¿Quieren saber qué acabo de aprender en la cocina? Que si dejas de mirar algo por unos segundos, es seguro que va a incendiarse. Para mi suerte, las chicas de la cocina, han sido extremadamente amables conmigo y simplemente reían amistosamente ante mi torpeza. Otras personas en su lugar me hubiesen hechado a la primera.
Rodeada de aproximadamente 20 mujeres y uno, sí, así como oyen, un solo hombre, fue inevitable no notar su presencia. Jereth, como me había dicho que se llamaba. Al terminar de preparar toda la comida, y ayudarles en lo más mínimo para no arruinar nada, Jereth se ofreció a explicarme un poco más acerca de las panhelénicas, ya que a Alala le habían surgido más trabajos de los esperados. Decidí aceptar para que no sintiera pena y se apresurada por mí.
Al terminar de dar los últimos toques y guardar todo, salimos del lugar entre risas. Aún con la ropa sucia, Jereth nos guió hacia un pequeño jardín en el que según él, solían frecuentar los trabajadores de la casa en sus tiempos libres. Nos sentamos en un pequeño banco de mármol que se encontraba frente a una gran fuente. No podía negar el hecho de que Jereth era una persona físicamente atractiva y sobre todo, con una gran personalidad.
Debido a algo que había dicho, ambos nos encontrábamos sumergidos en un gran recital de risas. Hasta que la sensación de otra persona en el espacio me hizo cesar y levantar mi vista en búsqueda de la razón de aquel sentimiento. Para mi mala suerte, frente a nosotros se encontraba un Ares, ni siquiera un céntimo parecido al chico que solía visitarme en sueños. La presencia de su gran armadura manchada de sangre, me hizo entender que se había encontrado librando alguna batalla, pero su semblante me decía que aunque esa guerra hubiese terminado, mataría a cualquiera que cruzara su camino.
—¿Interrumpo algo? —dijo, en un tono bastante seco, sin embargo, su mirada de ira se encontraba dirigida al chico junto a mí, que no había notado su presencia hasta ahora levantando su rostro sorprendido, seguro por la presencia del dios en aquel lugar—. ¿Qué no te han enseñado que a los dioses se les rinde respeto?
Inmediatamente ambos hicimos un amago de ponernos de pie, hasta que Ares volvió a hablar.
—Tú no, Kala. —dijo. Al momento en que quise protestar, siguió hablando—. No eres de servicio ni de aquí. Le hablo a él. —la ira hacia el muchacho, era visible. Sin embargo, no entendía la razón.
Jereth frunció el ceño, pero aún así se puso de pie e hizo una reverencia al dios frente a nosotros.
—Kala, ve a cambiarte. Necesito un minuto con él.
—Ella está con-
Aquel intento de hablar fue interrumpido por Ares empuñando su espada y dirigiendo la punta filosa al cuello del muchacho, quien al notarlo tragó con fuerza. No dudando en que el dios de la guerra le hiciera algo.
—Kala, no quiero repetirlo, ve adentro. Por favor. —ahora mismo, el hombre frente a mí me asustaba. Pero no dudé en hacerle caso y empezar a caminar, no sin antes disculparme con Jereth. Logrando con aquello que Ares apretara más la punta de su espada contra su garganta.
Lentamente, y con miedo a ver esta noche a aquel hombre que vi en aquel lugar, me alejé de la escena, sin saber qué pasaría entre aquel mortal, y aquel dios.
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ENTRIÓN I: Un viaje de Dioses [✔]
FantasiaKala es una joven obsesionada con la mitología griega pero detesta a Ares, el Dios de la guerra. Su abuelo es su mayor cómplice y sus padres, repelen cualquier tema que tenga que ver con los dioses. El abuelo de Kala vive en una casa misteriosa, pue...