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Lo había llevado a un cuarto secreto cerca de la cocina, había logrado construir aquel lugar solo para convertirlo en una zona de tortura. El canadiense iba a ser el primero en probarlo solo para que su hermano lo viera. Si, iba a dejar que el de origen estadounidense muriera al último. Si él había presenciado todo, ¿porqué no hizo algo?. En su lugar prefiero huir para no estar involucrado. Grave error, eso solo le complicó más las cosas.

Obligó a Matthew a acostarse en lo que parecia ser una tabla de madera, atandolo de las manos y pues para que no pudiera liberarse, luego tomó un cuchillo para según ella empezar "suave".

—Finalmente voy a poner a prueba todos mis conocimientos acerta de esto— Mencionó mostrandose feliz. —Y para eso, quiero que los dos estén más que despiertos para presenciarlo.

—Estas loca, ¿Qué pudieron hacer mis padres para que hagas todo esto?— Preguntó el canadiense tratando de no sonar asustado

—Oh es verdad, no tú no estuviste ahí, es una pena que seas parte de su familia, de lo contrario pudiste haberte salvado— Respondió la mujer sin mucho interés. —Quieres saber la verdad, bien te lo diré, después de todo no tendrás a quien decírselo más tarde— Se burló

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Una mujer estaba devastada, recientemente se había enterado que querían quitarle lo que más amaba. Pero, ¿Por qué?. Según ella no había hecho algo malo para que eso sucedería, entonces porqué querían quitarle a su hijo.

No. No lo iba a permitir, antes muerta a que le quitaran a su único hijo. Por ello tomó cartas en el asunto antes de que uno de ellos diera el primer paso.

Así que con pistola en mano, se dirigió a la casa de los Jones Williams. Llevando a su hijo con ella por el temor de que si lo dejaba solo le ocurriera algo.

Llevando al lugar lo más rápido que pudo. Pidiéndole a su hijo que se mantuviera en el auto en todo momento, que en unos minutos iba a regresar.

La señora Williams la dejó entrar a casa, desde luego que no debía de sospechar nada al ser una amiga intima desde hace años. Martha sonreía maliciosamente, escondiendo su pistola dentro de su bolso.

Durante unos minutos todo parecía ser normal, hasta que ambas mujeres escucharon un disparo, yendo hasta el lugar en donde lo habían escuchado.

Y hubiera deseado no haberlo visto. Su hijo, su único hijo, estaba tirado en el suelo de la biblioteca de la casa, con una herida en la sien evidentemente una herida de bala.

En el mismo lugar estaba el señor Jones, sosteniendo la pistola entre sus manos, viendo la escena con terror.

—Andrew, pero ¿qué pasó?— Exigió saber su esposa mirando la escena con horror

—Pensé que era un ladrón, lo juro, dispare creyendo eso. Martha no quise hacerlo, de verdad no quise— Aclaró soltando la pistola y mirando a la mujer

—Davie, Davie hijo, por favor respondeme— Pidió Martha mientras se agachaba para sostener el cuerpo de su primogénito. —Mi bebé, no me hagas esto, por favor— Sollozo

—Martha... Creo que ya es tarde— Susurro la señora Williams

—¡No!, ¡cállate!, él sigue vivo tiene que estarlo— Exclamó Martha en negación, el corazón de Davie había dejado de latir. —Tiene que...

—Martha, lo lamento de verdad—  Se lamento nuevamente Jones

Y sin que los jefes de familia lo esperarán, Martha saco rápidamente el arma disparandoles en la cabeza a cada uno. Tras esto oculto entre su regazo el cuerpo inerte de su hijo.

Pudiendo sentir luego de unos minutos la presencia de alguien más, girando con cuidado la cabeza en dirección a la puerta, era un niño más pequeño que su hijo, lo conocía por fotos que su "amiga" le había mostrado, era el hijo mayor de la pareja.

Lo miro con odio, no se le hacia justo que su hijo muriera de esa manera, él solo era un niño, tenía mucha vida por delante, asi que dejó el cuerpo de su hijo para luego volver a tomar el arma, por ello el niño comenzo a correr en busca de su hermano, la mujer solo lo seguía con paciencia, sabía que no iba a llegar tan lejos y si lo hacía lo iba a encontrar hasta matarlo de la misma manera en que lo hicieron con su hijo. O de una manera mucho más dolorosa.

El niño comenzo a gritar tomando la mano de su hermano menor, corriendo de habitación en habitación para que la mujer le dejara las escaleras libres, y una vez que lo consiguieron, ambos niños bajaron para salir de la casa, a pesar de las quejas del hermano menor, el mayor no lo escuchaba estaba más enfocado en correr y escapar de aquella asesina.

Los dos hermanos corrieron por horas sin ningún rumbo, claramente siendo seguidos por esa mujer, a quien el mayor de los dos la convirtió en un monstruo que le quito a sus padres.

Y luego de tanto caminar, los dos niños tuvieron que detenerse para recuperar el aliento, más eso fue una oportunidad para que esa mujer logrará encontrarlos. Obligando a que ambos se separaran para poder sobrevivir.

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—Desde entonces jure que iba a vengar su muerte. Así que por eso no deje de acosarlos, esperando el momento perfecto para ponerle fin a sus ¡miserables vidas!— Exclamó clavando el cuchillo en la pierna del rubio

—¡Agh!— Chillo de dolor gracias a la cortada. —Resulto ser un accidente, por que no puedes aceptarlo—Comentó con dificultad por el dolor

—No fue un accidente, lo mató por que quiso y seguramente él se lo pidió. Si debió haber sido eso— Susurro mientras se alejaba tomando sus manos entre si. —Él nunca lo quiso, si, debió ser el culpable de todo— Siguió susurrando

Matthew solo podía verla comportarse de ese modo. Esperaba que Arthur cumpliera de una vez con su parte del plan, de lo contrario ninguno de ellos saldría vivo de esto.

Y mientras el se encontraba en aquella habitación, Sofía había logrado idear una manera para lograr liberarse de las cadenas, encontrando aquel fierro que Martha solía utilizar, lo usaría para golpear las cadenas, ya que gracias al óxido que estas presenciaban sería fácil con aquel material el romperlas.

—Sofía, ¿Qué haces, chamaca?— Preguntó Alejandro mirando a la niña

—Solo necesito... Acercarme un poco más...— Mencionó tratando de tomar con su mano aquel fierro que estaba casi cerca

Después de unos cuantos acercamientos logró tomarlo.

—Si— Susurro para no llamar la atención de la mujer

—¿Qué vas a hacer, niña? —Insistió saber el mexicano

—No se preocupen, vendre por ustedes lo prometo— Sentenció tratando de llegar hasta las cadenas de sus pies

Dejando de hacer esa acción cuando la puerta del atico estaba siendo abierta. Y eso significaba una cosa para el estadounidense. Su final había llegado.

¿Nuestra Hija? | UsaMexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora