capitulo 14

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Por qué ha venido el señor Atasoy , mami?
Era la misma pregunta que Ezgi  se había estado haciendo, durante toda la noche. Su tranquila y ordenada vida, se había puesto patas arriba desde su llegada.
Como la primera vez.
Amor a primera vista. Hasta que conoció a Özgür , pensaba que esas cosas eran sólo para las novelas. ¿Cómo podía uno enamorarse de una persona, a la que no conocía de nada?
Pero cuando miró a Özgür  sintió algo inesperado, una conexión inmediata, mágica.
A los veintidós años, ezgi  llevaba ocho fuera del orfanato, seis desde la última familia de acogida. Tenía pocos amigos y confiaba, en muy poca gente. Nunca se había enamorado y era conocida, como «la doncella de hielo». Pero en cuanto miró aquellos sonrientes ojos , la doncella de hielo se derritió y… —¿Mami?
—Perdona, cariño. Ha venido a verte —contestó ezgi .
—Y ¿por qué no vino antes? ¿Le daba vergüenza, porque soy ciega?
—No, Casey —contestó ezgi , abrazándola—. Es que, vivía muy lejos. ¿Te acuerdas que te lo dijo? Vivía, en un sitio que se llama África. Y ¿te acuerdas que caminaba con un bastón? Estuvo enfermo mucho tiempo.
—Bueno —dijo la niña, pasándose la mano por la faldita de flores, a juego con la cinta que llevaba en el pelo—. ¿Al señor Atasoy , le parecí guapa?
—Desde luego, que sí.
Ezgi  se volvió, al oír esa voz tan familiar. Era Özgür  en la puerta, con una sonrisa en los labios.
Y aunque la sonrisa era para Casey, el corazón de ezgi  se aceleró, como se había acelerado tantas veces seis años atrás.
Él se acercó, apoyándose en el bastón, y miró a la niña con la sonrisa traviesa, que Casey había heredado.
«No puede verla», pensaba ezgi , con el corazón en un puño. «No puedes impresionarla, con tu sonrisa».
—¡Qué niña más guapa tengo!
Para sorpresa de ezgi , Casey respondió con una risita coqueta.
—¿Sí?
—Claro que sí. Y como tenemos una cita, voy a tener que llevarme un bate de béisbol, para quitarnos a los otros chicos de encima.
Qué es una cita? —preguntó Casey.
Con la misma dificultad que el día anterior, Özgür  se inclinó para estar a la altura de la niña.
—Una cita es, cuando un hombre y una mujer salen juntos.
«Ven conmigo a ver los fuegos artificiales a la orilla del río, a medianoche», le había dicho Özgür  en la fiesta, después de besarla. «Vamos a escapar, de aquí». «Ven conmigo y paseemos descalzos, por la orilla del río Yarra».
Los recuerdos agridulces de aquella primera cita, eran como una herida en el corazón de ezgi . Desde entonces, no había podido pasear por la orilla del río, porque ver a las parejas le dolía demasiado.
—Pero, yo no soy una mujer —respondió Casey.
—A ver, deja que compruebe las reglas de las citas —dijo Özgür  entonces, moviendo un papel que llevaba en el bolsillo—. Pues sí, la cláusula 347 dice claramente que una niña muy guapa, puede ocupar el puesto de una mujer en ausencia de ésta.
Casey había encontrado el bastón y estaba estudiándolo, con las manitas. La niña tenía una curiosidad insaciable y no sabía el significado, de la palabra «no».
—Se está riendo, señor Atasoy . Lo oigo en su voz. Ezgi  se dio cuenta de que el rostro de Özgür  se ensombrecía, cada vez que la niña lo llamaba «señor Atasoy », pero contestó con una sonrisa:
—Oye, cuando sales en una cita con alguien, no puedes llamarlo por el apellido.
Una encantadora sonrisa tímida, iluminó el rostro de Casey.
—¿Y cómo debo llamarle?
Özgür  vaciló un momento.
—Papá —dijo por fin—. Me gustaría que me llamases, papá. ¿Qué te parece?
La sonrisa de Casey desapareció. Dejó de investigar el bastón y bajó la cabeza, como avergonzada.
Özgür  miró a ezgi , sin saber qué hacer.
—Pero, también puedes llamarme Özgür  —sugirió.
—Ah, bueno —dijo la niña, aliviada.
La idea de llamarlo papá, debía de ser demasiada presión para ella.
—Entonces, ¿tenemos una cita?
—Sí, me gustaría tener una cita contigo, Özgür .

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