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—¿Es necesario que te vayas?— Preguntó el mexicano al canadiense

—Si, esta es una oportunidad única para mi, pero no te preocupes, Francis me acompañara así que no estaré solo— Respondió Matthew

—Solo cuidate quieres, nunca se sabe cuando una mujer loca va aparecer en tu vida— Se burló Alejandro para luego poner una cara seria

—Tranquilo Ale, desde luego seguiremos en comunicación, ya sea contigo o con mi hermano— Añadio el canadiense

—Matthew, Francis nos está esperando en el aeropuerto— Interrumpió Alfred

—Oui, au revoir Alejandro— Se despidió el rubio menor para luego darle un corto brazo al mexicano

—Bueno, ya basta de abrazos, hay que irnos— Insistió el estadounidense con molestia

—Wey, no empieces de tóxico— Mencionó Alejandro luego de separarse del canadiense

Matthew soltó una risa por ello, para después salir de la casa junto con su hermano, quien le dijo unas palabras picaras a su novio como venganza de burlarse de él frente a su hermano, provocándole un sonrojo al mexicano.

—Pendejo— Susurro Alejandro ruborizado mientras veía el auto de su novio alejarse

Había decidido quedarse y no acompañarlos por unos papeles que debía entregar en su trabajo, así que se dirigió a su habitación en busca de dichos papeles, dándose cuenta que los tenía desordenados, y al ser varios le llevaría algo de tiempo para volverlos a poner en orden.

Se entretuvo haciendo dicha acción hasta verse interrumpido por el timbre de la puerta.  Así que se levantó de la pequeña mesa en donde se encontraba y se dirigió hasta la puerta para luego abrirla.

—Vaya, vaya, pero si es mi hijo favorito, ¿Cómo te ha tratado la vida?— La presencia de su padre le hizo retroceder unos pasos. —¿Qué ocurre?, ¿No estas feliz de ver a tu padre? Desde hace unos cinco años que no nos hemos visto

—Si no los fui a visitar fue gracias a ti y lo sabes— Encaró Alejandro molesto. —¿Cómo supiste en donde vivía?

—Eso no importa, pero tranquilo, vengo en son de paz, solo quiero dialogar contigo, tener un momento de padre e hijo— Contestó en tono arrogante. —Así que, ¿Me permites pasar?

Alejandro se hizo a un lado permitiéndole el paso con desconfianza, conocía perfectamente a su padre y sea como haya sido la manera en la que consiguió su dirección, sabía que no había ido hasta ahí solo para hablar.

—Para ser una pequeña casa se ve que tienes muchas cosas, ¿Acaso vives con alguien?— Cuestionó el mayor mientras miraba alrededor

—¿Ahora te interesa mi vida?, que hipócrita eres padre— Reprendió el menor cruzándose de brazos. —Habla ahora, ¿Para qué viniste hasta aquí?

—Ya te lo dije, solo quiero pasar un buen momento con mi hijo, ¿Tiene algo de malo?

—No lo tuviera si fueras un padre distinto, nunca te importe cuando vivía con ustedes, mucho menos te debo de importar ahora— Contesto

—Bueno, tienes razón, vine solo para advertirte que lo que pasó hace cinco años tendrá consecuencias graves para ti— Aviso el peli-negro con seriedad. —Así que si fuera tú tendría cuidado incluso por donde piso

—Ya no soy el mismo niño de 10 años, mucho menos el adolescente ingenuo de antes, estoy preparado para lo que se interponga en mi camino— Amenazo con firmeza

—Cuidaria mis palabras en tu caso, ¿O quieres que ese tipo y la niña sufran?— Cuestionó con burla, mirando el rostro de pánico de su hijo. —Por tu cara yo creo que no

—Ni se te ocurra meterlos en esto, el único que tiene que ver en eso soy yo

—Pues entonces cuida lo que dices y haces, de lo contrario me veré obligado a actuar con ellos— Sonrió con sorna mirando con enojo a su menor. —Por cierto, no trates de seguirme, si tú madre y hermana se enteran de tu ubicación será un grave error para ellas— Finalizó con seriedad el mayor

Pasando de largo a su hijo, saliendo por la puerta y azotando la misma tras de sí. Alejandro ahora sentia miedo y pánico, pero al menos se sentía bien al saber que su madre y hermana seguían vivas, pues cuando las dejó ellas estaban devastadas y llenas de miedo, pero solo era un chiquillo de 15 años, no tenía nada que ofrecerles si las llevaba con él.

Ahora había que recalcar que su hija estaba en peligro si su padre conocía su existencia, no sólo por el hecho de que este se entere que no es su nieta de sangre, si no también por saber con quien tiene que compartirla. Le haría daño a su novio con tal de que lo deje en paz.

—Alfred— Lo llamó por su celular para advertirle

—Honey, ¿Sucede algo?, ya voy en camino a casa— Contestó el americano mientras manejaba y ponía la llamada en alta voz

—Ten cuidado, no quiero que te pase nada— Respondió el mexicano con preocupación

—Darling, ¿Qué te paso?, me estas asustando— Interrogó el rubio en el mismo tono

—Solo ven a casa, no te distraigas para nada, ¿De acuerdo?— Pidió, a lo que el contrario asintió. —Bien, hablamos aquí, nos vemos— Se despidió cortando la llamada

Fijo su vista a la hora de su celular notando que eran las 11:20, aun faltaban unos minutos para ir a buscar a su hija, llamaría a su trabajo para poder entregar los papeles después, primero debía encarar a su hermano, pues estaba seguro de que él había sido el responsable de que su padre obtuviera su dirección.

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—¿Fuiste?, ¡¿Porqué no me avisaste?, pude ir contigo para advertirle que con nosotros no puede meterse!— Exclamó molesto mientras hablaba con alguien mediante una llamada

—Si lo hacía, iba a saber que tú estás involucrado, y lo mejor es que tú le saques más información a esa niña, así podremos utilizarlo a nuestro favor— Respondió el contrario

—Entiendo, pero honestamente tengo ganas de golpearlo, nadie tiene el derecho de hablarte como él lo hizo— Encaró molesto Diego

—Tranquilo hijo, pronto llegará ese día, por ahora haz lo que te dije y ya veremos cómo desenvolvemos las cosas— Aclaró el mayor

—De acuerdo, debo colgar, adiós— Finalizó a la llamada dispuesto a regresar al interior del Salón. —¡Ay!, Sofía, ¿Qué estabas haciendo ahí?, sabes que es de mala educación espiar a los demás— Le mencionó a la niña quien lo sorprendió al darse la media vuelta

—Lo siento, maestro, pero Alex y Hugo están haciendo un desastre en el Salón y venía por usted para que los calmara— Respondió la menor fingiendo inocencia

—Claro, vamos— Dijo Diego caminando hacia el Salón siendo seguido por la niña

—«¿Qué querrá decir con que quiere golpearlo?», «¿Quién será esa persona y porqué?»— Se cuestionó mentalmente Sofía

Algo le decia que su maestro no estaba metido en cosas buenas, pero sobre todo sentia que las cosas iban a empeorar para ella y para sus padres.

¿Nuestra Hija? | UsaMexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora