•¿Dónde está?•

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Corre y no mires atrás. Corre y no mires atrás. Seguía repitiéndose aquella frase mientras corría sin saber a donde ir. Por ello sus pies dolian, estaba agotado, pero si paraba ella lo iba a encontrar otra vez y pero ahora no tendria escapatoria.

—Sal de una vez, niño. Estas acabando con mi paciencia— La voz de aquella mujer Sonaba siniestra para sus oídos

Era por obviedad, él tan solo era un niño de 9 años, quien había presenciado la muerte de sus padres a manos de esa mujer. Tuvo la suerte de que su hermano menor no se encontrara en aquella sala. Por lo que él no resultó tan afectado.

Pero habían tenido que separarse cuando se vieron acorralados, indicandole a su hermano que buscara ayuda, pero el menor no deseaba dejarlo, ambos se habían prometido que estarían jusntos sin importar las consecuencias. Más solo les bastó escuchar algunos pasos acercarse a ellos.

Así que el hermano menor no tuvo de otra más que buscar ayuda mientras su hermano mayor distraía a la mujer, llevándolo hasta aquel momento en el cual considero que todo acabaría.

Aunque en realidad era el comienzo de una pesadilla.

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Alfred ya estaba más calmado. Alejandro, Matthew y Sofia decidieron dejarlo descansar, no le iban a preguntar nada al respecto si el americano no lo decidía así.

Tras esto el ambiente en aquella casa era de angustia y temor. El estadounidense necesitaba ayuda psiquiatrica, estaba llevando la realidad y la fantasía demasiado lejos. Aunque Matthew confirmó que no era la primera vez que su hermano confundía a alguien con esa mujer que él no conocía, era más preocupante ahora. Pues según, Alfred había ido a terapia luego de que Arthur lo adoptara, pero todo indica que solo había sido por un tiempo, ya que ahora eso parecía haber regresado.

—No lo entiendo, ¿Porqué ahora?, ese no es el Alfred que yo conozco. Él es más infantil y burlón, en cambio este... Es más tímido y triste— Expresó el mexicano con notable preocupación

—Lo sé. Y no sabes cuanto daría por hacer que mi hermano olvidará eso. No me importa si tiene que olvidarme para siempre, pero no quiero verlo de esa manera, nunca más— Confeso el canadiense con impotencia

Sofia solo los miraba de lejos, en cierto aspecto se sentía culpable, había pensado que si buscaba a Arthur, sería de ayuda para su padre, más al parecer eso lo había empeorado todo.

Así que lo planeo todo. Iría de regreso a su antiguo hogar en busca de su creador. Después de todo él parecía conocer más a sus padres que ella misma.

Fue fácil salir de la casa, sus padres y tío estaban bastantes cansados gracias al trabajo, y eso lo supo cuando los puso a prueba para ver si despertaban, sonando varios sartenes y platos para provocar algún ruido, por fortuna ellos seguían durmiendo plenamente.

Entonces con su mochila colgada en la espalda emprendió su viaje hacia el centro del mundo, como era conocido el lugar donde antes vivía. Teniendo la esperanza de que todo se solucionará, creyendo tal vez que ese sería el objetivo que su creador le puso.

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Termino siendo el primero en levantarse como todos los días, agradeciendo que era fin de semana, por lo que no debía preocuparse por asuntos de trabajo. Por ello decidio entrar a las habitaciones de su hermano, y amigo para asegurarse de que estuvieran bien.

Pero se llevó la sorpresa de no hallar a su sobrina en la habitación del mexicano, por lo que tocó el baño para confirmar que se encontraba ahí, pero no fue así, la puerta estaba abierta y claramente la niña no estaba ahí. Tras esto se le ocurrió mejor levantar al mexicano quien ahora dormía en el sofá mientras que el gringo dejara atrás todo su pasado.

¿Nuestra Hija? | UsaMexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora