4.

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Me paso la tarde dando vueltas con el coche prestado de Julia. Mi propósito del día es encontrar trabajo pero decido darme por vencida y aparco en batería cerca de una heladería. Decido tomarme un capricho y entro para pedirme un buen cucurucho de dos sabores.

—Chocolate valor y fresa.—no me lo pienso dos veces, ya que siempre han sido mis sabores favoritos.

—Enseguida se lo llevaré.—me sonríe la mujer.

Me doy la vuelta y opto por sentarme en las mesas del fondo. Comienzo a juguetear con mi móvil y veo que de repente me llega una notificación que llama mi atención.

Has sido añadido a al grupo.

Cientos y cientos de mensajes empiezan a llegarme sin parar. Pongo los ojos en blanco y justo cuando me dispongo a leerlos -o intentarlo- , aparece la camarera con mi gran helado. Me relamo al instante.

—Que aproveche.— me sonríe.

—Muchas gracias.—le agradezco mientras cojo el cucurucho y comienzo a pegarle un lametón.


Son las once de la noche cuando llego a casa y me topo con una Julia muy ocupada. Nada más abrir la puerta con mis llaves, escucho unos gemidos procedentes de...¡mi habitación!

Juro que la mato. Me la cargo. 

Dejo mi bolso en la mesa del pequeño salón y me dirijo al baño de la habitación de Julia. Suspiro. Supongo que tendrá alguna toalla por aquí a la mano. Efectivamente, la tiene. 

Me meto a la ducha y el contacto del agua caliente con mi piel me produce una  sensación de alivio en el cuerpo. Mis músculos se relajan y yo comienzo a tararear la canción que suena por Spotify.

Al salir de la ducha, me escurro mi empapado pelo y me lo recojo en un moño para evitar que gotee por toda mi espalda. Me enrollo el cuerpo con la toalla, salgo del cuarto de baño, y me dirijo a la cocina.

El hecho de estar enrollada con una toalla en la cocina, a pocos metros de un tío que se está acostando con mi amiga, me inquieta. Pero no puedo hacer nada. Mi ropa está en mi cuarto, donde ellos dos se están pegando el lote. Y si me pongo ropa de Julia, no sé si eso le molestaría.

Me abro el frigo y busco algo para tomar. De repente, la puerta se abre y escucho risas detrás. Sale Jesús en calzoncillos y con el pelo revuelto. No me acordaba de que eran novios, supongo que me tengo que empezar a acostumbrar a esta situación, y a verlo más a menudo en casa. Con Julia. 

Mi corazón, por una extraña razón, siento que se me detiene para después comenzar a acelerar apresuradamente.

Sus ojos están cargados de...¿culpabilidad? No lo creo.

— Irene.— dice mi nombre al verme de forma inconsciente.

— La misma— le digo bruscamente y con una sonrisa sarcástica.

— ¡Irene! — sale Julia, fingiendo tranquilidad, pero la noto un poco nerviosa. Supongo que más que nerviosa, está muerta de vergüenza porque sus mejillas se tornan de un color rosado.

Ella no sabe que nosotros dos tuvimos un pasado, y que en verdad seguimos siendo hermanastros, aunque hacía dos años que no nos veíamos. Él quiso ir a la universidad para darse un respiro de tanta fama; estaba cansado de siempre lo mismo, y de no tener intimidad.

De Dani, no sé nada.

— No sabía que ibas a llegar tan temprano.— me dice Julia.

— No te preocupes, pero la próxima vez, folláis en tu cuarto.— en mi voz se nota un poco el cabreo, pero lo retiro dedicándole una sonrisa a Julia.— Venga anda, que me tengo que poner el pijama.

Y me terminaste buscando #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora