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Corrí, sin embargo no fue precisamente a mi casa, fue a la de SeoJin, una vez más en el día requería de su ayuda moral como la de su hostelería, al menos hasta que fuera el evento.

— ¡En pleno lunes te han pedido asistir a tremendo evento! — Expresaba SeoJin con el mismo enojo que yo. — Como sea, pasa, sabes que igual puedes quedarte a dormir, dudo que te de el suficiente tiempo como para ir a tu casa más noche.

— Vaya que ayuda. Te lo agradeceré en todas mis vidas.

— Me alagas Hye. ¿Solo YoonGi y tu, solos?

— Sí... YoonGi y yo. —Quería sonar normal, pero desde luego que no me salía nada bien.

Y claro que se carcajeo en mi cara y me señalo con dos dedos al pecho. — ¿Ustedes dos?, supongo que lo tienen bien merecido, porque casi nunca asisten a los eventos, además de que se sientan hasta el fondo de cada esquina del salón.

— No lo negaré pero, ¿qué tiene que ver eso con lo otro? , absolutamente nada. Solamente quieren amargarnos el día.

— Y que socialicen un poco, no vivirán siempre encerrados en su burbuja, toma esto como un primer paso para asistir a más eventos sociales. Después iremos a fiestas y más. — Me tomo del hombro suavemente hasta que una idea más se apodero de su mente haciendo que me zangoloteara. — Y, ¿qué te vas a poner?, no más charla psicológica motivacional, debemos ponerte guapa.

Al cabo de treinta y siete cambios de ropa bien contados y unas pinceladas en las mejillas junto a un poco de brillo labial logró darme una apariencia aceptable para dicho evento inesperado, SeoJin por su parte se sentía orgullosa de su trabajo y yo, yo solo quería que pasara rápido.

— ¿No crees que me van mejor mis converse a estos zapatos incomodos?

— Me niego, te van preciosos los tacones de medio centímetro.

— Estudias arquitectura y no sabes distinguir que esto tiene tres centímetros como mínimo de tacón.

— Pero tus pies lucen agradables. — Decía todo más emocionada que yo.

— Mi estatura esta en contra su señoría.

— Sé que ese peliverde es un duende que seguro no pasa el metro setenta, pero te ves perfecta como para caminar entre los pasillos del lugar.

— Si es que no termino rompiéndome un pie antes.

Me negaba una y otra vez a la idea, pero ya estaba arriba de la camioneta del hermano de SeoJin con ella con las manos al volante. Ella manejaba decente, pero no bien, la mayoría de veces le reclamaba o le recordaba que los semáforos se hicieron para mejorar el transito y evitar los accidentes. Pero esta vez estaba más que centrada en el cómo me bajaría de tan gigante camioneta con tacones y de como me debía dirigir a YoonGi, y la inmensidad del trafico me hizo pensar más en lo segundo, o más bien en él, pero mis constantes preguntas mentales, fueron cortadas de tajo. 

— HyeNi, tienes la mejor suerte del mundo, pero creo que de aquí no me moveré en un bien rato y ya es hora de que tengas que estar ahí. — SeoJin parecía mi madre en ese momento haciéndome bajar ya mismo y dejándome ir en sancos.

Pero no había alternativa, me baje y camine entre los automóviles parados a la entrada, hasta llegar a las personas y encontrar el brillo de aquel cabello peliverde que vi a lo lejos, teniendo como reacción un flaqueo recorriéndome los pies. YoonGi había llegado antes y estaba esperando en la entrada. Llevaba un traje color negro bien entallado marcando su espalada como una silueta perfecta. Que fetiche había desarrollado ya con su espalda. 

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