🍍3 - Un trago amargo.

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Muchos podrían decir que Park Jimin tiene un palo metido en el culo; y a veces tienen razón.

Pero no llegas a ser el bailarín más famosos de un país tan competitivo, como lo es Corea, llevándote bien con todos y regalando pan de maíz a las palomas del parque.

Nop.

El palo en el culo es opcional; el mal genio no.

—¡Levanta esa pierna, Lisa! —gritó. —Imagina que finalmente un hombre te hace caso y solo tienen una oportunidad de coger antes de que se marche a salvar elefantes en África. Esa es tu oportunidad. Tómala. Tómala.

La chica se ruborizó en tres tonos diferentes de rosa pero, como era de suponer, levanto la pierna en el ángulo adecuado esta vez, haciendo sentir a Jimin tan realizado como el mejor profesor de ballet.

Y quizás lo era.

—Muy bien, clase. Terminamos por hoy. Gracias a todos por el esfuerzo. —anunció. Recibió el correspondiente agradecimiento colectivo de todos los chicos y, mientras se marchaban, decidió hacer la buena acción del día. —Lisa, por favor, quédate un momento.

La peliroja lo miró bastante asustada, lo que le hizo reír un poquito en su fuero interno, sin descuidar su poker face.

—Los nombres para los protagónicos no se darán hasta finales del mes, pero voy a tener esta excepción contigo porque..., bueno, eres bastante aceptable. —admitió, y no es broma si la chica casi se desmaya por recibir tamaño halago de Park Jimin. —Tienes el papel protagónico de Coppelia.

—¡No! —gritó la chica, a penas creyendo lo que oía.

—Espera, ¿no lo quieres?

—Sí, sí, sí. Solo me sorprendió, Oppa.

—Yo no soy tu Oppa. Soy tu coreógrafo, tu profesor, tu jefe y tu meta en la vida. —añadió alzando una ceja elegantemente. —No lo olvides.

Lisa no era una mala chica, de hecho era en secreto una de sus favoritas. Pero sentaba bien poder ser desagradable con alguien. 

Aunque lo hacía con más frecuencia de la normal. Ser profesor y primer bailarín te da esos placeres.

—Ahora vete, antes de que me arrepienta y decida que yo voy a bailar protagónicos en todos los ballet de la temporada. —amenaza. —Creeme, una vez lo hice.

La chica salió corriendo espantada, haciendo reverencias y soltando agradecimientos como si Jimin le hubiese regalado su oportunidad. En este mundo no hay regalos de ese tipo, las cosas se ganan o no. Así de simple.

Jimin terminó tirado en una esquina de la sala, aflojando sus zapatillas color crema y masajeando sus doloridos pies. Estaba exhausto, y todavía tenía que revisar las nuevas piezas de música que trajo ese "compositor estrella" del que todos hablaron en la reunión matutina.

Bah, solo otro alfa joven que sueña con abrirse camino fácil en la industria y, de paso, follar bailarinas. Jimin había tenido varios de esos "aspirantes genios" por aquí a lo largo de su vida artística. Había despedido al 99.9% de ellos y el 100% le odiaba.

Antes de enfrentar eso necesitaba un café.

—¡¡Tio Mochi!! —gritan varias vocesitas infantiles, y Jimin sabe que tiene el día mejorado cuando ve a la prole de los Kim/Jeon entrar corriendo por la puerta del salón.

Son cinco mocosos en total, y todavía Jimin no entiende que tanto follan sus amigos para tener tantos hijos en tan poco tiempo. Pero tiene que admitir que, aunque envidia mucho a JungKook, se alegra de que él sea el omega de su amigo.

Our Baby Steps © ymDonde viven las historias. Descúbrelo ahora