Kala
Era la segunda vez que asistía a una fiesta de este tipo, y todo era completamente diferente. Al contrario de la otra celebración donde todos pasaron mi presencia por alto, esta vez la mirada y atención de los presentes se encontraban sobre mí, sobre su nueva diosa. Se me concedió un lugar en la mesa de los dioses, junto a la silla de Ares quien, esta vez y para sorpresa de todos, sí ocupó su lugar. La tensión entre Atenea, Ares y Zeus era palpable para cualquier que tuviera uso de razón, pero todos fingían que no pasaba nada, tal vez para no dañar su tan deseada celebración.
Quería disfrutar del momento, de la alegría de Ares al tenerme a su lado, de la felicidad que él me daba al estar en mi vida. Pero había un sentimiento alojado en mi pecho que causaba mucho pesar a mis emociones.
Cuando la parte formal de la fiesta se dio por terminada, todos empezaron a tomar y bailar alegremente entre ellos. Ares no quiso quedarse atrás y ofreció su mano para que lo acompañara a la parte del salón que fue tomado como pista. Varios tragos fueron ofrecidos por Ares para mí, quien gustosa los aceptaba. Reímos, nos besamos y era más que evidente que el alcohol y las hormonas desataron una tensión sexual que no debía ser explicada por ninguno, nuestros ojos hablaban de lo mucho que necesitábamos tenernos.
—Vamos a la habitación, tengo un regalo para ti. —dijo Ares en mi oído. Sin esperar respuesta tomó mi mano y nos llevó lejos de aquella multitud. Robando la atención de algunos presentes.
Prácticamente corrimos por los pasillos del templo cruzándonos con algunos miembros de servicio quienes reían coquetamente al ver a el par de enamorados correteando por los pasillos como dos niños pequeños.
Al llegar a la habitación fui directo al balcón a tomar un poco de aire, no era una persona muy atlética y esa carrera me pudo. Cuando sentí que Ares no habló desde que entramos, me giré hacia él. Tapé mi boca con mis manos para ocultar el grito que que iba a soltar al ver a Ares arrodillado frente a mí. Estaba anonadada.
—Ares...
—Kala, desde el primer momento que te vi en aquel sueño, supe que serías la causa de mi perdición, porque nunca nadie tuvo el poder de manejarme con tan solo existir.Te amé desde el primer momento que vi tu rostro porque cuando nadie quería acercarse a mí, tú permanecías a mi lado. Porque me diste amor, confianza, cariño, y esas eran cosas a las que un ser tan despreciable como yo, no podía aspirar. Es por eso que hoy, sin importar que seas Kala, o la diosa Afrodita o quien sea que decidas ser, quiero decirte lo mucho que te amo y lo que deseo unir nuestras vidas en una sola. Quiero tener hijos contigo, muchos. Quiero despertar todos los días a tu lado y quiero que seas tú quien siga curando mis heridas, no solo las de las guerras, sino las que he cargado en mi interior por toda mi vida. Kala Afrodita Stone, diosa del amor, de la belleza, de la sensualidad. ¿Aceptas unir tu vida a la mía hasta que la eternidad nos separe? Porque si dices que sí, voy a dedicar mis guerras a hacerte feliz todos los días.
Ares sacó una pequeña caja y al abrirla, descubrí que en ella yacía el anillo de la abuela. Mis lágrimas no podían contenerse.
—Yo, Kala Afrodita Stone, acepto compartir mi vida contigo para toda la eternidad. Voy a curar tus heridas y voy a darte todos los días el amor que nunca tuviste, y que mereces recibir.
Me tiré a sus brazos y nos besamos, muchos besos. Al separarnos por falta de aire, Ares aprovechó para colocar el anillo en mi dedo.
—Serás mía para siempre, Kala.
—Ya lo soy, Ares. Siempre lo he sido.
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ENTRIÓN I: Un viaje de Dioses [✔]
FantasíaKala es una joven obsesionada con la mitología griega pero detesta a Ares, el Dios de la guerra. Su abuelo es su mayor cómplice y sus padres, repelen cualquier tema que tenga que ver con los dioses. El abuelo de Kala vive en una casa misteriosa, pue...