•23• Sábado 4 de Octubre.

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Saboreo el último bocado de la comida que el magnate —y ahora chef— Stark hizo.

—La cena que preparaste estuvo deliciosa —me recuesto en la cama, totalmente cansada y con ayuda de mis pies quito mis tenis.

—Me alegro. —Me ayuda a cubrirme con el edredón de su cama.

—¿Dormirás en la estancia? —cuestiono mirándolo a los ojos, él sonríe.

—Probablemente, mi padre me está cubriendo con cosas del negocio, pero el cliente al que he visitado en Carson solo quiere tratar conmigo, así que tengo unas cosas que resolver, no quiero molestarte mientras intentas dormir —me informa haciendo una mueca. Un gran bostezo sale en mi ser—. Duerme, es temprano, si necesitas algo yo estaré despierto hasta media noche como mínimo.

—Está bien, buenas noches —me estiro para darle un beso, mi mano se desliza detrás de su cabeza, de esta forma el beso es un tanto efusivo.

Trenton se acerca más, hace que mi cuerpo se enderece, la falta de aire nos obliga a separarnos un poco.

—Buenas noches —se despide jadeante, y sale de la habitación.

Me acomodo bien sobre la cama y me dispongo a dormir, me siento tranquila y con una pizca de felicidad; así me hace sentir él, desearía evitarlo, pero ahora esto me hace tanto bien.

Poco a poco recobro mi consciencia, entre abro un ojo, me doy cuenta de que hay un poco de peso sobre mí, muevo mi brazo y me encuentro a Trenton rodeándome con su brazo. Sonrío cuando escucho sus ronquidos suaves. Levanto la vista para verlo mejor, se ve cansado, me parece tan tierno verlo dormido.

Las veces pasadas que me he quedado aquí, cuando yo despertaba él ya estaba fuera de la cama, esa razón me hace quedar quieta y seguir viéndolo dormir.

La nula luz a través de la ventana me hace saber que aún es muy temprano, cuatro o cinco de la mañana; me quedo quieta un rato más.

Despierto de nuevo, Trenton sigue donde mismo, pero esta vez ya está despierto, observándome.

—Buenos días —emite con su voz más ronca, señal de que acababa de despertar.

—Buenos días —respondo a su saludo.

—¿Qué quieres desayunar? —me atrae más a él con su brazo. Yo subo mi pierna encima de su cadera, rodeándolo. Siento la erección -esa erección mañanera inevitable para ellos- y sonrío.

—Tengo una opción en mente —digo con picardía. Él de la misma forma sonríe.

—Créeme que tengo muchas opciones en mi mente, pero tu cuerpo está lastimado y débil, no quiero hacerte más daño —planta un beso en mi frente y se levanta rápidamente—. Mejor huyo antes de comenzar a hacer todas mis opciones.

Suelto una carcajada, él atraviesa la habitación y entra al baño, momento después sale y va directo a la estancia. Yo por mientras suelto un bostezo, me estiro y me levanto despacio, el dolor es más fuerte por las mañanas, necesito mis medicamentos y para eso tengo que desayunar primero. Voy al baño, lavo mis manos, enjuago mi boca, lavo mi cara, cuando salgo de la habitación veo a Trenton escaneando el refrigerador.

—¿Cocinarás? —Me acerco y subo los dos escalones para adentrarme a la cocina.

—Sí, ¿quieres hot cakes o un omelette? —me consulta y mientras saca la caja de huevos.

Omelette —respondo. Él saca cebolla, pimientos, jamón y queso—, ¿quieres que te ayude con algo?

—No, por favor tu siéntate. —Toma la pequeña tabla para picar las verduras, las lava y comienza a cortar.

La Gran Apuesta | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora