-... y eso-o-o se-se-r-r-ría to-to-do. – Draco miro de reojo a su amigo, preocupado.
Había algo malo cuando tu mejor amigo tenía que evitarle la mirada a un profesor y aun así que su cicatriz le doliera lo suficiente para hacer muecas y tener que masajeársela para intentar calmar el dolor. Dejo de ser una broma para él y Fuuta cuando esa cicatriz comenzó a sangrar el otro día y tuvieron que ir a la enfermaría en donde, irónicamente, no lograron nada más que les dijeran que-¡Pop!
Más de uno palideció, el salón quedando callado, tímidamente mirando a la puerta. Allí, hecho el tonto, había un oso de dos colores con una sonrisa enorme, asomándose como quien no quiere la cosa.
- ¡Tsu-chan! – Harry fue el primero en salir del sitio a saludar al oso, que en verdad no era ningún oso.
Era tanto las horrendas ganas de salir de ese lugar como el hecho de que en verdad no habían visto al vampiro en toda la semana. Si, había estado aquí y allá por cortos periodos de tiempo, provocando terror en la población, pero no para hablar con él.
- Ciaossuuuu~ - Ah, y no estaba solo.
El bebé al que todos habían aprendido a ni siquiera mirar mal salto a la cabeza del ojo, como si nada extraño pasara. Bajo la presencia de lo que la población llamaba demonios, Draco solo podía preguntarse cuanto tiempo llevaban allí, en el salón.
- Dis-is-cul-l-pen, pe-pero n-no pu-pue-den-en es-t-
- Estas despedido. – Anuncio el bebé tranquilamente, sin siquiera mirar al hombre. – Sal ahora. – Bajo la mira de una engañosa pistola verdad, cualquiera obedecería sin chistar.
El profesor Quirell, por supuesto, no era una de esas personas así fuera un miedoso de primera. ¿La razón?, los primeros días no estuvo porque supuestamente estaba fuera del castillo adquiriendo unas cosas para sus clases y con lo que aconteció esos días, el hombre tuvo que buscar otros medios para llegar.
Era escéptico a lo que decían los rumores. Pobre hombre.
- Afuera, no lo repetiré otra vez. – Reborn, para bien o para mal, no estaba de buen ánimo. Un par de balas rozaron al profesor, indicando que la amenaza era muy real.
- Le conviene mucho irse. – Esta fue una tercera voz que hizo a muchos voltear la vista. El fantasma estaba detrás de ellos, tomando una taza de té. – Tsu-chan lo va a matar si se queda por mucho más tiempo, le debe su vida a Reborn. – Era con ellos, el fantasma estaba hablando con ellos. Lo suficientemente alto para ser oído por el profesor que, tontamente, había alzado la varita, y estaba preguntando qué clase de broma era esta. A tartamudeos que casi nadie entendía, obviamente. - ¿Sabían que Tsu-chan puede sentir si una persona es buena o mala?, hay cierto límite, pero una vez que una persona lo rebasa Tsu-chan lo identifica como mala y se convierten en su cena. – Ignorando las caras pálidas, el fantasma siguió tranquilamente tomando su té.
- ¿Por eso no casi crimen en casa? – Gracias Harry, muchas gracias, pensó con sarcasmo Drago rodando los ojos.
La comunidad mágica no sabía en qué diantres se había metido, de a gratis. Harry Potter seria el Niño-Que-Vivió, pero Tsunayoshi Sawada era el Ser-Que-Protegió. Porque eso, sin importar lo que dijeran, era lo que ese chico era. Un vampiro posesivo que era increíblemente sobreprotector y perdía los estribos cuando le tocaban un pelo a lo que era suyo.
El vampiro estallaría tan pronto supiera lo que le pasaba a Harry con este profesor, si es que no lo sabía ya. Fuuta había sido increíblemente útil en confirmas sus sospechas con el vampiro. Después de todo, era inútil refutar cuando salía "la segunda persona más sobreprotectora de la familia" y "el primero en ser agarrar a cualquier persona o ser que le agradara como familia". Draco no iba a darle más ranas de chocolate a Fuuta, había ciertas cosas que eran preferibles no saber.
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Magic's Games
FanfictionSi alguien le hubiera dicho a Harry que su vida daría una vuelta de 180 grados o mas por un simple accidente, del cual no tenia nada que ver, gracias a un fantasma que no conocía... probablemente hubiera dicho que era una buena broma, o un sueño muy...