Capítulo 3

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- ¡Tsuna-sama!, ¡aquí está todo lo que hace falta para el pequeño demonio grosero que tiene de mascota! – Gokudera exclamó sonriendo de oreja a oreja, enseñándole varias bolsas con los artículos escolares de la lista de Hogwarts, muy contento por haber logrado su cometido y muy claramente ignorando el desastre que había provocado.


Era un grandioso, pero terrible, desastre el que había provocado. Tsuna, en particular, no sabía si estar orgulloso o decepcionado por todo lo que estaba viendo, todo causado por nada más y nada menos que Gokudera. Columnas de humo por doquier, fuego en muchos edificios, gente corriendo, gritando, llorando, y una buena parte tratando de apagar el gran desastre, y un montón de niños asustados y escondiéndose en refugios improvisados... Alguien se había pasado con la dosis de dinamita el día de hoy.


- ¿Y tenías que volar media ciudad? – La verdad, estaba exagerando, pero aun así Gokudera se había más que pasado.


- Me amenazaron con palos extraños, tengo derecho a defenderme. – Gokudera se encogió de hombros, como si no hubiera hecho nada malo.


Ante esta respuesta, el único que no sudo frio o trato de esconderse detrás de algo fue el mismo Tsuna, quien tenía una cara de póker al ver todo el desastre.


- Bueno, vamos al banco, Harry necesita ser capaz de acceder a sus bienes por sí mismo. – No, no se iba a poner a solucionar todo el problema que había causado Gokudera. Además, nadie se metía con sus mascotas, así que se lo merecían. – Ni siquiera tengo idea de qué clase de vejestorio mal intencionado tiene el pobre Harry de guardián mágico que ni un buen hogar le pudo dar el muy desgraciado...


En otro lugar, Dumbledore estornudo y sintió un escalofrió subirle por la columna. El fénix chillo al ver esto, sintiendo algo de magia neutra proveniente de su dueño, preocupado.


- Tranquilo Fawkes, fue solo un estornudo. – Trato de tranquilizar el Director al ave sin mucho éxito.


- Tal vez alguien esté hablando mal de usted profesor. – Comento la profesora McGonagall, tomando otra taza de té. - ¿Alguna noticia sobre Harry, Albus?


Ninguno había podido relajarse totalmente desde que sabían que Harry estaba en manos de un psicópata desquiciado, y no ayudaba que todas las investigaciones y acciones tomadas para al menos saber cómo estaba el pobre chico no estaban dando resultados.


- Me temo que nada, Minerva... - Un suspiro profundo. – Este aparato es lo único que funciona, y no estoy seguro si deberíamos de creer que lo que nos dice es cierto o no en este punto... - Señalo un pequeño aparato que tenía un pequeño espejo atado a él en su escritorio. El aparato decía que Harry estaba más que bien, lo cual nadie creía.


Todos los demás intentos terminaban sin respuesta y en derivados de esto, incluso a veces decían que lo que buscaban no quería ser encontrado. Esto último era una estupidez, ¿pues qué chico no querría ser encontrado si estaba en manos de un psicópata demente?


En Gringotts, todos menos Tsuna se llevaron una sorpresa y un pequeño susto al ver tantas criaturas enanitas y con orejas largas, por no hablar de las malas caras que cargaban todos, como si fuera un muy mal día para ellos. Un gran grupo de ellos corría de un lado a otro, apagando fuego y sacando humo. Gokudera solo se disculpó levemente con Tsuna cuando recibió una mirada que decía: "¿Aquí también?". No era su culpa que uno de ellos saliera a regañarlo y lo asustara de sobre manera, provocando que múltiples bombas cayeran dentro del edificio.

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