16.

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Dani siempre consigue ponerme los pelos de punta sin siquiera tocarme. Tiene mucho poder cuando habla, porque tiene mucho sentimiento en su interior. Le admiro; el cómo habla, cómo siente, cómo se expresa, sobre todo, el cómo es. Siempre me preguntaré por qué me enamoré del gemelo equivocado.

El teléfono suena y corta el silencio que se ha formado en cuestión de segundos entre nosotros. Un silencio que no era incómodo, sino todo lo contrario.

— ¿Eva? — lee en voz alta Dani al coger mi móvil y estrechármelo.— ¿Qué querrá a estas horas?

Sin entender nada, y con la misma inquietud y desconcierto que Dani, cojo el móvil que me tiende y descuelgo.

— ¿Eva? ¿Va todo bien? — es lo primero que se me ocurre preguntar. No entiendo a qué viene esta llamada a estas horas.

— Cariño, todo bien sí —hace una breve pausa y sigue — Necesito que pilléis un vuelo lo más rápido posible hoy, papá y yo tenemos una noticia que daros muy importante.

Por su tono de voz, sé que no es algo bueno lo que se avecina. Dani y yo nos miramos, y noto en su rostro preocupación y miedo.

— Está bien, sí. —asiento, todo lo que haga falta. Veo a Dani ponerse en pie y salirse al balcón. Aprovechando su ausencia, decido preguntarle a Eva cómo sabe que estoy conviviendo estos días con Dani.

— Todos los días hablamos, desde que rehizo su vida en Madrid. Dos años seguidos contándome el cómo se sentía y qué era de ti.— mis ojos se ponen tristes automáticamente, lo cierto es que a saber qué le contaba a Eva de su vida, supongo que omitía la parte de la droga y de la mala vida.— Hace poco la llamada fue diferente, y me alegré mucho al saber que estáis juntos, como buenos hermanitos que sois.— esbozo una sonrisa, aunque bueno, somos hermanastros y nosotros de eso procuramos olvidarnos. No me gusta desde que comenzó mi aventura con Jesús. A día de hoy, sigue sin gustarme pensar en esos términos para Dani y Jesús.

— Bueno, nos vemos esta tarde, Eva.— siempre me ha costado llamarle mamá, y he agradecido que nunca me corrigiera. ¿Seguís viviendo en Sevilla?

— ¡Sí! —

— Genial. Un beso.

Cuando cuelgo, me levanto del sofá para dirigirme al balcón. Me llevo una sorpresa al ver que no está ahí Dani. De forma involuntaria, comienzo a llamar a gritos como una loca a Dani, mientras miro al suelo del jardín exterior.

— ¡Estoy en el baño! — me devuelve un grito. Automáticamente, mi corazón comienza a decelerar. Cuando consigo calmarme del todo, me dirijo al baño.

La puerta está entornada, y la abro lentamente antes de entrar. Me encuentro a Dani sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared. Sus ojos están rojos; ha llorado.

— ¿Qué pasa?— muestra una pequeña sonrisa— ¿Te pensabas que me había suicidado? —se limpia el rostro con las palmas de sus manos, y me siento al lado de él.

— No me he dado cuenta de que habías vuelto a entrar. Y sí, pensaba que te habías tirado de cabeza.—sonrío para intentar subirle el ánimo a Dani. — ¿Qué te pasa? ¿Temes la noticia de tus padres?

— No. Temo el cara a cara con mi hermano.

Al subir al avión, tenemos una serie de problemas. Para empezar, casi nos quedamos sin vuelo porque hemos tenido un pequeño enfrentamiento con el taxista. Bueno, más bien, Dani. Después, necesitaba meterse al baño y había mucha cola. Casi volvemos a llegar tarde. Finalmente, por si fuera poco, no nos daban asiento juntos. Tras rogar y rogar, conseguimos sentarnos como queríamos.

— Te juro que le pisaba la cabeza a más de uno.— resopla Dani— ¿Un Among Us?

— Demasiado triste jugar dos personas.— niego con la cabeza mientras saco los auriculares de mi bolso.

— ¿Quién te ha dicho que vayamos a jugar dos? —me mira desafiante, y no me hace falta preguntarle para saber a qué se refiere. Se pone en pie y alza la voz para que todos le escuchen—: ¿Alguien se apunta a un Among Us?

Le pego un tirón del brazo y todos comenzamos a reír. Me encanta la forma de ser que tiene, es brutal. Tras echarle la bronca la azafata por no abrocharse el cinturón, se coloca sus auriculares y se dedica a hacer fotografías al despegue.

Con Lewis Capaldi de fondo, me pierdo en cada uno de las expresiones que hace Dani con su cara mientras hace fotos. Deslizo mi cabeza y me apoyo en su hombro, dejándome llevar por los acordes de una de mis canciones favoritas.

El pensar en Jesús y su reencuentro con Dani, me crea un sentimiento de angustia. Con la noticia tan importante que tienen que dar sus padres, me preocupa que sea lo que sea, acabe en pelea entre los dos hermanos.

Sin embargo, me doy cuenta de que el gran miedo que tengo realmente no es ese, sino lo que puede pasar al vernos aparecer Jesús a Dani y a mí juntos.

Me despierto a la hora cuando Dani comienza a llamarme. Se aproxima el aterrizaje, y creo que no hay cosa que más odie. Los oídos me pitan una barbaridad, y siento que se me corta la respiración. Dani me coge de la mano y me ayuda a tranquilizarme. Ciertos los ojos hasta que el aterrizaje ha concluido.

— Campeona.— me da un beso en la frente mientras caminamos con nuestra maleta hacia la estación de taxis.

— Era mortal.— le digo suspirando. Cojo el móvil y miro la hora, son las 18.00. En Taxi hasta Mairena son unos 15 minutos, tiempo insuficiente para hacerme a la idea.

Dani parece más relajado. Cuando estamos de camino, observo cómo edita cada una de las fotos que se ha hecho en el avión. Al deslizar una foto y otra, le detengo al ver una mía durmiendo en el avión.

— Eh.— frunzo el ceño e intento quitarle el móvil. Él consigue esquivarme y me saca la lengua a modo de burla. Su expresión cambia al entrar al barrio donde vivíamos antes. Ya hemos llegado.

— Dani.—

— Estoy bien.— dice sin importancia—. Lo que me da miedo es cómo reaccionaréis al veros vosotros dos.

— ¿En serio? ¿Lo que te preocupa es cómo nos comportemos él y yo?— alzo una ceja. Hasta hora pensaba que lo que le preocupaba era qué podría pensar Jesús al vernos llegar juntos.

— Seguro que estos tres dias aquí pasa algo entre vosotros dos.— dice, guardándose el móvil en el bolsillo y desabrochándose el cinturón.

— Aire.— respondo —. Eso es lo que va a pasar entre él y yo—. Dani no parece muy convencido pero intento ignorarle.— Además, lo mismo no viene.

Bajamos del taxi, y Dani le paga mientras me quejo por no dejarme darle la mitad. Sacamos las maletas y nos encaminamos a la puerta de la que hace dos años era nuestra casa.

Antes de llamar al timbre, miramos la hora y vemos que no son ni las siete menos cuarto. Aún nos sobran unos minutos, pero decidimos llamar ya. Cuanto antes hablemos, mejor. Además, quiero evitar estar mucho tiempo aquí.

Miro a mi alrededor y no veo nada relacionado con Jesús. Conociéndole, él hubiese venido en su Audi deportivo. Pero nada. Ni rastro. Quizás no haya venido, o Eva simplemente quiere hablar con Dani y conmigo.

La puerta se abre y la sorpresa nos la llevamos antes de tiempo. Sus ojos pasan de los míos a Dani.

— Cuanto tiempo, hermanito.

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Aquí tenéis el capítulo.

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Os adoro❤️

Ig| paulaaa_sg

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