Capitulo 20

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Ves el centro comercial, a la derecha? El Centro para invidentes, está a la izquierda. Sí, gira ahí, en ese cartel.
—No está mal —murmuró Özgür , mirando el jardín de la entrada.
—¿Esperabas una prisión o algo así?
—No. El Centro de Melbourne también es bonito, pero éste es… no sé, más tranquilo.
Özgür  se percató de que Ezgi hacía un gesto de sorpresa, pero no dijo nada.
—A mí me gusta más, el de Glenmore. Huele tan bien… —dijo Casey.
Özgür  miró a su mujer, con cara de sorpresa.
—Glenmore es, donde está el jardín de infancia. Casey viene aquí sólo una vez por semana, para aprender a nadar y para algunas revisiones, ocasionales.
—Y ¿por qué Glenmore huele tan bien?
Ezgi  sonrió.
—Porque han plantado flores y hierbas aromáticas, para que los niños sepan dónde están.
—Y ¿por qué no hacen lo mismo, aquí?
—Yo te enseñaré, lo que hacen aquí, Özgür . Te llevaré a la piscina —dijo la niña.
En cuanto aparcó, la niña saltó del coche—. Vamos, Özgür , date prisa.
Él tuvo que sonreír. De modo, que quería impresionarlo… —Ya voy, ya voy —dijo, tomando su mano.
Cuando el suelo de cemento se convirtió en gravilla, la niña señaló a su derecha.
—Ahí está. ¡Hola, Ángela! —sonrió, como si pudiera ver a la mujer, que los esperaba en la puerta.
—Hola, Casey.
—¿Cómo sabías que estaba ahí?
—Porque siempre me espera, en la puerta —contestó la niña, tomando la mano de su profesora.
—Es una cuestión, de seguridad —le explicó ezgi —. La rutina es vital, para los niños con alguna discapacidad.
—Nunca había visto un niño ciego, que tuviera tanta confianza en sí mismo — dijo Özgür , en voz baja—. Es casi como si pudiera… ver algo.
—Yo he pensado lo mismo, un millón de veces. No lo hagas, Özgür . Le hemos hecho las pruebas, muchas veces y con diferentes oftalmólogos y es, completamente
ciega. Pensar eso la hace creer, que no la quieres por lo que es. Es más insegura de lo que parece… —De acuerdo, muy bien. Lo que tú digas. En la clase de natación había tres niños más, con los que Casey se llevaba de maravilla.
—Tengo un padre —anunció la niña, orgullosa—. Ha venido hoy.
Ángela le ofreció su mano.
—Ángela Carstairs.
—Özgür Atasoy —se presentó él.
—Yo ahora, no tengo padre —dijo, uno de los niños—. Me parece, que no le caía muy bien.
—Yo pensaba que mi padre estaba muerto, pero ha vuelto. Me lleva a muchos sitios. A lo mejor tu padre, podría llevarte a ti también.
Özgür  miró a Ezgi , pero ella estaba pendiente de la niña.
La piscina tenía un quitamiedos, por todo el perímetro y los niños se metían en el agua riendo y haciendo bromas. Hasta que Ángela, los llamó al orden.
—Pensé que habría, más profesores.
—Antes, los había; pero el Estado ha recortado los fondos, para este tipo de centros. Además, los niños ya saben nadar —contestó Ezgi .
Özgür  frunció el ceño, mientras miraba alrededor.
—Pues no parece, que aquí falten fondos. Todo es, completamente nuevo.
—Los padres organizamos eventos, para recaudar dinero. Hacemos lo que podemos, para mantener esto a flote.
Özgür  observó nadar a su hija, con una mezcla de emoción y sentimiento de culpabilidad. ¿Y si Ezgi  y Casey lo habían necesitado desesperadamente, en alguna ocasión? ¿ezgi  se habría visto obligada a pedir dinero, mientras él estaba salvando el mundo?
—¿Qué clase de cosas hacéis, para recaudar dinero?
—De todo. Organizamos fiestas, llamamos por teléfono a la gente, pedimos subvenciones… hasta hago croché.
—¿Qué?
—Hago muñecos y paños de croché… ya sabes, de ganchillo. También hago pasteles… y la semana que viene, habrá una subasta. He tomado, clases especiales.
—¿Clases, para qué?
—Ven a verlo, si sigues por aquí. Nunca se sabe, a lo mejor te apetece hacer una donación, cuando veas lo que está a la venta.
«Si sigues por aquí».
Con esas palabras de inconsciente provocación, ezgi  se volvió hacia los otros padres, presentándolo sólo como «el padre de Casey».
«No soy una Atasoy ».
De repente, Özgür  sintió unas gotas de agua en la cara.
—¿Qué…?
Su hija estaba muerta de risa, al borde de la piscina.
—Le hago eso a mi mamá, para ver si me está mirando. ¡No estabas mirándome, Özgür !
Él se rió, más relajado.
—Te he estado observando, durante siglos. Nadas muy bien, ¿eh?
—Ángela dice que soy, una nadadora «eselente».
—Ah, excelente —se rió Özgür .
Un joven se acercó entonces a Ángela, que se disculpó porque tenía que hacer una llamada. Y los padres, que estaban charlando sobre la próxima subasta, de inmediato se volvieron hacia la piscina, para vigilar a los niños. Era como una rutina, algo que tenían aprendido. Los niños eran, lo primero.
Özgür  pensó entonces en las fotografías que había visto, en casa de ezgi . Sus miedos de que hubiera conocido a otro hombre, eran infundados. No debería haberlo imaginado siquiera. Ezgi  era, una persona leal.
Y eso significaba que, al menos, no había moros en la costa. Era libre para amarlo. Si pudiera convencerla… —¿A qué jugamos? —preguntó un niño, llamado Mickey.
Özgür  lo pensó. ¿A qué jugaban, esos críos?
Todo lo que se le ocurría, era tabú: el escondite, el espía, el tula. ¡Pero era médico, por Dios bendito! «Piensa», se dijo a sí mismo, desesperado.
—¿Qué tal, si cantamos canciones?
—¡Sí! —gritaron los niños.
Afortunadamente, parecía haber consenso. Y afortunadamente también, los niños sabían muchas canciones, porque él no recordaba ninguna. Y Casey era siempre, la líder. Parecía tan avanzada para su edad y su incapacidad… «Ésa es, mi hija», pensó, orgulloso.
Casey, a su izquierda, levantó la carita, con una sonrisa en los labios… de nuevo como si pudiera verlo. Casi podría jurar que… «Déjalo, Özgür ».
Exgi  tenía razón. No debía pensar eso. La habían examinado varios expertos y todos estaban de acuerdo, en el diagnóstico. Eso era, lo que debía aceptar.
Además, estaba loco por su niña. Podía hacer con él lo que quisiera y estaba encantado.

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