5.

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Los ojos verdes de Martín pasan de Jesús a mí. Una sonrisa se deja ver en su rostro cuando se percata de que a Jesús le molesta que me mire de esa forma.

— Hola guapa, creo que voy a ser tu veterano. — recalca la última palabra, mirando a Jesús — ¿O vas a hacerle caso a este chico y quieres cambiarme?

— No. — respondo sin pensar. ¿Me arrepentiré? — Quiero que lo seas tú.

Observo de soslayo a Jesús, quien comienza a enfadarse conmigo, aunque no comprendo por qué. ¿Qué más le da mis decisiones?

— Genial bombón, nos vemos esta noche. No me falles. — me guiña un ojo, se acerca y me da dos besos. Sin cortarse un pelo, me sujeta la cintura justo por debajo de la camiseta, y siento miedo. Miedo de él.

¿Tendrá razón Jesús?

— Adiós. — se separa y se despide de Jesús. 

Cuando desaparece de nuestro campo de visión, él da dos grandes zancadas hasta llegar a mí.

— ¿Te ha metido mano? — me pregunta directamente.

— ¡¿Me puedes dejar en paz de una puta vez?! De verdad, no aguanto más que estés detrás de mí a cada paso que doy, déjame. Estos dos años hemos estado genial sin vernos. — miento. Yo lo pasé fatal—.Por favor, ignórame. Céntrate en las decisiones que tome Julia, no yo.

Sus ojos se oscurecen y noto el cambio de expresión, pasa de enfado a tristeza. Suspiro, me giro y desaparezco por el largo pasillo. Intento andar lo más rápido posible, ya que siento que mis lágrimas van a brotar en cualquier momento de mis ojos. Llego al coche de Julia, quien me lo había dejado de nuevo, y exploto.

No sé exactamente el porqué estoy llorando, pero siento que las cosas van de mal en peor. Mi orgullo me ha ganado hace cinco minutos. Cuando tenía que haber solicitado un cambio de veterano, porque me ha tocado un puto acosador de mierda, me he callado.

¿Por qué no podía desaparecer Jesús? ¿Por qué habré entrado en razón con Eva en venir a esta Universidad?

De repente, me doy cuenta de que he arrancado el coche y que me dirijo a mi apartamento. No debería hacerlo, al menos no ahora, porque mis lágrimas me nublan la vista y hacen que no vea bien las señales viales.

Cuando entro a casa, observo que Julia no está y me dirijo al frigorífico por si me ha dejado una nota.

"Cariño, lo siento mucho. Anoche ingresaron a mi abuela, y me he tenido que venir aquí para estar con ella. Me he despedido de Jesús pero por favor, cuida de él y que no se le acerque ninguna fresca.

Estaré dos semanas fuera, en un principio. Si las cosas se ponen feas, te daré un toque.

Te quiero hermani."

Genial. Con las ganas que tengo de desahogarme con Julia, de contarle la verdad de todo. Pero joder, primero su padre y ahora su abuela, y yo no quiero crearle más problemas.

Que cuide de Jesús, sí. Una mierda.

Suspiro.

Me siento una mala amiga, por no querer cumplir los favores de Julia, cuando ella confía en mí plenamente.

Mi teléfono comienza a vibrar y lo cojo. Otro mensaje de Gonzalo.

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