que no te encontraba por ningún lado se asustó demasiado, ¿Cómo te encontró?.

—No sé, se las arregló para que le dieran toda mi información en la recepción —sonriente niego con mi cabeza—, está realmente loco.

—Amiga, ¿aún sientes que tiene otras intenciones?

—Creo que si —hice una ligera pausa—. Hoy tuvimos un momento un poco... intenso —confieso a mi rubia amiga y ella pone cara de emoción.

—¿Y qué tal?, ¿cómo te sentiste con eso?, lo pregunto porque es un gran paso para ti.

—Lo sé —respondo sin quitar mi sonrisa— me sentí rara, en cambio, te mentiría si te digo que no me agradó, realmente me gustó; me eriza la piel cada vez que siento un roce de él, de sus manos —tapo mi cara con las dos manos y Hanna ríe.

—¡Amiga! Te estás emocionando con él —expone totalmente sonriente—. Ay nena, desearía tanto que tu situación fuera diferente, que sea este tu hogar y no tuvieras que irte, mereces todo lo bonito del mundo. Cuando Paulina se fue tu luz se atenuó, por un momento pensé que se había apagado por completo, hasta llegué a verte como gris, pero mírate, estás radiante.

La Gran Apuesta | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora