Capitulo 13

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Özgür la siguió, apoyándose en el bastón. Odiaba tener que hacerlo, aunque el fisioterapeuta le había dicho, que sólo tendría que seguir usándolo durante seis o siete meses más.
Estaba deseando que pasara el tiempo, que su rodilla curase del todo y ocupar su puesto, en el hospital. Se volvería loco, si permanecía inactivo. Además, él siempre había querido ser médico y su vocación era curar… Entonces, se le ocurrió algo. Mientras hablaba con la niña, Ezgi  apenas había intervenido. Quizá sabiendo instintivamente, que necesitaba un momento a solas con ella.
Y tampoco lo había ayudado a incorporarse, cuando Casey salió del salón… En muchos sentidos, ezgi  lo conocía mejor que nadie.
Aunque no tenía mucho dinero, no les había pedido un céntimo a sus padres. Y tampoco a él. No lo hacía sentirse culpable, por haber estado fuera de sus vidas, por haber tenido que cargar con todos los gastos… «Dios mío», pensó entonces. «Ni siquiera usó el embarazo y la amenaza de aborto, para obligarme a volver a casa».
La valiente y preciosa Ezgi. Sola en el mundo, no le había pedido ayuda al hombre, que había prometido cuidar de ella en la salud y en la enfermedad.
Aparentemente, no había sido la única que no había cumplido las promesas que se hicieron, durante la boda… pero ella, tenía razones para hacerlo.
Frágil, valiente y honesta, Ezgi había puesto su mundo patas arriba, desde el primer día… y seguía haciéndolo, sin intentarlo siquiera.
—ezgi , cuando me marché a África… ¿tú sabías, que estabas embarazada?
El color de sus mejillas le dio la respuesta, que ella no parecía capaz de darle.
Özgür  cerró los ojos, maldiciendo en silencio. Aquello era una locura. Había ido allí para acusarla, para pedirle explicaciones de su huida y, sin embargo, se sentía como un canalla… Pero él había estado intentando hacer algo, por la gente de Mbuka. Era su obligación, como médico. Le habían disparado, le habían golpeado, lo habían utilizado como esclavo médico, haciéndolo trabajar horas y horas, sin dejarle dormir.
Ezgi  no había pasado por todo eso. ¿Por qué demonios se sentía, como el villano de aquel drama?
—Voy a pedir un taxi —murmuró, sacando un móvil del bolsillo—. Me alojo en el Rosemount en Parramatta si necesitas algo.
—Muy bien —murmuró ezgi.
No dijo nada más. Ni siquiera: «Casey, no te necesita». Aunque sería cierto.
—Volveré mañana. ¿A qué hora te parece bien?
—No sé, ¿a las seis…?
Podríamos ir al parque, a dar un paseo… contigo, claro.
Ezgi  sonrió. Por fin.
«Gracias, Dios mío, gracias». Por fin volvía a sonreír. No sabía qué pasaría después, pero por su hija, y por el amor que habían sentido el uno por el otro, Brett haría todo lo posible por resucitar su matrimonio. Se negaba, a darse por vencido.
Cuando hizo las promesas, las hizo de corazón… «Pero no estabas a su lado, en la enfermedad. No estabas a su lado, cuando más te necesitaba. Rompiste la promesa, sólo unos meses después de hacerla. Y ezgi  había sido abandonada, tantas veces… primero por sus padres, que la dejaron en el orfanato, y luego por sus padres de acogida».
Qué idiota. ¿Cómo no se había dado cuenta, antes? ¿Cómo no lo pensó antes, de irse a África?
Todos esos años, de separación y de dolor y sólo ahora podía ver, los sacrificios que ezgi  había hecho, para que él pudiera hacer realidad su sueño.
¿Por qué? ¿Habría sido ezgi  sólo una segunda opción, algo de lo que podía prescindir? No había sido capaz de romper el contrato, con Médicos Sin Fronteras, pero sí de dejarla sola en Melbourne… ¿Se había interesado alguna vez por sus sueños, por sus deseos? No, la verdad era que la había incorporado a su vida, dándole su amor durante un breve período de tiempo, para marcharse después.
¿Pensaría Sam que sólo la había deseado, por lo que podía darle? ¿Lo creería un egoísta, un niño malcriado?
¿Qué pensaría que quería, de Casey?
Necesitaba tiempo y, por una vez, la pondría a ella en primer lugar. También él necesitaba tiempo, pensó Özgür . Los dos habían cambiado y tenían que acostumbrarse, a esos cambios.
Era el momento de saber, cuáles eran los sueños, los deseos, las necesidades de su mujer. Y si él era, lo que necesitaba.
En ese momento, oyeron el sonido de un claxon en la puerta.
—Bueno, me marcho —murmuró, apoyándose en el bastón para darle un casto beso en los labios—. Buenas noches, ezgi . Hasta mañana.
Ella no contestó, pero la inseguridad que vio en sus ojos, el temblor de su boca, era la respuesta que necesitaba.
Y mientras salía de la casa se juró a sí mismo, que pronto la tendría de vuelta en su vida, en sus brazos y en su cama, donde la quería.
Donde la necesitaba. En dos horas, ezgi  había vuelto a poner su mundo patas arriba. Con una sonrisa, con un beso, había hecho desaparecer toda la rabia, todas las preguntas, toda la amargura. Con un solo beso le había hecho recordar, que era su mujer, su ezgi .
Era como una adicción para él, su mayor debilidad y, sin embargo, su mayor fortaleza. Siempre había pensado que él era el fuerte, que ezgi lo necesitaba. Pero por
mucho que hubiese cambiado, el también necesitaba a ezgi. La necesitaba, como necesitaba respirar.
Le había pasado algo que no quería contarle, estaba seguro. Tendría que ganarse su confianza, para que se lo contara; pero era como si hubiera perdido su habilidad para hacerla hablar, justo cuando más la necesitaba… Fuera lo que fuera lo que estaba ocultando, no se lo diría hasta que estuviese acostumbrada a tenerlo de vuelta en su vida, en la vida de su hija.
Casey era la puerta abierta, que ezgi no podía cerrar. Si pudiera ganarse el amor y la confianza de su hija, serían una familia… y sólo Dios y él sabían, cuánto necesitaba ese regalo. Cuánto necesitaba olvidar los años y años de dolor, de vacío, sabiendo que había dejado atrás, lo que más amaba en el mundo… Pero ¿tendría algo que darle?, pensó entonces, con el corazón atenazado de miedo. ¿Volvería a ser un hombre normal, otra vez? ¿Olvidaría algún día, las pesadillas de Mbuka? ¿Tenía algo que ofrecerle a su hija, aquella niña tan frágil? ¿Y a ezgi?
¿Podría mejorar sus vidas?, se preguntó Özgür . ¿O con su presencia las destrozaría, como la bala de un francotirador le había destrozado la rodilla y quizá su futuro, para siempre?

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