Capítulo 5

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- ¡¿En dónde está mi bebé?!, ¡mi bebé! – La gente se miraba entre ellos, nadie sabía cómo consolar a la mujer. – Oh mi pobre bebé...


-... Lucius, amigo, ¿hay algo en lo que pueda... ya sabes... ayudar? – Pregunto cuidadosamente uno de los funcionarios del Ministerio de Magia, sumamente incómodo.


Narcissa llorando a mares y sufriendo por su hijo perdido, quien no había sido encontrado 8 días y contando, y su esposo... su esposo metía tanto miedo e incomodidad como su esposa: parecía listo para cometer homicidio de la desesperación y rabia que tenía encima el pobre hombre. No ayudaban las muertes horripilantes de los aurores que fueron enviados ese día, ni de los testimonios de la gente... Todo simplemente apuntaba a lo pe-¡Click!


- Oh, una lechuza. – Que raro que viniera una lechuza a esa sala.


La lechuza, luciendo como si hubiera salido de un huracán y tal vez de alguna pesadilla, tiro la carta que traía hacia los señores Malfoy y salió volando tan rápido como había llegado. Sin saber que pensar, o decir, Lucius decidió tomar la carta... pero en verdad nunca llego a hacerlo: era un vociferador. Uno que básicamente estallo solo:


- "Estimados Malfoy, es un placer informales que para recuperar a su hijo deben depositar mil monedas de oro a la cuenta de-


Todos se miraron asustados, en especial cuando de la anda hubo forcejeos y dificultades técnicas...


- "Ehem, ehem, perdón por eso..." – Esta era una voz completamente a la anterior, aunque era muy joven en comparación. – "A Mukuro le pareció gracioso intentar hacer una carta de secuestro y esas cosas..."


Los esposos Malfoy se miraron, entre lágrimas e ira, totalmente tomados con la guardia baja. ¿Qué demonios ocurría-


- "Bueno, en fin, la idea de hacer esto era para que mi mascota dejara de molestar con comunicarse con sus padres. Realmente espero que valga la pena, me costó agarrar esa paloma y realmente quería comer paloma frita." – La voz se quejó muy notoriamente con lo último y luego hubo una corta pausa.


Bueno, ahora era enteramente comprensible el por qué la pobre lechuza parecía tan mal y como si estuviera en una pesadilla: había escapado de una por los pe-digo, plumas. Por otra parte... ¡¿quién demonios se refería a las lechuzas como palomas?!


- "Hey padre, madre, ¿cómo están?" – Sorpresa, sorpresa, nadie se esperaba oír la voz del niño desaparecido y mucho menos tan informal y feliz. – "Yo estoy de maravilla, un poco asustado, un poco incómodo, pero de resto genial tomando en cuenta las circunstancias. Debo disculparme por la demora, Tsuna-nii realmente no quería salir, o cazar una lechuza... en realidad, esta enviciado jugando un juego extraño, pero muy divertido, algo a cerca de un medio demonio, un ángel, y un demonio en el inframundo."


Si no fuera por el alivio que sentía de poder oír a su hijo, ambos padres estarían horrorizados ante la falta de formalidad, ante el tema innecesario, y ante lo poco o nada preocupado del chico. Estaba secuestrado y se oía de lo más tranquilo... ¡no tenía sentido alguno!

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