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Entonces había llegado el momento en el que estaba frente a las rejas negras de aquel patio lleno de flores por donde quiera, esperaba a Dalmi quien bajaba las compras que había querido hacer durante el recorrido de dos horas de la Universidad a su preciada casa.

— Mañana te llevare, no mires así el lugar no es una cárcel. 

La casa de Dalmi estaba ciertamente alejada de la sociedad por el motivo y el temor de nuestras vidas, estaba ahí porque era nuestro lugar más seguro, nuestra protección. Pero, mi sarcasmo era esencial.

— Tan alejada de la civilización y con rejillas de ese tipo parece que si lo es. — Todavía no entro y siento que aire me falta. 

— HyeNi.

— Ya ya... entraré. — Termine diciendo haciendo señas con las manos como para que ya cerrara la boca.

— ¿Cuánto te queda de clases? — Pregunto ayudándome a bajar mi equipaje.

— Casi un mes.

— Sabes que no te podré llevar toda la vida, es horrible viajar cuatro horas del diario.

— Un dolor en el culo. ¿Vamos a regresar a nuestra casa?

— La venderemos.

— ¿Qué?! — Bueno, estaba igual de lejos, pero ¿qué carajo?.

— Mamá lo pensó mucho y creemos que es mejor eso.

— ¿Dónde voy a vivir?

— Te ayudaré con las rentas. — Me están jodiendo. Quería mie spació y vivir cerca del campus pero que sea el cambio así de rápido es una locura.

— Me estás diciendo que...

— Si es tu tarea buscar un departamento o piso compartido mañana. En cuanto antes mejor.

No sabía que mierda iba a hacer, entre a casa de Dalmi y como lo dije antes, el aire dejaba mi cuerpo, mi pecho se comprimía y acompañe en llanto a mi madre, preocupada, pálida, en mal estado, pero quien me recibió con un fuerte abrazo. Estábamos jodidas.

Siempre repetía que quizá no había sido la mejor mamá, la más perfecta, pero sí que lo era, me había enseñado todo lo que sé de la vida. Nos había protegido en todo momento, no comía para que nosotros sí, nos escondía cerca de los basureros de nuestra antigua casa, años atrás, para que no recibiéramos los golpes que ella sí. Que podía decir, amaba a mi mamá y odiaba que le volviera a robar su paz, su felicidad.

Después de una tensa platica sobre lo que había sucedido el fin de semana y la aparición del señor Jeon reclamando tierras ajenas, obligándonos a escapar de su violeta personalidad una vez más Dalmi me preparo un espacio para dormir, todas nuestras cosas estaban en hasta por cada rincón amontonadas, mis preciadas cosas habían sido empacadas con cariño por mi mamá en cajas de cartón y el espacio era algo reducido, por lo que mi lugar para descansar fue el piso.

Dormir y el piso frío de la vieja casa de mi hermana que parecía más la casa de una tía en comparación a lo estresante de ver un cuarto para estudiante más saber  cuanto había de gastar no sonaba tan mal. Bueno aleluya que me voy a "independizar".

El frío me había golpeado tan fuerte o mi sueño que alteró tanto cuerpo de una manera tan real que termine despertando de un brinco.

YoonGi.

Si había soñado con el mismísimo Min YoonGi y cada uno de sus actos que lograba recordar hacían que mi corazón latiera más fuerte y el calor comenzara a subir por mis mejillas y un cosquilleo en mi abdomen creciera. Minutos después a despertarme tan de esa manera, mi teléfono comenzó sonar haciendo más ruido por estar en el piso, era mi alarma, tenía que despertar prácticamente a las cuatro de la mañana hoy por todo el transcurso que debía seguir de ir a la que se suponía era mi casa por ropa y después llegar a la escuela. ¿Pero qué fue eso que me despertó así?. Lo recuerdo y juro que no sé que hacerme.

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