Özgür , ¿quieres cenar en casa?
Se le encogió el corazón al ver el dulce rostro de su hija, mientras hacía esa inocente pregunta.
Cómo se repetía la vida, pensó. De madre a hija. Esa inmediata fascinación… —¿Quién podría negarse, a la invitación de un ángel?
Casey se puso a dar saltos en el asiento del coche, contenta por poder pasar más tiempo con aquel hombre tan divertido, al que podía llamar «su padre».
A los niños del Centro, les había caído muy bien y no les había dado nada material, pensó él.
Ezgi iba mirando por la ventanilla. No quería ver su expresión de triunfo. Özgur estaba tan convencido de que iba a ganar, que casi podía oírlo: «Casey me quiere a mí, no las cosas que puedo darle».
Seguía sin entender, cuál era el problema. Pero ella habría preferido que, Casey, no conociera nunca a su padre, si luego iba a perderlo. No podía creer, que se quedara con ellas. Özgur hacía que las cosas fueran más divertidas… y más peligrosas.
Y ella quería, que su pequeña Casey fuera feliz… ¿La pequeña Casey, o la pequeña ezgi ?, se preguntó, entonces.
Ezgi dejó escapar, un suspiro. Ella sabía que Özgür se olvidaba de las promesas, en cuanto aparecía en el horizonte la oportunidad de salvar al mundo, de sus horrores. Era un héroe, en cierto modo. Un héroe que extendía sus alas hacia el cielo y, aunque no por culpa suya, Casey y ella estaban atadas a la tierra.
Ahora, era el héroe de Casey. La niña volaba bajo sus alas y siempre intentaría hacerlo… con sus alitas rotas.
—¿ezgi ? ¿Te importa si me quedo a cenar?
—No, no. Claro que no.
—Puedo pedir algo por teléfono… —No hace falta. Además, Casey debe comer comida casera.
La niña emitió un bufido, de desaprobación.
—Pero podemos hacer una pizza en casa —dijo ezgi, para animarla.
—Bueno. ¿Puedo tomar una coca-cola?
—No, pero puedes tomar limonada.
—¿Por qué? —protestó Casey, haciendo un puchero.
—Ya has tomado suficiente cafeína, en estos dos días.
Özgür asintió, con la cabeza.
Lo tendré en cuenta —dijo, en voz baja.
Ella cerró la boca, para no decir: «¿Eso es una promesa, o una amenaza?» —Me gusta este coche —anunció Casey, pasando la mano por el asiento de cuero—. ¿Podemos comprar uno como éste, mami? Es mucho mejor que tomar el autobús, todos los días. Además, el autobús huele mal. Ezgi apretó los dientes.
—Lo siento, princesa. Tendrás que esperar que Özgür venga a visitarnos, para viajar en él.
Cuando llegaron a casa, saltó del coche casi antes de que hubiera parado. Casey bajó tras ella y fue corriendo a su habitación, para jugar con las Barbies.
—¿Puedo hacer algo? —preguntó Özgür , entrando en la cocina.
—Sí —contestó ezgi—. Puedes llevarte tu coche y tu dinero, a Melbourne y dejarnos en paz.
—ezgi … —Éramos felices, antes de que llegaras —siguió ella, cortando una cebolla—. Y entonces tuviste que aparecer y estropearlo todo. Casey nunca había pedido una pizza, nunca pide coca-cola, ni habla de lo bonitos que son los coches. Ahora tardaré meses, si no años, en volver a la normalidad.
—¡Maldita sea, ezgi , Casey no tiene que acostumbrarse a esto! Yo puedo mantenerla… Sé que estos seis años, han debido de ser muy duros para ti. Sé que tú tenías una rutina con la niña, pero… ¿qué quieres que haga?
—Nada. Ve con Casey a la habitación. Diviértela. Pero no le des todos los caprichos, para que te quiera… —Yo no… —Los padres, no sólo compran pizza. Cualquier imbécil puede aparecer, con un juguete caro en la mano. Pero los padres de verdad, se quedan con sus hijos para siempre. Si haces que Casey te quiera, te necesitará también… y si no te quedas, le romperás el corazón.
Él dejó escapar un suspiro. Estaba intentándolo. Estaba haciendo lo que podía y, sin embargo, ella no dejaba de recriminarle constantemente… —¿Se puede saber, qué he hecho ahora? —exclamó Özgür .
—No lo sabes, ¿verdad? —murmuró ezgi, sorprendida.
—¡Claro que no!
—Eres médico. Tú le dices a la gente lo que tiene que hacer, lo que necesita para curarse.
—Pero esto, no es un diagnóstico. Es mi hija, ezgi. Ayúdame… yo quiero lo mejor para ella.Léele un cuento, ponle una cinta, canta y baila con ella. Háblale… como lo has hecho hoy.
—Yo quiero ayudarte, ezgi. Estoy aquí para ti… siempre.
—No, Özgür … —Sé que te defraudé, cuando más me necesitabas —la interrumpió él, apretando su mano—. Sólo pensaba en mis sueños y no presté atención a los tuyos, a tus necesidades… siendo médico, ni siquiera me di cuenta de que estabas embarazada. Pero no volveré a hacerlo, ezgi. A partir de ahora, siempre estaré a tu lado. Nunca volveré, a dejarte sola.
Ella suspiró, apoyando la cara en su hombro, deseando poder creerlo.
En la puerta, una niña que quería jugar, oyó esa declaración de amor por su madre, percibió el cariño en su voz.
Casey se mordió los labios y volvió al salón, sola.
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Nuevos planes
Romance¿Qué harías si el marido que creías muerto reapareciera en tu vida con la intención de retomar las cosas donde las dejasteis? Özgür había desaparecido hacía seis años y a Ezgi no le habían quedado más que buenos recuerdos... y una hija a la que c...