Kala
Flores por montón, grandes candelabros, un montón de personas y sobre todo, los dioses del Olimpo. Parecido a aquel día de las panhelénicas, pero hoy el motivo, era otro. Y es que hoy, me iban a reconocer como diosa frente a toda Grecia. Habían pasado dos días desde que mi padre estuvo aquí y fue él mismo el encargado de darme el empujón faltante.
Por eso, hoy estaba frente a un millón de personas desconocidas para mí, y con el dios de la guerra a mi lado, sosteniendo mi mano con orgullo. Todos esperaban por mi proclamación como diosa, que había decido tomar Atenea. Por alguna razón, las aguas entre Ares y su hermana han estado bastante turbias estos dos días, sin entender el por qué, decidí no entrometerme en sus problemas personales.
En cuanto a Damén, supe que fue enviado a Tracios, cerca del lugar donde Ares había nacido. Ahí seguía realizando labores para Zeus, quien no sabe con exactitud qué fue lo que llevó a Atenea a tomar esa decisión.
El sonido de los presentes haciéndose cada vez menos presente me indicó que debía ponerme de pie para recibir las palabras de Atenea. Ares a mi lado, hizo lo mismo pero un poco más atrás.
—El día de hoy es un día especial para todos nosotros, porque la gracia de las aguas nos trajo la maravillosa noticia de que nuestra diosa faltante, estaba entre nosotros. La diosa Afrodita representa la belleza, y el amor, representa dos de las virtudes más puras para nosotros aquí en Grecia. Afrodita, hoy, frente a toda Grecia, y frente a los importantes y venerados dioses del Olimpo, te presentamos ante todos como nuestra última y faltante diosa. Tu llegada debe traer paz y alegría para nuestro pueblo que desde hace años exclamaba por tu llegada. ¡Es momento de que todos se pongan de rodillas y alaben, a su nueva diosa!
Dicho esto, todos se pusieron de rodilla y exclamaron mi nombre al mismo tiempo. Giré a mirar a Ares, y cuando logré encontrar su mirada, se puso de rodillas igual que los demás y exclamó:
—¡Larga vida a la diosa Afrodita! —gritó con orgullo.
—¡Larga vida a la diosa Afrodita! —repitieron todos al tiempo.
***
Quiero decir que después de la presentación nos quedamos en la fiesta que organizaron para mí, pero la verdad era que ahora mismo Ares y yo nos encontrábamos en su habitación comiéndonos la boca. No perdió tiempo de tirarme en la cama y colocarse sobre mí. Cuando tuvo intención de sacar a su amigo de debajo de su ropa, lo detuve. Preocupación en su rostro.
—¿Hice algo que te molestó? —preguntó.
—No, yo… quiero probar algo nuevo. —dije un poco nerviosa. Ares sonrió abiertamente.
—Puedes hacer lo que quieras conmigo, menos dejarme, eso no. —reí y lo quité de encima mío.
—Necesito que te sientes en el borde. —Ares levantó una ceja. Algo me decía que tenía una idea de lo que quería hacer, pero no iba a decir nada y dejaría que tomara la iniciativa—. ¿Por favor? —hizo lo que le dije y cuando me vio arrodillarme frente a él, sonrió con malicia.
—¿Vas a felarme diosa? —ríe fuertemente ante mi reacción.
—¡Ares!
—¡No me estoy quejando! Joder, siento que hoy es mi día, no el tuyo! —volvió a reír y esta vez lo acompañé.
—Solo te diré que… nunca he hecho esto antes, así qué, no te rías. —su risa se convirtió en un gesto serio que solo emanaba la tensión sexual que estaba conteniendo.
—Ser tu primer todo es un placer que me tomo muy en serio. No te preocupes y solo has lo tuyo querida, tus labios son maravillosos besando, así que no dudo que lo sean en esto. ¿si sale mal? Para tu mala suerte voy a estar aquí para que puedas practicar.
Esta vez fui yo quien rió, Ares bajó su rostro para besarme buscando darme seguridad, lo cual logró porque inmediatamente cortó el beso, me dirigí a buscar a su amigo. A parte de el de Ares, nunca había visto otro pene en mi vida, y este era exageradamente grande. Lo tomé como pude y empecé a acariciar lentamente, robándole un gemido.
Luego empecé a bombear lentamente, dando pequeñas caricias en su glande, La forma en que aquel dios griego se retorcía debería ser considerado un delito, es que me podría correr de tan solo verlo en esa posición. El dios de la guerra vulnerable bajo mi toque, era una imagen que nunca sacaría de mi mente. Cuando estuve un poco más motivada, acerqué mi boca, rozando la punta con mi lengua, lo que hizo a Ares elevar las caderas involuntariamente. No iba a durar mucho. Di algunas lamidas por todo su miembro, hasta que decidí entrarlo a mi boca, o lo que cabía de él.
Empecé lento, no queriendo tentar mi suerte, pero cuando las manos de Ares se apretaron en mi cabello, supe que aquel toque ya no era suficiente así que hice algo que había visto en un vídeo. Aumenté las embestidas que daba con mi boca mientras con una de mis manos jugaba con sus testículos. Las maldiciones y los cortos gemidos de Ares me estaban llevando a la gloria sin necesidad de que me tocara.
Cuando el agarre en mi pelo aflojó, supe que estaba por llegar. Chupé y lamí a la vez con toda la fuerza que tenía, obteniendo que aquel hombre se corriera en mi boca de manera impresionante. Por curiosidad, tragué aquel líquido espeso, descubriendo que no tenía un mal sabor. Cuando terminó de vaciar sus olas de placer dentro de mi boca, Ares soltó un respiración pesado a la vez que tiraba de mí para ponerme de pie, limpiando mis labios y dejando un gran beso en los mismos. Ares habló entrecortadamente:
—Te juro que no me voy a quejar si me usas para practicar, es más; vamos a practicar otras cosas.
Reí cuando me lanzó al colchón y se terminó de desvestir colocándose sobre mí. Aquella noche, todos los sueños que compartimos, se hicieron realidad, e hicimos el amor, varias veces. Y sobre todo, descubrimos lo mucho que necesitábamos el uno del otro para seguir en pie. Yo era su luz y él; me daba la oscuridad que no conocía.
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ENTRIÓN I: Un viaje de Dioses [✔]
FantasíaKala es una joven obsesionada con la mitología griega pero detesta a Ares, el Dios de la guerra. Su abuelo es su mayor cómplice y sus padres, repelen cualquier tema que tenga que ver con los dioses. El abuelo de Kala vive en una casa misteriosa, pue...