La última ocasión que recuerdo haberme arrepentido de decir algo, fue una ocasión en que dije a mi hermana Atenea que no era hija legítima de nuestro padre y que solo la acogimos por pena en el mercado de la ciudad. Y no, no me arrepentí de las palabras, porque la reacción de Atenea fue lo más maravilloso que había observado. Sin embargo, justo en el momento en que decía aquello, nuestro padre entró a la habitación, ¿mi castigo? Sin poderes ni armas por una semana. Y eso, para el dios de la guerra, aún siendo un niño, era terrible.
¿La segunda ocasión? En este preciso momento. Nunca he tenido problemas para controlar las palabras que abandonan mi boca, aunque la mayoría suelen estar impregnadas de ira y molestia, suelo ser muy selectivo al momento de hablar. Pero ahora, sosteniendo a Kala en mi regazo, al parecer mis labios y cerebro han decidido separarse. La mirada de sorpresa de Kala, más el latido acelerado de mi corazón que podría sentirse hasta en el lugar más remoto de Atenas, solo dejaban algo en claro; ella al igual que una parte de mí: no esperaba que aquello saliera a viva luz.
—Y-yo...
Intentó exclamar. Rápidamente tomé su rostro entre mis manos, besarla era lo único que mis demonios deseaban. Pero no, me acerqué lentamente a su frente y al ver que no se alejaba, la besé.
No era un beso cualquiera, no era como aquellos que solía dar o recibir cuando tenía sexo, que era el único momento en que sostenía ese tipo contacto. Ese beso, era el significado de aquello que mi corazón no iba a ser capaz de decir con palabras. Que sentía algo más allá de la ira y el dolor.
—Voy a llevarte de regreso. —dije, al mismo tiempo que Kala abría sus ojos.
Al parecer estaba tan concentrado en la sensación de mis labios contra su dulce piel, que no noté el momento en que estos se cerraron.
Su rostro se volvió de un rojo muy suave, y al momento supe que la razón, era la posición en la que nos encontrábamos, posición que no parecía molestarle a ninguno de los dos momentos atrás. Lentamente y buscando no lucir desesperada, se bajó de mi regazo, y arregló su ropa. Me puse de pie junto a ella, y sin decir más; empezamos a caminar.
Luego de un tiempo caminando, decidí hablar, buscando no dañar la situación nuevamente.
—Kala, yo l-
—No. —me interrumpió colocándose frente a mí—. Dejaré esto muy claro, Ares. No soy una de las muchas mortales con las que tienes sexo cada noche, no te voy a dar lo que buscas para luego ser desechada cuando estés satisfecho.
Verla molesta me hizo reír. Mi risa provocó que su enojo aumentara.
—Kala, aunque tenerte sobre mi regazo fue más placentero que tener sexo con cualquier mortal luego de alguna guerra, nunca he dicho que eso es lo que espero de ti. —hizo un gesto que supuse, era la representación de lo asqueada que estaba por mi comentario.
—Creído. —exclamó.
—Lo sé. —respondí con orgullo.
—Pretencioso.
—¿Ya terminaste de insultarme o pondríamos seguir caminando? —mi falta de respuesta hacia sus insultos, se robaron una sonrisa de mis labios al no verla feliz con el resultado—. Antes de continuar, tendrás que cambiar esa actitud cuando nos casemos, ¡me gusta dominar!
—Serás muy i-
—¡Kala! ¡Ares! Ahí estaban. —Alala hizo acto de presencia interrumpiendo el nuevo insulto del día. Esta chica tenía más carácter que todas las mujeres con las que he dormido. Y créanme que son bastantes—. Ares, gracias por todo, pero necesito a Kala en este momento. ¿No importa si nos vamos, no?
—No, Alala. Tranquila, además, ya me dirijo al templo. —me despedí de ella con un pequeño beso en su pómulo derecho y luego me acerqué a Kala, hice un amago de besar mejilla pero mis labios acabaron en la comisura de sus labios, dejándola sorprendida—. Te veo esta noche en mis sueños, dulce Kala.
Dije en un tono audible solo para ella.
Al alejarme, el rojo de su pálida piel, me hizo sonreír nuevamente. Esta chica me estaba convirtiendo en lo que nunca he sido. Un hombre feliz.
Empecé a caminar, no sin antes darle un último vistazo. Y hoy, justamente, esperaba con ansias la llegada de la noche para poder compartir mi sueño con aquella hermosa chica.
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ENTRIÓN I: Un viaje de Dioses [✔]
FantasiaKala es una joven obsesionada con la mitología griega pero detesta a Ares, el Dios de la guerra. Su abuelo es su mayor cómplice y sus padres, repelen cualquier tema que tenga que ver con los dioses. El abuelo de Kala vive en una casa misteriosa, pue...