Entonces, al inicio, Jimin cree que van a detenerse. Tira del alfa, lo besa y se deja besar, y todavía cree que van a parar en algún punto.
Cree que él mismo los detendrá de nuevo y está tan confiado en eso que a penas se da cuanta que el reloj sigue corriendo y que la excitación comienza a crecer tanto en el alfa como en él.
«Estúpidas clases prenatales y estúpidas hormonas de embarazado.»
Y entonces gime.
Él gime porque el estúpido alfa en cuestión le besa debajo de la oreja y está frotándose contra él en el estrecho sofá. No está mal, lo de gemir. Pero que Jimin lo haga de aquella manera por algo tan pequeño es degradante, ultrajante, estúpido y completamente fuera de lugar.
Lo sigue haciendo, sin embargo.
Yoongi se las ingenia para desabotonar su camisa azul sin dejar de besarle en todas partes y luego le toca bajo la tela. Manos frías contra su sensible piel y es imposible no retorcerse como Jimin lo hace.
—¿Ansioso? —se burla el alfa, mordisqueando la piel de su mandíbula. —Tranquilo, bonito. Sé lo que estoy haciendo.
A los omegas les debe encantar todo ese aire confiado que tiene el alfa. Ese toque animal que desprende cuando sus manos se apoderan de sus caderas, o la manera en que le mira entre beso y beso. De manera tal que desarticula cualquier pero.
A los omegas, -Jimin está seguro-, les derrite ese gruñido mezclado con gemido que hace Yoongi cuando Jimin se atreve a lamer sobre su nuez de Adán. Yoongi debe encantarle a los omegas porque Yoongi es la promesa de una noche inolvidable, la bribonería personalizada, un besador mágico y un amante lleno de malas intenciones.
Y a Yoongi le gusta él, por más ridículo que suene.
—Te ves tan bonito ahora, joder. —murmura el alfa contra su boca. Besos por su barbilla y mas abajo. —Tan suave y bien besado. Mmm. —ronronea, olisqueando ahora en su cuello. —Quiero abrazarme a ti y dormir casi con la misma intensidad con la que quiero terminar de desnudarte. Eres malo para mi cabeza, Park.
«Ahora sería buen momento para detenerlo» se dice Jimin. Respira e intenta dejar su mente en blanco, lo que resulta condenadamente difícil si Yoongi no deja de besar sus clavícula y su cuello. «Detente ahora. Di que no estás listo.»
Pero, ¿realmente quiere detenerse?
Recuerda alguna de sus experiencias como realmente malas y teme que pueda pasarle lo mismo con Yoongi. ¿Qué se supone que haga si lo arruina? Si se queda tieso e irritado como suele ponerse, y el alfa se molesta con él.
Jimin no sabe lo que haría si lo que tiene con Yoongi se arruina por su culpa.
—¿En qué piensas tanto?
El omega se da cuenta entonces que llevan un rato separados y que el menor lo mira extrañado.
Están en el sofá y él está recostado contra el respaldo, camisa abierta y su vientre ya no tan pequeño en exhibición. Yoongi aún trae toda su ropa, pero está gloriosamente despeinado y el botón de su jean está suelto; a Jimin se le seca la boca solo de pensar.
Está duro, también.
Y dice mucho de él que sea capaz de parar en una situación así. Que supiera identificar hasta el segundo exacto en que Jimin comenzaba a sentirse diferente y que se detuviese para asegurarse. La mayoría de los alfas, una vez excitados, no distinguen más allá de meterla y sacarla. Jimin ha tenido de eso toda su vida y no espera nada distinto.
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Our Baby Steps © ym
RomanceDonde Jimin es un bailarín omega de treinta y cuatro, con problemas de ira, un montón de sobrinos y ningún hijo propio y Yoongi un compositor de veintisiete, alfa consagrado a la soltería y un vago. Puede que se conozcan en un club y dentro de nueve...