Sonaba como una Ezgi en miniatura… Özgür se volvió con el instinto de un hombre que ha vivido donde, moverse despacio, podría significar la muerte.
Y vio a un ángel diminuto, con un pijama de Winnie the Pooh, en la puerta.
Tenía que ser un ángel. Los rizos , caían sobre sus hombros. Tenía un rostro tan fino y espiritual, como el retrato de un querubín de Botticelli y las diminutas facciones eran una réplica, de las de su madre.
En su boquita de niña, había un gesto serio, pero no enfadado… «Es mi hija».
Özgür sintió algo en su interior, como el despertar de una emoción que creía dormida o que había enterrado de rabia, al saber que Ezgi había desaparecido.
Pero era su hija. Aquella niña, era su hija. Tenía dos hoyuelos en las mejillas, como él, y sus enormes ojos parecían mirarlo… Las fotos que había visto, no le hacían justicia. Era una niña preciosa, maravillosa. La niña, más bonita del mundo.
«Mi hija».
—¿Hola? Mamá, ¿estás ahí?
Özgür se habría abofeteado, por ser tan idiota. Él era médico, por Dios bendito. Y tenía una hija, con necesidades especiales. Una hija ciega. Siempre debía contestar, cuando le hablase.
—Estoy aquí, cariño —dijo Ezgi , con la voz llena de amor.
Özgür puso una mano en su brazo, nervioso.
—Hola, Casey.
—¿Eres mi padre?
Sonreía amablemente, pero con cierta indiferencia. La niña sentía curiosidad por saber, si era su padre, pero nada más. Y eso, le rompía el corazón. No sentía nada por él. ¿Cómo iba a sentirlo?
—Sí, Casey. Me llamo özgür Atasoy y soy tu papá.
Ella asintió, sin moverse. Özgür se dio cuenta de que mantenía las distancias, casi como si tuviera miedo… ¿De él?
Casey veía más, de lo que se imaginaba. Veía, por ejemplo, la furia que había en su corazón, porque su hija tenía que soportar esa carga. ¿Se preguntaría, si su papá no la querría por ser ciega?
Aquél era un miedo, que su hija nunca debería tener que soportar.
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Nuevos planes
Romance¿Qué harías si el marido que creías muerto reapareciera en tu vida con la intención de retomar las cosas donde las dejasteis? Özgür había desaparecido hacía seis años y a Ezgi no le habían quedado más que buenos recuerdos... y una hija a la que c...