Capítulo 11

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-… serán mordidos hasta la muerte. – Finalizo el demonio prefecto, retando con la mirada a cualquiera de los estudiantes.

El lugar estaba desierto. Probablemente dentro del castillo estaban los profesores esperando para rescatarlos, pero si un grupo completo de aurores no logro hacer nada… 

- Tsu-chan se ha tardado, ¿no te parece? – Comento Takeshi, preocupado y extrañado.

Era increíble como esta gente podía ignorar olímpicamente la gran llamarada justo detrás con humo negro. Los cuerpos era otra cosa. Habían sido misericordiosos en tirarlos lejos de donde podía llegarles el fuego. Que los trataran como sacos de papa no valía la pena considerarlo porque estaban vivos. Todo podría volverse chicharrón, pero nadie moriría si no hacían algo estúpido.

Para ser terroristas, eran raros. ¿No se supone que debían de matar gente?, no es que se quejaran. Querían vivir muchas gracias. 

- Es probable que terminara muy lejos o este perdido. – Draco suministro desde su puesto en la fila. Era uno de los pocos que tomaba esto como algo de todos los días.

Si tan solo supieran que era así. La vida con Tsu-nii era caos casi todo el tiempo y no por lo sobrenatural precisamente. Ninguno de estos chicos era un mago o una criatura mágica, eran muggles, y ta da. Y ni siquiera se estaban proponiendo en destruir nada. Era su forma de vida. Y extrañamente funcionaba, era divertido. Honestamente Draco no quería venir a Hogwarts. Seria aburrido y no tendría televisión ni video juegos ni… En conclusión: extrañaría la vida con esta gente.

- ¿Quién dice que me perdí? – Ante la nueva voz, mucha gente palideció.

Era un adolescente normal. O se veía normal. Obviamente foráneo como el resto. No daría miedo si no hubiera saltado del techo. ¿De dónde diantres había salido?

- Un par de veces, ¡pero volví! – Se cruzó de brazos e hizo un puchero, una cosa muy rara de ver en alguien tan grande. 

- Terminaste muy lejos, ¿eh? – La nueva presencia se sonrojo ante las risas. – Al menos ya estás aquí. Ah, el tren… - Takeshi señalo la gran llamarada y el montón de humo negro.

Un minuto de silencio.

- Eso les pasa por usar medios de transporte tan idiotas. – Sentencio Tsuna como si eso explicara todo. - ¿Ya salió uno de los idiotas con palo?, tienen que llevar a sus estudiantes a la ceremonia y todo eso, ¿no?, ¿nadie ha venido?

- Pues-

- No importa. - ¿Ah? – Vamos adentro, me muero de hambre. – Dicho esto el vampiro dio media vuelta e ingreso al castillo, desestimando todo.

No es que llego muy lejos, honestamente. De cualquier forma, Tsuna no estaba impresionado ante la señora con sombrero picudo, mano temblante y cara pálida apuntándolo al rostro con su varita. Si bien la intención era obvia y noble, no iba a darle. Y si bien no estaba sola, era la única valiente en la mente de Tsuna. 

- ¿No deberían de estar haciendo algo productico con su tiempo? – Muchos no lo estaban tomando en serio. Bueno, mejor para él. – Si también tengo que llevar a sus alumnos al salón, exigiré propina. – No que es estuviera haciendo un servicio o le fueran a pagar… pero eso solo eran detalles. 

- ¿Quién es usted? – Oh. ¡Vaya viejete!

- Hola Gandalf. – Aunque este en particular estaba más que pasado de su fecha de caducidad. Seguía vivo por eso, ¿no es así?, nadie quería algo vencido y este sí que se pasó de viejo. - ¿No le llego el memo de que esta viejito? – Y para ser un viejo, sin duda alguna tenia algún complejo: esa barba no la tenía cualquiera y estaba muy linda como para ser del todo natural.

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