Capítulo 2

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Mientras leía una de las tantas historias de mitología griega que tenía descargadas, no pude evitar esbozar una sonrisa. La mayoría de los dioses me gustaban, me refiero a que a pesar de poseer cualidades totalmente adversas unos de otros, la mayoría sabían manejarlas, o al menos, con su historia, podrías comprender el por qué de sus comportamientos, a mi parecer. Pero había un dios en específico que me llenaba de cólera y me hacía querer caerle a golpes con alguna enciclopedia.

Ares.

Sí, señores, Ares el dios de la guerra. Uno de los doce dioses del Olimpo. Me resultaba irritante. Es que yo me lo imagino en la ducha tipo: "Oops, se me ha caído el jabón. Es hora de empezar una guerra". ¿Es que no come, no duerme? Por todo quiere ir a acabar con el mundo. Si yo lo llegara a tener en frente solo le diría algo, "¿Por qué peleas?" Le haría esa pregunta porque posiblemente heriría su ego al no poder responder.

Respiré frustrada porque, como vieron, me estresé con alguien que probablemente no existe. Al terminar el capítulo, cerré el documento y fui directo a escribirle a Mika, que se supone, debía estar aquí hace unos seis capítulos atrás.

El molesto ruido de la puerta principal abriéndose, con brusquedad al parecer, me indica claramente que Mika o ha estado corriendo, o es muy mal educada. El sonido de mi puerta abriéndose me muestra a mi amiga bastante sudada, sorprendente porque vivimos en Londres. Se tiró dramáticamente en la cama y me dispuse a reír.

—¿Pero quién te venía persiguiendo, Mik? —dije entre risas, solo para recibir un manotazo de la cansada chica—. Auch, a parte de irresponsable, violenta.

Esta vez Mika fue quien rió.

—Hola a ti también Kala Afrodita su gran majestad, ¿Qué cómo estoy? ¡Excelente, no te hubieras molestado en preguntar! —dijo en un tono dramático. Mi amiga podría ser una gran actriz.

—El que llega saluda, por si no sabías. —respondí mientras me sentaba en la cama.

—Bien, olvidando que eres una mala amiga, —dijo Mika, mientras se sentaba quedando frente a mí—. Hoy estuve leyendo el libro sobre viajes en el tiempo que me prestó tu abuelo, ¡OMG KALA, NECESITO IR A MATAR A HITLER ANTES DE QUE HAGA TANTO DAÑO!

—Mika, aún, que nosotras sepamos, nadie ha podido viajar en el tiempo.

Dije, aunque era cierto que yo al igual que ella, tenía ilusión de ir a cierto momento de la historia. ¿Mi mala suerte? Que al menos el momento de Mika, es 100% confirmado que ocurrió.

—Tu abuelo es lo más grandioso del mundo de los abuelos, no sé cómo tus padres creen que sus teorías religiosas son el boom cuando existen posibles máquinas del tiempo. Que si llego a ver una ¡ME VOY HASTA DONDE JESÚS Y LE CUENTO LAS ATROCIDADES QUE ESTÁN HACIENDO A SU NOMBRE! —era inevitable reír, pero debíamos bajar el tono si no quería que mis padres vinieran a rocearnos con agua bendita.

—Hablando del abuelo, mañana es domingo y dije que iría a verlo, quiere aprender a usar youtube.

—¡ESO!, ¡ABUELO TECNOLÓGICO!

—Mika, si sigues gritando tendré que vendarte la boca.

—Vieja sabrosa —dijo en tono provocativo. Le tiré una almohada y empezamos a reír.

***

Mika no se pudo quedar a cenar, y yo me encontraba en la mesa junto a mis padres, George y Melannia Stone, ambos grandes doctores reconocidos aquí en Londres, no solo por su trabajo, si no por su gran devoción al catolicismo.

La cena estaba transcurriendo bastante tranquila, hasta que mi madre optó por romper el aura con el tema más incómodo para tratar en una cena, religión.

—Hoy recibí un paciente con VIH, todo estaba bien hasta que descubrí que era homosexual, ¡Qué momento tan desagrable! No pude atenderlo más así que lo dejé ahí a la espera de otra doctora. —dijo mi madre como si lo que estuviera contando fuera una atrocidad. Mi padre por su parte, no emitió ningún comentario.

A pesar de ser bastante religioso, mantenía una filosofía distinta a mi madre, para él, todos éramos iguales bajo los ojos de Dios y por tanto; todos merecíamos el mismo amor y respeto.

—Mamá, ¿estás diciendo que casi dejas morir a alguien por su orientación sexual?

—Eso es peca-

—¿A ti en qué te afecta? No es como si quisiera estar contigo. —la corté de golpe.

—Kala... —trató de calmarme mi padre. Fallando en el intento.

—No papá, no está bien ir a una iglesia a predicar amor y paz y luego salir a la calle a juzgar y condenar a los demás como si ustedes fueran mejores.

No esperé respuesta y me dirigí a mi habitación, no sin antes escuchar a mi madre exclamarle a mi padre un 《¡Todo es culpa de tu padre, George!》

Meter al abuelo en esto era su juego sucio. Menos mal mañana lo vería y pasaría mi único día bueno, cuando no veía a Mika.

ENTRIÓN I: Un viaje de Dioses [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora