•35• Japanese Denim.

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La vida es como una montaña rusa, un segundo estás abajo, y al otro subes con fuerza. Así me sentía en estos momentos, me sentía subiendo cada vez más a las nubes.

En el hospital nunca era aburrido, mi madre se llevaba muy bien con Trenton, hablaban de todo: de las vacaciones que hemos tenido como familia, del trabajo de Trenton, de sus padres. Por la tarde-noche entró mi padre a la habitación, con una cara de extrema felicidad y expresa:

—El doctor Laurie acaba de decirme que mañana te dan de alta —se acercó a mi mamá y plantó un beso en su frente—. Mañana nos vamos de aquí amor.

—Júramelo Edward —dijo mi madre muy ilusionada.

—Sí, lo juro, en un rato viene el doctor para hablar contigo —respondió mi efusivo padre.

—Que felicidad, al fin estarás en casa mamá —me acerqué a mi madre y la abracé.

—Sí, gracias a Dios y al doctor Laurie que ha estado pendiente de mí —agradeció mi madre feliz.

—Me alegra escuchar eso —dijo Trenton acercándose a mi mamá y ella tomó su mano.

—Trenton gracias por acompañar a mi hija —mamá buscó mi mirada— Liz, ahora que sé por todo lo que pasaste sola..

— ¿Qué?, ¿como que ya sabes?...

—Yo se lo conté —respondió mi padre—.  Creí que sería menos doloroso para ti hija, contar el infierno que viviste mientras tu madre sufría escuchándolo.

Volteé con mi mamá quien tenía los ojos cristalizados, soltó a Trenton y tomó mi mano.

—Cielo, sé que quieres cuidarme por el problema que tengo en mi corazón, pero no ocultes ese tipo de cosas, jamás lo hagas, soy tu mamá y seré fuerte para ti, voy a ser tu soporte siempre que caigas, yo voy a sostenerte —dijo mi madre con su voz quebrada y entre lágrimas. Yo igual lloré con ella.

—Porque eres mi soporte fue que quise protegerte, desde que pasó lo de Paulina tu has sufrido mucho, no quería provocarte más daño, sin ti me muero —besé su frente—. Te amo mamita.

—Yo a ti mi niña —nos abrazamos, luego ella me soltó y estiró su mano a Trenton—. Trenton, ¿me harías un favor?.

—El que quiera señora Campbell —respondió Trenton, puso la otra de sus manos sobre la de mi madre, dejando la de ella en medio.

—Váyanse de aquí, llévate a mi hija de este lugar, ya no quiero que pase un segundo más aquí —pidió mi madre al hombre que anhelaba mi corazón.

—No mamá, ya casi sales, por favor, déjame estar aquí hasta que termine las horas de visita —objeté pero mi madre negó con su cabeza.

—Acabas de decirlo, ya casi salgo, solo es cuestión de horas —me mira determinada. Bufé sin tener otra opción, asentí con mi cabeza y besé el dorso de su otra mano.

—Por favor, festejen que ya saldré de aquí, Trenton te encargo a mi hija —mi madre sonaba animada.

Trenton le aseguró que cuidaría de mí, nos despedimos de mis padres y salimos del hospital. En el estacionamiento me recargué en su auto y crucé mis brazos, estaba pensando en una locura que quería hacer desde hace un tiempo pero aún no me decidía y este es de esos momentos donde quieres dejar de pensar y solo hacerlo..

—Déjate ese labio —me sacó de mis pensamientos mientras tomaba mi mano—, ¿Qué piensas?

—Es que, hay algo que tengo planeado hacer desde hace tiempo, ahora que mi madre pasó por esto; las dudas de hacerlo se quieren desvanecer.

La Gran Apuesta | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora