Cuando abro los ojos, veo que en lugar de encontrarme en la típica habitación blanca de hospital, me hallo en la de mi apartamento. Me llevo la mano a la cabeza, donde noto leves pinchazos.
De repente, recuerdo que el último rostro con el que me había encontrado había sido el de Dani, el gemelo de Jesús. Mi otro hermanastro. Intento sentarme para poder levantarme de la cama e ir al salón, pero siento que me mareo.
Miro para la mesita de noche y observo mi pequeña botella de agua. Estiro el brazo para intentar cogerla, pero sin querer le doy al despertador y este se cae, produciendo un desagradable ruido.
— ¡Irene!— escucho un grito procedente del salón.
Al cabo de medio segundo, la puerta de la habitación se abre de golpe y entra corriendo un Dani encapuchado y asustado. Mis ojos se humedecen al observarle. Es él. Dani, le había echado tanto de menos. Es entonces cuando cierro los ojos, y mi mente y corazón viajan al pasado.
Hace dos años...
Hoy va a ser un gran día, lo presiento. Comienzo a bailar y a cantar al ritmo de la música, mientras espero que el agua de la bañera se caliente. Echo dos bolas para que se cree espuma y me dirijo a mi gran armario, del cual extraigo un vestido precioso para esta noche.
Hoy iba a cantar por primera vez, mi primer single. Mi primera canción. Es una oportunidad para poder conseguir ser cantante, o simplemente, poder ayudar a muchas personas con mi música.
La canción se llama "Indeleble"; significa que algo no puede ser borrado ni olvidado. Se la dedico a Jesús, y la he compuesto gracias a todo lo que me ha hecho y me hace sentir. Él no sabe que la canción es para él, tampoco conoce la letra; simplemente, el título.
Nadie la ha escuchado, ni siquiera Juan ni Eva. Cada vez que Jesús y Dani estaban fuera de casa, y mis padrastros trabajando, yo me dedicaba a tocar el piano y a componer varias canciones, una de ellas, Indeleble, la que lo cambiaría todo esta noche.
Me introduzco en la bañera con cuidado de no salpicar mucha agua, y comienzo a relajarme.
—Irene.—escucho la voz de Dani, justo entrando a la habitación.
Mis ojos se encuentran con los suyos y pego un leve grito.
—Dios, perdón.— se da la vuelta.
Mierda. Eso me pasa por dejar la puerta del baño abierta. Gracias a Dios es una bañera y todo el cuerpo me lo cubre el agua y la espuma. Me relajo y comienzo a reírme.
—Tranquilo, menos mal que no se me ve nada.—digo tranquilamente— ¿Qué quieres?
—Necesito que me acompañes a comprarle un regalo a Eva.—me suplica nada más girarse.
—¿No te puede acompañar tu novia?—le pregunto. Su nueva novia me cae fatal ya que era la típica que está con él por fama. Yo intenté advertírselo pero eso había ocasionado muchas discusiones entre los dos—.Perdón.—me disculpo yo ahora, entre suspiros—.Está bien, déjame terminar y en media hora bajo.
—¿¡Media hora¡?—sus ojos se abren de golpe—. Son las doce y media, si salimos a la una se nos hará muy tarde.
Suspiro. Mi maldita costumbre de despertarme tarde y de desaprovechar las mañanas.
—Está bien, si te largas de aquí, salgo enseguida.
—Perfecto hermanita.—me dice, a lo que suelto un gruñido—.Ups, digo cuñada.
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Y me terminaste buscando #3
RomanceTercera parte. "Porque el primer amor nunca se olvida"