— Estás loca.— susurra Dani apoyando su frente en la mía.
— Loca estaría si siguiera subida en ese avión rumbo a Madrid sin ti.— me atrevo a decirle. Salir corriendo del avión a pocos segundos de cerrar las puertas era la mejor decisión que había tomado en estos últimos años.
No iba a irme, iba a quedarme. Afrontar los problemas y luchar contra ellos. Somos Dani y yo contra el idiota de su padre. Jesús aún no sabe nada, pero si lo supiera puede ser que nos ayudara a salir de esta.
— Vámonos de aquí.— me sonríe —. La gente nos mira extraño.
Ambos nos reímos, y nos dirigimos a un bar que hay nada más salir del aeropuerto. Es pequeño y familiar, el dueño tiene alrededor de cincuenta años y pelo canoso. Nada más vernos, con una sonrisa, nos pregunta por lo que queremos tomar.
— ¿Y ahora qué hago contigo?— me pregunta Dani, una vez pedido nota ya.
— ¿Qué haces de qué?— alzo los hombros y le miro confusa.
— No quiero meterte en mí casa, Irene.— se pasa una mano por el pelo, como siempre que está nervioso—. Mi padre te anda amenazando, y no me apetece estar las veinticuatro horas del día en alerta. Es agotador.
— No me va a poner una mano encima, si eso es lo que te preocupa.— le respondo segura de mí misma. Tengo claro de que soy fuerte y de que Juan no podrá con mi silencio, ni siquiera yo, porque pienso hablar. Pienso actuar.
— Ya lo creo.— suspira, y miramos cómo ahora una camarera se acerca con nuestro café y nuestras tostadas.
Se hace el silencio entre nosotros dos mientras comenzamos a almorzar. Me preguntó en qué piensa Dani cuando le da vueltas infinitas a su café.
— Ya lo tengo.— me sonríe.
Le pego un sorbo al café y le miro intrigada y deseosa por saber lo que estaba maquinando. Asiento, dándole a entender que hable.
— Hay una amiga mía que vive en el centro, está a diez minutos en coche de nuestra casa. Se llama Patricia y tiene unos 23 años. Es muy simpática y está trabajando en una tienda de ropa del centro. Podríamos ir y ver si te puedes alojar con ella. Hace tiempo que buscaba una compañera de piso.
— A ver, a ver.— le detengo—. No pienso meterme en el piso de una desconocida.
— ¿Y cuando fuiste a la universidad sí?— me pregunta, alzando una ceja.
— Julia era diferente...— siento un pinchazo al recordar lo pequeño que es el mundo, ya que justo daba la casualidad de que ella estaba con Jesús en ese entonces.
— A Patricia la conozco yo desde pequeño. Es de fiar, sino no te diría nada. ¿No crees?— tiene razón—. Sé que confías en mí, y que no te preocupa el hecho de conocerla o no, sino simplemente el alojarte en una casa distinta a la nuestra. Solo será temporalmente, hasta que solucionemos todo esto de Juan y mi madre.
Sus ojos se humedecen, y al mismo tiempo brillan. Deduzco que se trata de una mínima esperanza de que salgamos de esta.
Sus manos se unen a las mías y me las aprieta fuertemente. No puedo evitar sonreír ante ese pequeño gesto de cariño.
— ¿Qué me dices?— me pregunta. Durante los segundos deliberando en mi mente, siento como él comienza a acariciarme con sus pulgares mis nudillos.
— Está bien.—
Cuando comienza a soñar Tiroteo de Pol Granch, Marc Seguí y Rauw Alejandro, no puedo evitar inclinarme en mi asiento y subirle el volumen. La canción más bonita del mundo, sin duda alguna. Es una pena que haya gente que la queme mucho por las redes sociales.
— Mira, es aquí.— me dice Dani, aparcando en frente de un chalet adosado.
— ¿Me estás diciendo que está chica vive sola en esta pedazo de casa?— mis ojos se abren de par en par.— No sé yo si voy a ser capaz de vivir en esta casa, es muy grande para dos personas.
— Bueno, alguna noche si tú me invitas...— me sonríe, saliendo del coche. Se acerca a mi puerta y hace ademán de abrirla.
— No no, ya salgo yo sola.— cuando estoy frente a él, le planto un beso en los labios. Qué bien saben, y qué bien me hace sentir.
Nos dirigimos a la puerta blanca de la casa y Dani llama al timbre. Al cabo de unos pocos segundos, esta se abre.
— ¡Dani!— dice sorprendida la chica que se supone que se llama Patricia.
Tiene el pelo largo y rubio, con ojos azules y pecas por la cara. Es preciosa, y no puedo evitar sentir un calor extraño mientras los veía abrazados. Carraspeo al ver que ese minúsculo abrazo duraba mucho, y observo cómo Dani pone los ojos en blanco divertido.
— Patricia, esta es Irene, mi...— me mira sin saber exactamente cómo continuar.
— ¡Encantada! — me sonríe, sin dejar acabar a Dani. Se acerca y me da un pequeño achuchón.— Pasad hombre, no os quedéis ahí.
La casa por dentro es preciosa, blanca y bien decorada, la típica de Ikea. Nos sentamos en un sofá de forma L, y Dani le cuenta un poco la situación. Al parecer, no tenía pensamiento de contarle la verdad.
— Verás, Irene y yo estamos juntos y al enterarse mis padres, se han enfadado. No nos dejan estar juntos, y la única solución que se me ha venido a la cabeza es que ella se fuera de casa.— ¿se expresaba como el culo? Yo digo sí.
— Déjame a mí.— le detengo, al ver que se trababa mucho.— Nos gustamos desde hace tiempo, y resulta que no está bien visto que dos hermanastros estén juntos. Sé que no nos corresponde nada de tener la misma sangre, pero obviamente, la familia no tiene por qué ser de la misma sangre. Una madre es quien te cría y cuida durante toda la vida, un padre igual. Eva si está más o menos hecha a la idea de que nos gustamos, y no puede hacer nada para cambiarnos de opinión, pero Juan...
— Ostia.— Patricia comienza a reírse y no sé cómo tomármelo.— Es jodida la situación, pero seguro que con el tiempo lo acaban aceptando, y más si vais en serio. Ahora estarán molestos porque se creen que es un calentón o un simple capricho, pero si no es así, entonces lo acabarán aceptando.— ella pone una mano sobre la mía, y la otra sobre la de Dani.— Puedes quedarte aquí el tiempo que necesites hasta que se solucionen las cosas.
— Gracias, de verdad.— le dice Dani.— Será poco tiempo, un mes.
Lo cierto es que no será un mes. Yo no iba a permanecer de brazos cruzados y callada durante tanto tiempo. Pensaba buscar una solución rápida y eficaz a esta situación, por Eva y por todo lo que ha hecho por mí. Se lo debo. Me siento estúpida al haber estado ciega hace dos años cuando yo aún vivía bajo su techo.
Pero esto llegará a su fin. Y no esperaré a que Dani me diga cómo actuar.
Mi plan acababa de empezar.
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Y me terminaste buscando #3
RomanceTercera parte. "Porque el primer amor nunca se olvida"